A todos nos tembló el martes de la semana, el ya tan sonado 19 de septiembre (otra vez).

Unos tuvimos más suerte que otros, sin duda cada segundo agradezco que mi familia y mis bienes están básicamente bien. Sin embargo, todos los días me siento devastada, agotada y todos los días me acuesto y no puedo dormir.

Unos días me da por pensar en lo que hubiera podido suceder (y no sucedió), otros me da por recordar a mis amigos a los que sí les pasó lo peor que le puede suceder a un ser humano (perder a su hija bajo los escombros), otras noches me acuesto sola en mi cama y me aterra la idea de que vuelva a temblar y mejor corro a la cama de mi hija o le pido que se venga a acostar conmigo, otros más repaso lo que he hecho para ayudar y me parece tan poco que hago listas mentales de todo lo que me falta por hacer y así, entre un pensamiento y otro llevo una semana sin dormir.

Ayer fue una de esas noches terribles. Me dieron las mil de la madrugada y entre que me dormía y me despertaba no descansé. En algún momento me di cuenta que tenía hambre. De hecho, he andado inapetente pero cuando como lo único que quiero es comida que me apapache. Sin pensarlo dos veces me levanté a buscar qué comer. Abrí el refri y encontré papaya y encontré yogurt. Me serví en un plato, le agregué un puño de granola y me senté a contemplar la oscuridad que me acompañaba a través de la ventana. Comí todo.

Una vez que terminé, me asomé al cuarto de mi hija a verificar que todo estuviera bien (en realidad sólo a canalizar mi ansiedad y mi miedo) y me regresé a mi cama dispuesta a dar más vueltas y no poder detener mi mente. ¿Cuál fue mi sorpresa? Que me quedé profundamente dormida hasta que sonó el despertador a las 6 y media de la mañana.

Se preguntarán por qué les comparto mis noches difíciles. Pues porque estuve analizando y creo que lo que encontré le puede ayudar a muchos.

Ese platito de fruta con granola y yogurt fue el responsable de que pudiera conciliar el sueño. Resulta que el triptófano que contienen los lácteos es precursor de serotonina (hormona que da tranquilidad) y de melatonina (hormona que ayuda a conciliar el sueño).

Ese aminoácido (triptófano) se absorbió mejor al estar acompañado de carbohidratos y vitaminas del complejo B. Al llegar al cerebro hizo lo que tenía que hacer, ayudarme a estar más tranquila y conciliar el sueño profundo que tanta falta me hace.

Si a eso le sumamos la fibra de la fruta y los probióticos del yogurt, mi sistema digestivo trabajó mucho mejor toda la noche y me dejó descansar.

Así que, así de sencillo: ¿quieren poder dormir? Fruta con yogurt, es decir, fibra, agua, vitaminas, minerales, probióticos y el súper aminoácido triptófano.

Acuérdense que en el yogurt la lactosa viene en una forma mucho más sencilla de digerir, para aquellos que anden con la onda de la intolerancia a los lácteos. Dense la oportunidad de probar con yogurt, van a ver la diferencia. La suma de la lactosa predigerida y la enorme cantidad de probióticos puede hacer de una pésima noche, una noche de paz.

Lamento mucho por lo que algunos están pasando. Me uno a las familias, las personas, el país que necesita fuerza, mucha fuerza. Cada quien desde su trinchera ayuda con lo que sabe hacer. Yo hoy les doy ideas para dormir mejor, ya después veremos qué más se me ocurre. Desde aquí abrazo a todos y a cada uno. Desde aquí les digo que somos guerreros y vamos arriba y adelante. ¡Fuerza México!

 

 

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