El Frente anunciado por PAN, PRD y Movimiento Ciudadano eligió un nombre muy desafortunado. Es cada vez menos amplio, menos democrático y ciudadano no fue nunca. La división en el PAN lo desinfla y la salida de Margarita Zavala lo deja prácticamente fuera de la competencia. Del lado del PRD, la desbandada empezó mucho antes. Desde el surgimiento de Morena son varios los que han migrado a ese partido. No sorprende. Hay los que desde siempre se sintieron más cerca de López Obrador que de Los Chuchos o de otros grupos. Hay los que, más oportunistas, vieron mayores posibilidades de acceder a candidaturas o cargos de la mano de Morena y solo esperaron el momento político adecuado para dar el salto.
Para lograr un frente competitivo, el candidato debiera ser un personaje no identificado con un solo partido. Vaya, ni muy azul, ni muy amarillo. Pero la coalición, a pesar de las ideologías tan diferentes, se logró gracias a la ambición de los presidentes de esos organismos políticos. Ricardo Anaya quiere gobernar al país y Alejandra Barrales a la Ciudad de México. Los otros interesados en la candidatura presidencial como Silvano Aureoles, Rafael Moreno Valle o Margarita Zavala pidieron una elección abierta a la ciudadanía. Les respondieron que no. Y es que en el frente, particularmente en el PAN, la hoja de ruta está trazada para que Anaya sea el candidato.
Muchos advirtieron que esta unión de partidos se desmembraría cuando llegara el momento de elegir al candidato a la presidencia. Eso ya empieza a ocurrir. Conversé con algunos morenistas y priístas sobre el tema. No ocultaron su entusiasmo. Se sienten mucho más fuertes con un rival menos en el camino.
HUERFANITO.
Es curioso que, mientras desde los partidos políticos se plantea la desaparición del financiamiento público para las campañas, algunos en el Senado hagan tan pocos esfuerzos de ahorro para destinar recursos a los afectados por el sismo. Las contrataciones de personal impulsadas por los senadores Fernando Herrera y Jorge Luis Preciado son tantas, que se cuentan por decenas. Algunos de esos empleados no cumplen con el perfil idóneo para el cargo, pero tienen al amigo adecuado para seguir cobrando en la Cámara Alta.