Por Francisco Franco Quintero Mármol

A 18 años del 11-S muchas cosas han cambiado en la forma de llevar acabo un ataque terrorista, pero destacan tres:

1. Los ataques terroristas se hicieron más simples. Previo al 11-S, las técnicas de combate utilizadas por el terrorista generalmente eran complejas de aprender. Por ejemplo, para fabricar una bomba había que viajar, muchas veces miles de kilómetros, para dominar la técnica. Después del 11-S eso cambió mucho, porque hoy el terrorista utiliza técnicas de combate para generar un terror más simple y con instrumentos que podrían conseguirse incluso en una casa o que no requieren entrenamiento previo. Tenemos casos como la utilización de una olla a presión llena de artefactos punzocortantes para realizar el ataque en el Maratón de Boston (2013); los atropellamientos de multitudes con un camión como el ataque en Niza, Francia (2016); o los ataques con armas automáticas como el ocurrido en El Paso, Texas (2019).

Si bien sigue habiendo muchos ataques con técnicas complejas, la realidad es que el nuevo terrorista es mucho más flexible para seleccionar su instrumento para matar y por lo tanto no le es necesario viajar o aprender técnicas complicadas, muchas veces sólo necesita inspirarse en algún video publicado en internet.

2. El candidato a terrorista se radicaliza más rápido. Hay datos que nos indican que los perpetradores del 11-S les tomó en promedio unos 10 años llegar a radicalizarse cognitiva y conductualmente para estar listos y poder matar a casi 3 mil personas ese martes.

La razón era obvia ya que 1) había que estudiar para ser terrorista y ese conocimiento toma tiempo, y 2) la instrucción se realizaba en ciertos lugares por lo que había que esperar para cruzar una frontera de forma segura.

Hoy, desafortunadamente, hemos conocido casos de terroristas que se radicalizan en un año o menos. Quizá, esto ha sido posible gracias a las tecnologías de información, porque el candidato a terrorista puede aprender desde su hogar accediendo a ciertos sitios de internet o con el contacto con personas en la red que lo introducen en el terrorismo. Recordemos que el terrorista no nace, se hace, y para ello primero es radical y posteriormente es terrorista. Ese proceso dura dependiendo de varios factores políticos o sociales imperantes en donde el individuo se desenvuelve. Sin embargo, la radicalización visual, ofrecida desde algunos sitios de internet, ha tenido mucho impacto para acelerar el proceso de un individuo en su camino al terrorismo.

3. El lobo solitario es la tendencia en el terrorismo. El terrorismo tradicionalmente era una actividad que se desarrollaba en grupo. Es decir, eran personas radicalizadas bajo un objetivo político en común y con algún tipo de organización que les permitía operar. Sin embargo, esa era una actividad costosa para las organizaciones, porque había que reclutar nuevos miembros, mantenerlos y entrenarlos para que cometieran el acto. Por ello, con la flexibilización de las técnicas terroristas y de los métodos de enseñanza para la radicalización, aparecieron también los individuos terroristas. Hoy los ataques cometidos por “lobos solitarios” son mucho más frecuentes que los conducidos por las organizaciones e incluso igual de efectivos. Los casos de Anders Breivik (2011), en Noruega, o de Omar Mateen (2016), en Orlando, lo comprueban. La razón es que el terrorismo se ha vuelto, en términos ideológicos, un fenómeno más flexible y eso permite que más gente encuentre un espacio de coincidencia con las diversas ideas radicales. Sin lugar a dudas el terrorismo ha cambiado desde aquel 11-S. El problema es que eso no es una buena señal para las autoridades, porque, entre más aumenta su simplicidad, disminuye la probabilidad de detectarlos previo al acto.

Maestro en Inteligencia y Seguridad, consultor en CIS Pensamiento Estratégico y
profesor en el Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana.

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