El primer paso para la resolución de cualquier problema es aceptar que existe, si no hacemos consciente que hay algo que debemos o queremos cambiar será imposible que lo hagamos. Muchxs piensan que la aceptación es tomar un actitud conformista y resignada de las cosas.

En sí la aceptación es un estado en el que se experimenta confort dado a que cuando aceptamos algo, aunque no nos guste, paradójicamente nos sentimos bien porque se acaba nuestro conflicto interno. El conflicto interno se refiere a la lucha entre negar y aceptar que existe.  Pero el hecho de negarlo no significa desaparecerlo si a pesar de hacerlo persiste la “molestia” es que definitivamente existe por más que lo neguemos.

La aceptación es muy distinta a la admisión o la resignación. Para algunxs el aceptar algo no afortunado significa perder la batalla, sin embargo para cambiar algo primero tengo que entender qué es y luego aceptar que lo tengo o que está sucediendo. Ya sea una condición, algún aspecto físico o situación que se esté viviendo.  Pensamos que si lo negamos no existe, o que por el contrario cuando lo aceptamos y lo afirmamos es cuando se hace real.  Sucede mucho con el enojo, cuando una persona experimenta mucho resentimiento e ira, pero no lo quiere aceptar debido a su orgullo o soberbia,  se ve envuelta en el eterno conflicto pero su cuerpo no puede mentir. Después de un tiempo de sufrir el enojo y tratar de negarlo comienza la somatización, las gripas y los dolores de panza. Inevitablemente. Es mejor analizar la situación admitir y aceptar el enojo y partir de ahí para trabajar en lo que se debe  y puede cambiar para eliminarlo.  Yo trato de hacerme las siguientes preguntas, responder cada una y muchas veces no tengo que hacer nada, el hecho de encontrar las respuestas me provee de la claridad necesaria. Esa misma claridad ayuda a disolver el conflicto.

¿Qué pasó? ¿Qué me provocó? ¿Será que alguna área de mi vida se vio amenazada y por eso mi ego responde con ira? (la mayoría de las veces esa respuesta es afirmativa y es la clave que resuelve toda la ecuación). Por lo general las situaciones o las personas no causan daño, lo que nos “hace daño” es la respuesta de nuestro ego amenazado. Podemos experimentar las mismas acciones con intención de perjudicarnos en distintas ocasiones y podremos analizar que algunas veces nuestra reacción es pacífica y sin enojos. Pudo haber sucedido exactamente lo mismo y nosostrxs reacionar de distintas maneras. A veces nos sentimos bien, centraditxs emocionalmente o distraídxs con algo más,  cosa hace que todo se resbale. Pero otras veces no, y  se dejan venir los enojos y resentimientos en cadena restándonos calidad de vida.

No hay nada de malo en aceptar los miedos, enojos y hasta aspectos físicos que nos disgusten, aceptar no significa conformarse sino dar el primer paso para un cambio que nos pueda traer tranquilidad y mejor autoestima para vivir mejor.

Twitter @reginakuri

Google News

Noticias según tus intereses