Nos esforzamos tanto en alcanzar el éxito, que peleamos, luchamos, avanzamos, perduramos, continuamos; que cuando lo conseguimos muchas veces no sabemos qué hacer con él, porque lo que casi nos empezó a definir es el hecho de lo que hacíamos para conseguirlo y ahora que lo tenemos ¿quiénes somos?

¿Quiénes somos? Es la pregunta que siempre debemos de hacernos, incluso a diario, ya que somos con base en las circunstancias, entonces como la vida es cambiante nosotros por ende somos cambiantes, lo que fui ayer, hoy tal vez ya no soy.

¿Qué tiene que ver esto? Mucho, realmente el éxito es lo que significa para cualquier persona y eso es muy importante de remarcar, por ejemplo, para alguien el hecho de poder comprar su primer coche, sin duda representa un éxito, el terminar una carrera para aquella persona que nadie de su familia tiene un nivel académico similar, la compra de la primera casa, estos logros a lo mejor representan dinero, pero ese dinero para esas personas representan esfuerzos, trabajos extras, horas extras, dejar de disfrutar momentos familiares con tal de alcanzar su objetivo, insisto no para todos representa lo mismo, lo importante aquí es la pregunta ¿qué representa esto que estoy haciendo para mí?

Todo esto, todos los logros que queramos alcanzar, todos los éxitos que deseemos cosechar y todos esos sueños que queremos hacer realidad, representan esfuerzos, sacrificios, tiempo, la constancia de cada uno de nosotros, y a veces nos enfocamos tanto en ellos que nos olvidamos de sentir y vivir el presente, porque estamos constantemente viendo hacia al futuro, con la mirada perdida en el horizonte, pero no en el presente.

Eso es lo que sucede, corremos por la vida sin detenernos a disfrutar de ella, nos enfocamos en la cima y se nos olvida que la felicidad está en el camino y no en la meta, que una vez que llegamos a la meta, resulta que no es como nosotros pensábamos y eso es normal, ya que idealizamos tanto algo, ya que por ello nos levantamos día con día, por ello nos esforzamos, por ello vamos y nada ni nadie nos puede detener.

La otra pregunta importante que nos debemos hacer es ¿en quién me he convertido cuando no he conseguido eso por lo que tanto luché y por alguna razón no se logró? Hay que recordar que no siempre se consigue lo que se desea, pero no por eso se deja de luchar por lo que se quiere.

Lo esencial no es tener presente si obtuvimos lo quisimos o si no se logró, lo verdaderamente trascendente es, que tanto disfrutamos del trayecto y no hablo de un disfrute solo de ser felices, sino de un deleite de aprender, caernos y seguir, avanzar y saber dónde caminamos, entender con quienes contamos, esto es demasiado importante que vale la pena detenernos, ¿quiénes son las personas que te ayudan o que verdaderamente están contigo y caminan contigo? Conocer mis debilidades y fortalezas, eso es lo verdaderamente importante, que tanto me conocí o me reconocí. Me encanta una frase que alguna vez escuché en alguna conferencia que tomé: “se gana o se aprende, pero jamás se pierde”.

Una vez que obtienes aquello por lo que tanto te esforzaste ¿qué sigue? ¿Y ahora? Esas dos preguntas es imprescindible respondernos, porque en ese momento ya no serás lo que fuiste cuando empezaste emprendiendo aquel sueño, iniciando hacia tu meta, esforzándote por alcanzar tu objetivo, ahora te das cuenta que dejaste mucho atrás, aquella persona que soñó ya no está, ahora solo está la real, lo que soy, pero ¿quién soy?

 
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