“No bajaste un gramo… tienes que hacerlo mejor” le dijo una nutrióloga a una niña de 11 años que intenta perder peso.

Esto me lo contó una mamá, muy molesta y afligida porque como consecuencia de estos comentarios la niña no quiere volver a consulta y lejos de perder peso y comer mejor, ha subido y no deja de comer cosas que sabe que no debe. Si yo fuera la niña, quizá haría lo mismo y si fuera la mamá me sentiría igual. Las dos están enojadas y con toda la razón.

Y es que si, no cualquiera da consulta porque si bien hay muchas nutriólogas y médicos que tienen el conocimiento, no cualquiera tiene la empatía y sensibilidad para hacerlo.

Ahí es donde creo que hay que buscar la combinación de alguien que haya estudiado, que tenga experiencia y además, que haya pasado por lo mismo que el paciente.

No es lo mismo la teoría que la práctica. No es lo mismo imaginar vivir con sobrepeso que haberlo vivido. Por eso es que hay que buscar un especialista que tenga mucho más que conocimiento, estudios o imagen en redes sociales.

Además, es cierto que hay poblaciones más delicadas. No es lo mismo decirle a un adulto que no bajó de peso que decírselo a una niña. No se sienten (o no deberían sentirse) igual de observados, juzgados o regañados. De hecho, ellos tienen muchas más herramientas emocionales para manejarlo que las chiquitas.

Finalmente, no todos los delgados comen bien ni todos los que tienen sobrepeso comen mal, hay muchísimos factores y variables ahí mezcladas que hay que tomar en cuenta. La parte emocional es la principal y eso en las escuelas no se enseña. Pasamos horas y horas haciendo cálculo nutricional, dietas de mil maneras posibles y formatos de historias clínicas, pero jamás nos hablan de cómo tratar al paciente o cómo entender su realidad. De hecho, eso se aprende en la vida diaria, ni siquiera en la consulta. Por eso digo que si tienes la fortuna de caer en manos de alguien que ha pasado por lo que estás pasando, habrás avanzado más de la mitad del camino. Lo demás si es conocimiento y estudio.

Y curiosamente muchas veces pensamos que es al revés. Llegan los pacientes a consulta con una imagen en su mente de cómo “debe ser” la nutrióloga y cuando no es tal cual la imaginaron, la juzgan. La invitación es buscar especialistas por lo que saben y lo que pueden hacer por ustedes y no por cómo se ven o cuantos seguidores tienen en redes sociales. Piensen que una mala experiencia en niños puede cambiar su destino. No merecen ser humillados, tratados mal ni expuestos a situaciones incómodas. Suficiente tienen en la escuela y la vida diaria como para además ser maltratados por un especialista que no tiene un gramo de empatía.

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