Este lunes 11 de enero se reanudan las clases en el sistema educativo nacional. Más de 25 millones de estudiantes de primaria y secundaria reanudarán sus actividades académicas, con el respaldo de 1 millón, 225 mil, 341 maestras y maestros. El regreso a clases será virtual en todo el país, pero en aquellos estados que estén en semáforo verde, que en este momento son Campeche y Chiapas, podrá comenzar la reapertura de las escuelas. La SEP ha escogido dos adjetivos para guiar este proceso: seguro y prudente. Así tiene que ser, pero me atrevo a sugerir un tercero: urgente. El costo que ha tenido la suspensión de las clases es inconmensurable, no solo en aprendizajes académicos, sino también en el desarrollo socioemocional de los niños, que necesitan tener contacto con sus compañeros y aprender a convivir en sociedad.

El gobierno ha hecho un esfuerzo importante por detener la sangría de los aprendizajes con la difusión de contenidos educativos por televisión mediante el Programa Aprende en Casa. Se trata desde luego de un paliativo, que está lejos de sustituir el proceso de enseñanza que tiene lugar en las aulas; sin embargo, hay que reconocer que la SEP logró responder a la emergencia y concretar alianzas importantes con las televisoras en favor de las niñas, niños y jóvenes de México. También hay que reconocerle al secretario Moctezuma que haya tomado la decisión de suspender las clases presenciales desde marzo, incluso cuando otros actores del gobierno abogaban por mantenerlas abiertas. Fue una decisión valiente en una coyuntura difícil y estoy convencida de que hizo lo correcto. Ahora que parece haber comenzado el principio del fin de la pandemia, es momento de volver a concederle a la educación el carácter prioritario que le corresponde como motor del desarrollo del país.

El desafío de recuperar los aprendizajes perdidos es monumental. La OCDE estima que el tiempo dedicado a estudiar de los niños en edad de cursar la educación básica disminuyó en al menos la mitad en 2019. De acuerdo con la investigación educativa los aprendizajes previos que se dejan de utilizar también se van perdiendo. Este gran déficit educativo se traducirá en menores ingresos a lo largo de la vida para esta generación y también tendrá un impacto sobre el crecimiento económico de los países. Por eso, es urgente regresar a las aulas tan pronto como sea posible, seguro y prudente. Además, es fundamental desarrollar planes remediales para que los estudiantes puedan ponerse al corriente de los aprendizajes perdidos. No se trata de regresar a la normalidad y seguir como si nada hubiera pasado. Para lograr mitigar los efectos educativos de la pandemia es imprescindible que las escuelas sean mejores y la educación sea de mayor calidad.

Los principales aliados con los que contamos para lograr este objetivo son, como lo han sido siempre, las maestras y los maestros de México. Durante la pandemia han hecho un esfuerzo sobresaliente por desarrollar competencias digitales para acompañar el aprendizaje de sus alumnos a la distancia. Estas nuevas competencias y habilidades deben potenciarse en la nueva era de la educación con el propósito de elevar la calidad educativa. La urgencia del regreso a las aulas también obliga a considerar a los maestros como trabajadores esenciales y darles un lugar prioritario en la lista de aplicación de las vacunas. Ellos estarán en la primera línea de la reconstrucción de México.

Le deseo todo lo mejor a Esteban Moctezuma en su próxima encomienda diplomática al frente de nuestra embajada más importante y saludo la llegada de la Maestra Delfina Gómez a la SEP. Tiene la experiencia y el compromiso para hacer una labor importante. Desde la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados seguiremos muy de cerca el trabajo que se lleva a cabo en materia educativa y seguiremos defendiendo la continuidad de programas que han dado muy buenos resultados, como la Prepa en Línea, el Modelo de Educación Dual y las Escuelas de Tiempo Completo.

Diputada Federal 
@cynthialopezc1 

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