El juego ha acompañado al hombre desde la prehistoria; por ejemplo, se han encontrado antepasados de nuestros dados hechos de huesos, palos o conchas a lo largo y ancho del mundo. En la actual Turquía, se han encontrado figuras talladas que datan de por lo menos 5 mil años en lo que parece ser el primer juego de mesa descubierto, piezas similares han sido desenterradas en Siria e Irak. Tenemos también por ahí en senet, egipcio, un juego de tablero de 30 casillas con piezas de hueso o madera que data de algo así como 3 mil años de antigüedad. La antigua Grecia tenía ya, desde épocas muy tempranas, juegos de pelota; el imperio romano heredó aquellos pasatiempos. Los mismos romanos popularizaron en Europa el Ludus Latrunculorum, mencionado por Marco Terrencio Varrón décadas antes del nacimiento de cristo; este juego fue un antecedente del moderno Risk, en el que “peleaban” en un tablero soldados para conquistar territorios; se han encontrado estos tableros tan lejos como en la Gran Bretaña. Qué decir del go chino, mencionado por Confucio en las Anacletas; o el Xiangqi jugado por la dinastía Tang, los naipes y el dominó inventados también en China; o el Cuju y el Chuiwan, también de orígenes orientales, predecesores de futbol y el golf. En América se debate si unos agujeros de arcilla encontrados en la actual Chiapas pudieran ser la primer evidencia del juego en el continente, estos tienen una antigüedad, igual qu9e aquel tablero turco, de 5 mil años; hay evidencia de juegos de dados en la cultura Maya, Tolteca y Azteca; del juego de pelota ya ni hablamos.

A pesar de que el juego ha acompañado al hombre en todas las culturas, de pronto en el siglo XX la aparición de los videojuegos, pareciera que llegamos a descubrir el hilo negro de la ludopatía; los videojuegos son, parece, el germen de muchos de los males que nos aquejan: la violencia, la deserción escolar, el aislamiento (llevado a niveles importantes sobre todo en Asia). Lo cierto es que han sido una evolución natural de todos aquellos otros. Quizá lleguemos atisbar, en aquellos primeros juegos que jugó el hombre, misticismo, arte y una serie de características socioculturales que venían implícitas a la hora de jugar. Los actuales videojuegos mantienen todavía esas características y hay legiones de fanáticos cuya vida gira en torno a estos elementos.

Hoy, gran parte del debate está en la parte artística de los juegos modernos; la corte suprema norteamericana ha dado protección legal a algunos juegos como obras de arte; los juegos de hoy tienen una producción narrativa, musical y gráfica profesionales. En Francia, a partir de 2006 son considerados como bienes culturales y formas de expresión artísticas; el diseñador de videojuegos Shigeru Miyamoto fue acreedor de la Orden de las Artes y las Letras por su trabajo en este rubro. Y no son pocos los museos y galerías alrededor del mundo que han expuesto obra a partir de los videojuegos. Hoy los videojuegos inspiran libros y películas. Quizás nos estamos perdiendo de esa otra cara de los juegos modernos por prejuicios no siempre bien fundados; es decir, no basta con afirmar con nuestros juegos modernos están al nivel de los antiguos, quizá incluso implican todavía algo más que aquellos no tenían, quizás estamos menospreciando una rama del arte propia de nuestro tiempo.

herles@escueladeescritoresdemexico.com

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