Aunque en algunos momentos la participación de la mujer en la ciencia resulta decisiva, como cuando Margaret Hamilton y Frances Northcutt hicieron posible la llegada del hombre a la luna a través de cálculos matemáticos, el número de mujeres que participan en la ciencia es menor al de los hombres, sus percepciones menores y las dificultades sociales y familiares en la consecución de una carrera científica.

A nivel mundial que señalan que apenas el 30% de los investigadores en ciencia son mujeres y en México sólo se logra el 20% y en su mayoría en las áreas de ciencias sociales.

Las razones de la baja participación son varias y estructurales tanto familiares como culturales; privilegiar el acceso del hombre al sistema educativo, comunidades científicas y universitarias que sesgan la selección del personal masculino por una cultura machista, pagos diferenciados que desincentivan a la mujer a seguir una carrera académica de larga data, por ejemplos.

Otro factor es la subordinación que los grupos de investigación mantienen a las mujeres lo que deriva en su invisibilidad.

De manera simultánea, la pandemia de Covid-19 incrementa aún más las condiciones de asimetría. En el tiempo de confinamiento se reveló que las mujeres publicaron menos que los hombres, los proyectos que dirigen se interrumpieron y mostraron más el síndrome de burnout respecto a sus colegas masculinos. Las condiciones de encierro las condujo a asumir la gestión de la casa, cuidados de los hijos y ser un punto de contención de los conflictos domésticos y gestora de los problemas familiares.

Es tiempo de repensar en las condiciones de igualdad de género en producción de conocimiento. Esto debe iniciar con el reconocimiento de las mujeres en la ciencia, porque más allá de una cuestión de equidad, es un principio de cambio social que contribuirá a un mundo mejor e incrementar al menos en 33% el Producto Interno Bruto en las economías desarrolladas y emergentes.

No en vano, cuando la Organización de Naciones Unidas fijó el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, su objetivo fue visibilizar el papel que tienen las mujeres en la construcción del conocimiento, los avances tecnológicos, el entendimiento de la sociedad y las innovaciones producidas en el último siglo.

Entretanto, coexistirán íconos científicos obsoletos, como el asumir que la ciencia es un hombre y olvidar logros y avances de mujeres como Marie Curie. Es tiempo de la inclusión de género en el conocimiento y la ciencia.

 
Directora del Centro Estratégico de Desarrollo 

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