“La economía goza de buena salud”, “la fortaleza de nuestra economía es envidiable”, “Esos no son mis datos”, “yo tengo otros datos”, “mis cifras dicen otra cosa”, “los organismos internacionales están equivocados”, “no saben de qué hablan”, etcétera. La cantaleta de Andrés Manuel López Obrador varía en los estribillos según cómo se levanta cada mañana, pero no se aparta de lo fundamental: la economía mexicana goza una excelente salud. No importaron las advertencias que se sucedieron desde el segundo trimestre del año, amenazando con una recesión económica. Es cierto que técnicamente no ha llegado, pero dado el crecimiento 0 lo natural es que se haga presente en el primer trimestre del año que vine. En materia económica, el Presidente sigue la misma hoja de ruta que en temas incómodos. Frente a la violencia, dice que “ya no hay violencia”; ante la corrupción, “que eso ya se acabó”. Lo mismo sucede con las expectativas de crecimiento. Pues bien, hay quien tiene otros datos y ya ha anunciado que México en el trimestre pasado no creció nada, absolutamente nada, nada de nada. El presupuesto recientemente aprobado está destinado a las políticas clientelares del gobierno que llama asistenciales. Apenas hay partidas significativas destinada a la inversión, cuando en la actual coyuntura serían necesarias para estimular el crecimiento. La economía mexicana no crece y está parada, mientras se destina una gran parte del presupuesto a políticas que no generan ningún tipo de actividad económica.

López Obrador afirma que le preocupan los sectores más desfavorecidos. No es cierto, como prueba su incompetente manera de entender el gasto público. Si le interesaran los ciudadanos menos favorecidos buscaría reactivar la economía para poder sostener sus políticas públicas. La mañanera del otro día en que estuvieron invitados los empresarios más importantes de México quiso transmitir tranquilidad y confianza, buscó informar de lo bien que se llevan el empresariado y el ejecutivo federal. Veremos. Hasta ahora se han paralizado las inversiones nacionales de los empresarios mexicanos que, además, han decidido colocar su capital en otros países. El Gobierno Federal podrá celebrar cuando verdaderamente haya constancia de que esa inversión, anunciada a bombo y platillo, es efectiva. No es la primera vez que Andrés Manuel comunica el compromiso de los empresarios nacionales sin que se sepa hasta la fecha bien a bien en qué, cómo, cuándo y dónde. Sólo se sabe que van a invertir.

La situación es compleja y difícil. No hay expectativas de crecimiento para el año que viene. Todo indica que México entrará en recesión. Todo indica que las políticas sociales del Gobierno se hundirán en los siguientes presupuestos porque no habrá recaudación. Amenaza una subida de impuestos. Dicho de otra manera, la 4T, que todavía no se sabe muy bien qué es, fuera de un aparato destinado a crear nuevas clientelas al servicio de Morena, perderá su impulso y, por tanto, su sentido. Mientras, la carestía y la penuria se harán presente en amplios sectores sociales.

Lo cierto es que cuando se pudo, no se tomaron las medidas necesarias, ni se adoptaron las estrategias oportunas para paliar el efecto de una recesión que ya está a las puertas. El futuro inmediato en lo económico es negro. Es indudable la responsabilidad del Ejecutivo por la obcecación y la cerrilidad del Presidente. Atendiendo a las circunstancias actuales, puede decirse que la 4T ha durado un año.

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