La historia nos recuerda hoy la existencia de las pandemias—aquellas enfermedades que de forma imprevista afectan significativamente a poblaciones numerosas, atravesando fronteras y cambiando los hábitos, economías y destinos. Nos toma desprevenidos y despierta ese gran instinto de supervivencia y demuestra la resilencia que como humanidad tenemos.

A casi dos años de vivir y documentar el impacto de la pandemia por COVID-19 en México y en la pesca, nos damos cuenta de la inmensidad y profundidad de lo que hemos aprendido. A través de la solidaridad, nos vamos recuperando poco a poco, a pesar de las pérdidas familiares y económicas. Hasta diciembre de 2021, en México se han reportado 3.92 millones de casos y casi 300,000 muertes a causa de la COVID-19.

Como organización de la sociedad civil, en Comunidad y Biodiversidad, A. C. (COBI), decidimos documentar el impacto de la pandemia en la pesca mexicana y comprometernos con la movilización de acciones locales de adaptación y recuperación económica, recabando así un mar de soluciones aplicables en el contexto de las nueva normalidad. Esto lo logramos, gracias a nuestras y nuestros colegas pescadores, quienes a la llegada y diseminación del virus en México, nos expresaron su sentir de aislamiento y vulnerabilidad, así como su imperante deseo de levantar la voz.

Entre abril y diciembre de 2020 realizamos una consulta nacional: 1,493 entrevistas aplicadas a 397 pescadoras y pescadores y más de 150 organizaciones pesqueras provenientes de los 17 estados costeros y la Ciudad de México. Las y los participantes abiertamente expresaron sus perspectivas sobre impactos ambientales, económicos y sociales de la pandemia, el papel del Estado, las soluciones locales, los retos y oportunidades para la igualdad de género en el mar, el acceso a infraestructura y servicios de salud, el uso de tecnología, y los principios para la pesca artesanal en la nueva normalidad.

Sus historias nos impulsaron a acelerar los planes digitales para acompañar la transición digital de aquellas personas que querían mantenerse conectados. Creamos espacios para que pudieran conectarse y compartir soluciones y acciones de adaptación que apoyaran su recuperación económica y social. Primero a través de un canal de WhatsApp, después a través de un red de impacto social y finalmente a través del desarrollo de nuestra App Pescadata (Pescadata.org).

Hoy, con mucho orgullo, compartimos que logramos integrar a 985 usuarios en Pescadata, identificar 47 soluciones replicables, y 408 acciones de adaptación, las cuales mediante un proceso de curación pueden expandirse a otros sitios. Esto refleja una vez más la enorme capacidad local para enfrentar cambios a cualquier escala, así como la importancia de compartir información, conocimiento y oportunidades con otras personas que enfrentan las mismas situaciones.

Enfatizo que aún cuando a mediados de marzo de 2020 se reconoció la presencia de la COVID-19 en México, el sector pesquero experimentó las consecuencias de la pandemia meses antes. El cierre de los mercados internacionales desde diciembre 2019 y el cierre de los domésticos a partir de marzo de 2020, impactaron repentinamente a una actividad social y económica que alivia la pobreza y sostiene la seguridad alimentaria, ingreso y empleo de familias de alrededor de 300 mil pescadoras y pescadores en México.

Las y los pescadores adaptaron sus formas de pescar, de vender, y de ayudarse. Entre otras acciones, iniciaron el servicio a domicilio, la venta por redes sociales, nuevas presentaciones para los productos y la comercialización de especies de bajo valor (dejando en el agua las especies de alto valor). Asimismo, implementaron medidas de protección (equipos de pesca de uso personal, uso de gel, cubrebocas, y más higiene personal y en sus equipos e instalaciones). También ampliaron sus redes de apoyo con otras comunidades, cooperativas, foráneos residiendo en la costa, gobiernos municipales, estatales y federales, así como con organizaciones de la sociedad civil. Estas alianzas les permitieron obtener alimentos (o intercambiarlos), préstamos y apoyo económico, en los momentos más difíciles—los primeros meses de la pandemia, cuando el acceso a sus comunidades estaba limitado.

A pesar del aislamiento social, la experiencia de la pandemia nos hizo comunicarnos y solidarizarnos de nuevas maneras. El sector pesquero ha reconocido la imperante necesidad de su rápida adaptación al mundo digital para no quedarse atrás en procesos sociales, económicos y culturales. Y expresan la preocupación de no ser tomados en cuenta en esta transformación digital, ya sea por falta de educación digital o de fondos para invertir en nuevas tecnologías.

Para COBI, es una prioridad reducir esta brecha digital, para la adaptación, aprendizaje e igualdad; estos son los valores que nos guían. Durante estos dos años nos ha inspirado ser un canal para visibilizar la voz de las pesquerías y de aquellos esfuerzos locales que son destellos de luz y esperanza, en estos tiempos de pandemia. Esperamos que este camino haya permitido a las pescadoras y pescadores conectarse más y mejor con sus pares y aliados para tomar acción colectiva hacia la recuperación de sus economías y comunidades de una manera sostenible y solidaria.

Juntando y sumando las voces del mar, estamos seguros de que ampliaremos el eco de la costa en cada rincón de México.

Les invito a leer el libro Las voces de la pesca en la pandemia por la COVID-19: retos y soluciones de la pesca en pequeña escala—dedicado a todas y todos los participantes de la consulta nacional, y el artículo académico en nuestra página (https://cobi.org.mx/todo-sobre-coronavirus-covid-19/).

La Dra. María José Espinosa Romero es directora general de Comunidad y Biodiversidad A.C. (COBI), una organización que desde 1999 trabaja con comunidades pesqueras promoviendo la conservación marina y pesca sostenible en el Pacífico Mexicano incluyendo el Golfo de California, Golfo de México, y Mar Caribe.

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