Más fiestas, más actos de indisciplina y más evidencias de futbolistas que no entienden la dimensión de lo que se vive en el mundo desde que apareció la pandemia de Covid-19 y de cómo un acto de inmadurez y nulo compromiso con su profesión, daña no solamente su carrera, sino a sus compañeros, a la institución que los ha contratado, formado, confiado en ellos.

Resulta increíble que con los miles de casos positivos, que con las miles de muertes que se han registrado en nuestro país, exactamente 62,594, —solamente ayer se dieron 518 muertes por Covid-19 —, todavía existan futbolistas que a pesar de tener un reglamento interno, sigan haciendo estupideces y organizando fiestas.

Los últimos casos: el de Alan Mozo de los Pumas y de Pablo Cepellini del Cruz Azul , quienes ya se hicieron acreedores a una sanción por parte de sus respectivos clubes y ya han dado positivo por Covid-19.

En el caso del cruzazulino (que no ha jugado un maldito minuto con el primer equipo), antes del arranque del Guardianes 2020 ; el del lateral de los universitarios, recientemente contagiado en la fiesta que estos dos organizaron.

De hecho, Mozo no viajó a Monterrey para el duelo ante Tigres de la jornada pasada por esta situación. De ese tamaño la irresponsabilidad de algunos futbolistas.

Antes lo vimos con la fiesta de Alexis Vega y Uriel Antuna de Chivas que les costó un juego de suspensión y multa económica, trasciende que sólo del 20% de una quincena, así que tampoco fue para tanto.

Castigo similar al que recibirá el defensor de los Pumas por no cumplir con “el respeto a las indicaciones sanitarias”, según el comunicado del equipo. Cepellini también fue multado, pero entonces se abre el debate de si esas sanciones son suficientes.

Pareciera que no, porque a pesar de que se han dado estos castigos de parte de los clubes que han pasado por esta situación, a los jugadores no les interesa y siguen comportándose de esta manera.

Por eso es que deberían plantearse castigos más severos, sanciones que en verdad les hagan pensar dos veces en volver a organizar una fiesta o saltarse los protocolos establecidos.

Se comprende lo difícil que es para los equipos no contar con sus activos y que por eso no quieran dejarlos fuera de más de un partido, pero si no entienden, si se presenta otro de estos casos de indisciplina, los clubes ya deberían plantear en que estén disponibles todo el torneo, pero con el sueldo mínimo, a ver si eso sí les duele o los hace reflexionar; 7, 8 o 9 mil pesos al mes y que tengan que jugar y entrenar como si siguieran ganando los cientos de miles.

Y eso sí, para quien reincida, entonces buscar la baja definitiva ya que las instituciones no pueden permitir tener gente a la que no le interesen los demás. Pocos entienden lo que representa ser un deportista profesional.

En las ligas estadounidenses, deportistas evidentemente con mayor preparación, reclaman igualdad, indignados paran sus ligas em protesta; acá, lo importante parece que es el Smirnoff de tamarindo a pico de botella.

@gvlo2008 - gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx

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