A unos días que entre en vigor la tan mencionada NOM-035-STPS sobre factores de riesgo sicosocial en el trabajo, basta con revisar la numeralia de los trastornos ocupacionales arrojada por las investigaciones que he realizado los últimos años, cuya evidencia indica que en nuestro país 85% de los centros de trabajo son considerados tóxicos, es decir, que no cuentan con las condiciones adecuadas para el desempeño de sus colaboradores, no cuidan el talento humano y son espacios propicios para generar trastornos como el estrés laboral.

Recordemos que según la OCDE México se encuentra en el primer peldaño a nivel mundial en el tema del estrés: alrededor de 75% de los trabajadores lo padecen. Sin embargo, la lista no queda ahí, y es que a esta condición le acompañan los altos índices de adicción al trabajo (un 35% de los trabajadores sufren esta condición), de burnout (estrés crónico que afecta a 40% de los mexicanos), violencia laboral (donde 70% de la fuerza laboral manifestó haberlo sufrido en algún momento de su trayectoria), presentismo y un continuo etcétera que evidencia la realidad laboral que muchos trabajadores enfrentan a diario, y es que en los últimas dos décadas se han normalizado las malas condiciones de trabajo y el impacto en la salud, en muchos casos irreversible.

Es fundamental entender que la fórmula empresarial ha fallado y tiene afectaciones graves en la calidad de vida de los trabajadores, pero también en la empresa. Si encabezamos la lista de los países que más horas laboran, con los índices de productividad más bajos, resulta evidente que cuanto más trabajan las personas menor productividad muestran.

Por ello, pensar con optimismo que la Norma Oficial acabará con las malas condiciones de trabajo que promueven estos centros laborales actualmente es creer que el sol se tapa con un dedo, puesto que muchos empresarios están preocupados sólo por evitar esas multas tan anunciadas, las cuales pueden llegar hasta 3 millones de pesos, pero no están convencidos de la verdadera responsabilidad que tienen con sus empleados, no están dispuestos a romper los paradigmas que permitan entender que un trabajador sano será más productivo.

Tan sólo bastaría realizar una auditoría sorpresa hoy día para entender esta utopía que nos atañe. ¿Cuántas empresas están cercanas a garantizar un entorno organizacional favorable, incluyendo las dimensiones a que este término hace referencia como la formación adecuada, el reconocimiento del desempeño, condiciones y cargas de trabajo, jornada laboral y otras? ¿Cuántas empresas creen que con implementar una clase de yoga o pintar frases en las paredes ya cumplen con la NOM? Es más, ¿cuántas empresas ya tienen un proceso de implementación que detalle el diagnóstico, las acciones prioritarias, las políticas y la estrategia de comunicación que realizarán en esta primera etapa...?

Ahora bien, lo que si queda claro es que con la reforma se vuelve una obligación gestionar los factores sicosociales e implementar protocolos de no discriminación y perspectiva de género. La oportunidad está en la mesa, y las empresas que tengan a bien invertir en acciones estratégicas en torno a estos temas empezarán a ver los frutos a corto y mediano plazos. Para ello es esencial realizar una implementación por expertos en el tema, que garanticen un ROI oportuno derivado de un análisis minucioso en cada cultura de trabajo, un cumplimiento óptimo, pero sobre todo un impacto en la mejora del clima laboral y salud de los trabajadores. Y con ello, una vez que tenga trabajadores más comprometidos y satisfechos, la empresa podrá ir migrando a procesos y políticas que permitan altos estándares en desempeños, mayor competitividad y resultados.

Coordinadora e investigadora de Psicología
Organizacional en la UNAM

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