Soluciones de movilidad que aportan a la seguridad vial

Soy de la opinión de que la búsqueda de soluciones que ofrezcan mayor seguridad vial es una prioridad para la movilidad en México. En el país anualmente se registran más de 300 mil accidentes1 viales y más de 16,000 decesos2, lo que coloca al país en el séptimo lugar global. Estas cifras son alarmantes.

El pasado 11 de octubre, se instauró el Sistema Nacional de Movilidad y Seguridad Vial en concordancia con la ley3 en la materia promulgada el 17 de mayo de este mismo año. Este será el pilar de la Estrategia Nacional de Movilidad y Seguridad Vial, misma que dará la directriz para reducir los índices de siniestralidad en nuestras carreteras.

El Segundo Decenio de Acción para la Seguridad Vial de las Naciones Unidas estableció la meta de reducir la mortalidad y las lesiones por accidentes de tránsito en un 50% para 2030.4 Un número creciente de países está adoptando el “Sistema Seguro”, que constituye la base de los principios de este Decenio, y en México nuestra estrategia nacional también debería emplearlo. Este enfoque reconoce que la seguridad vial es el resultado de la interacción entre usuarios, vehículos e infraestructura, por lo que el esfuerzo debe incluir a todos los actores involucrados en la movilidad.

El International Road Assessment (iRAP), organización internacional que evalúa la seguridad de las vialidades, ya ha instaurado mejores prácticas para construir vías libres de riesgos. Su metodología otorga una calificación según el nivel de seguridad incorporada a las carreteras, y con ello elabora mapas de riesgo con el fin de proponer planes para crear autopistas más seguras. Tanto la clasificación de iRAP como el enfoque de Sistema Seguro abordan medidas preventivas que reducen los riesgos de muertes o lesiones de gravedad.

Un punto importante a destacar es que en México ya contamos con infraestructura que integra estrictos estándares de construcción, gestión, y diseño para hacer efectivo el derecho a la movilidad en condiciones de seguridad. Los operadores de infraestructura vial están apostando por acoger el modelo de seguridad compartida, analizando la accidentabilidad de manera integral para acelerar el proceso de modernización de todos los sistemas viales del país.

Ejemplos de autopistas que ya van un paso adelante en la adopción de este modelo y evaluadas por iRAP con 3, 4 y 5 estrellas, pueden apreciarse en el Viaducto Bicentenario y la Autopista Urbana Norte en la zona metropolitana de la CDMX. También, el Circuito Exterior Mexiquense (CEM), una vía de 117 km que atraviesa 19 municipios en el Estado de México cuenta con sistemas predictivos de siniestralidad que registran tramos de concentración de accidentes y puntos conflictivos para ejecutar medidas específicas de mitigación.

El CEM ha innovado en términos de seguridad, introduciendo a México los sistemas de amortiguadores de impacto fijos y móviles, además de instalar New Jerseys de concreto con niveles de contención para vehículos pesados, barreras utilizadas para separar carriles de tráfico en los que circulan vehículos en sentido opuesto.5 De manera complementaria, se han fortalecido los esfuerzos en educación para fomentar una cultura vial y concienciar a usuarios y comunidades de la zona.

Con la finalidad avanzar hacia una movilidad más segura requerimos de trabajo en equipo. La industria, el gobierno y los usuarios de las carreteras debemos sumarnos a los esfuerzos de construir una cultura vial enfocada en la seguridad. Hoy estamos ante una oportunidad importante de mejorar considerablemente la seguridad de las vías de transporte de nuestro país y seguir creando caminos seguros para los mexicanos mediante la cooperación e interlocución a través del Sistema Nacional de Movilidad y Seguridad Vial serán indispensables para hacer tangible el derecho a la movilidad y a la seguridad vial en México.

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