El problema de la violencia en general es un flagelo constante que sufre la sociedad, se presenta como el origen y el fin de la mayoría de los males en materia de seguridad y, de manera irónica, pese a su combate frontal, ha mostrado un aumento significativo con el pasar de los años. Es por ello, que la importancia de erradicar este cáncer que afecta no sólo al país, sino al mundo entero, es de transcendencia invaluable e incalculable.

Sin embargo, el tema que nos convoca en esta ocasión, parte del género de la violencia incrustado en el núcleo de las familias, recaído sobre aquellas personas que cohabitan, que se encuentran unidas por un vínculo de parentesco o simplemente están ligadas por un lazo sentimental. Estas características anteriormente citadas convierten a esta práctica (violencia familiar) en altamente dañosa y efectiva, pues llega a los individuos que se encuentran en su estado más vulnerable, al ser niñas y niños dependientes de sus padres y madres, al existir un afecto mutuo que enmascara la agresión, la dependencia económica entre cónyuges, la ofensa y menoscabo físico y psicológico de las personas de la tercera edad, etcétera;  constituyendo por lo tanto, posiblemente la fuente primordial de gran parte de los problemas de la sociedad.

¿Por qué el interés en abordar este tema?

La importancia no sólo de analizar sus causas y diagnosticar su gravedad, sino de trabajar en su prevención, reside en la trascendencia que tiene la familia como núcleo de la sociedad, considerada como escuela fundamental de los seres humanos, ya que “Los niños aprenden a definirse a sí mismos, a entender el mundo y cómo relacionarse con él a partir de lo que observan en su entorno más próximo”. Por ello, las personas se comienzan a forjar en el seno del hogar, asimilando las conductas de los ascendientes, consanguíneos y parientes con quienes conviven de manera constante, adoptando actitudes similares ante la vida, formas equivalentes de solucionar los conflictos e intereses análogos; del mismo modo, se rechazan o acogen diversas condiciones psicológicas y/o conductuales que son fruto de la crianza y de percepciones situacionales como la coacción física dentro de la familia, potencializando en diversos casos, la réplica de las conductas dañosas en otros momentos de la vida de los sujetos agredidos, perpetuando así lo que se conoce como el modelo de aprendizaje de conductas violentas dentro del hogar, el cual viabiliza en la sociedad el ejercicio de la violencia como método para solucionar problemas, e incluso, terminar con resistencias grupales derivadas de la variedad de criterios o pensamientos.

Es indudable para muchos, que la persona que vive hechos violentos en su niñez se encuentra más propensa a repetirlos, no sólo en su interacción familiar o conyugal, sino en la convivencia social en todos sus ámbitos, puesto que ha asimilado una conducta reiterada que tiende a normalizar en su criterio. Esto da como resultado la constitución de sujetos activos o pasivos de acoso escolar, portadores de conductas agresivas, individuos propensos al consumo de drogas, retraídos sociales, etcétera.

Comprensión del concepto

Para continuar con la reflexión del tema es necesario esclarecer la definición de la violencia familiar, para ello, se ha optado por elegir una definición acorde al tipo penal en el Estado de Chihuahua, así que se puede entender como: “aquella que nace del ejercicio desigual de las relaciones de poder que surgen en el núcleo familiar, y que se ejecuta cíclica o sistemáticamente por un miembro de la familia, viva o no en el mismo domicilio, contra otro a través de actos que lo agreden física, psicológica, sexual y/o verbalmente, con el fin de controlar, someter o dominar al receptor de la violencia, sin que para su existencia y prueba sea necesaria la presencia de lesiones”. La diferencia esencial de esta noción, con respecto al código penal del Estado de Chihuahua, radica en que éste último cataloga también como delito el ser ejercido hacia personas externas a la familia, es decir, a aquellas unidas por una “relación afectiva o sentimental de hecho” en las que se pueden abarcar los noviazgos y relaciones conyugales disueltas (divorcios), resultando esto completamente entendible, puesto que existen fibras sensibles emocionales en las personas implicadas que pueden producir mayor susceptibilidad al daño sentimental y al sometimiento.

Dimensión local del problema

En el Estado de Chihuahua, específicamente la zona sur compuesta por 17 de los 67 municipios de la Entidad, el delito de violencia familiar es constante y lejos de reducir su incidencia, se ha mantenido casi invariable durante 25 meses (diciembre 2015 a diciembre 2017), teniendo su más elevada cuota en el Municipio de Hidalgo del Parral con un promedio aproximado de 39 denuncias por este ilícito de manera mensual en el mismo periodo, convirtiéndose en el delito de alto impacto más denunciado en esta localidad por encima de cualquier tipo de robo en lo particular (robo a casa habitación es el segundo con más incidencia) y sólo por debajo de todos los tipos de hurto en su conjunto, si se agregasen a una misma clasificación (robo a transeúnte, a casa habitación, de vehículo y a negocio).

La información vertida hasta este punto presenta la dimensión del problema en base a las denuncias de la población, sin tomar en cuenta la denominada cifra negra que se compone de los delitos que no son manifestados por la sociedad en las vías legales correspondientes y que representan un porcentaje por lo regular altamente dominante (“el nivel de delitos no denunciados o que no derivaron en averiguación previa fue de 93.6% a nivel nacional durante 2016”); por lo tanto, se puede valorar la magnitud del dilema que representa la violencia familiar en nuestro entorno.

Conclusión

La violencia se puede percibir como un cáncer que consume a las personas en lo individual y colectivo y para el cual, no existe cura definitiva pero sí un tratamiento necesario para mejorar el nivel de vida de todos los que lo padecen, y ese método ineludiblemente debe contener como uno de sus principales objetivos el combate al delito de la violencia familiar como causa generadora de múltiples complicaciones. Este ataque al problema debe ser frontal pero pacífico, continuo pero sutil; debe desarticular todas las causas generadoras de cualquier conflicto intrafamiliar, tan generales como los problemas económicos, inequidad, falta de oportunidades, la discriminación, luchas de poder, la drogadicción, el alcoholismo, educación deficiente, e incluso tan específicos como las prácticas por parte de la sociedad, al aprobar de manera más o menos generalizada el uso de la represión física para resolver conflictos presentados con las niñas, niños y adolescentes que se cree fundado e idóneo. En esta tesitura, todos tenemos una responsabilidad y una tarea que llevar a cabo, desde el cambio de nuestra mentalidad configurada a través de los años, hasta el impulso de políticas públicas, programas y proyectos que influyan de manera paulatina en el descenso de la incidencia de este tipo de conductas que parecen pasar desapercibidas o indiferentes en nuestras vidas, pero que, cuando se ven manifestadas en nuestro entorno de forma maximizada bajo el nombre de otros ilícitos inusitados o desmesurados, es hasta ese último punto que nos preocupan y ocupan un lugar en nuestra agenda individual, grupal y nacional.

“Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia”

Mahatma Gandhi.

Diego Alejandro Guzmán Cordero

Observatorio Ciudadano de Hidalgo del Parral, Chihuahua

@FICOSEC @ObsNalCiudadano

REFERENCIAS

Roel, Santiago, “Semáforo Delictivo Nacional”, en el Semáforo, 2018, URL=, revisado el 27 de marzo de 2018.

Patro, Rosa, Limiñana, Rosa, “Víctimas de violencia familiar: Consecuencias psicológicas en hijos de mujeres maltratadas”, en anales de psicología, Murcia, junio de 2005, número 1, volumen 21, p. 14.

Ídem.

Como se cita en Barbosa, Alejandro, et al., Reflexión socioconstruccionista y política en torno a la violencia familiar, Colombia, Fundación Universitaria Los Libertadores, 2017, p. 6.

Ibídem, p. 12 y 14.

Código Penal del estado de Chihuahua, artículo 193, POE 2018, No. 21

Pérez, María de Montserrat, “Derecho de familia y sucesiones”, en Capítulo octavo, La violencia familiar, México, D.F., Nostra Ediciones, 2010, p. 105.

Ídem.

Observatorio Ciudadano de Hidalgo del Parral, Chihuahua, “Reporte de Incidencia Delictiva Hidalgo del Parral y Zona Sur” diciembre de 2017, p. 25

Ibídem, p.26.

Ibídem, pp. 17-24.

INEGI, “Encuesta Nacional de Victimización y Percepción Sobre Seguridad Pública (ENVIPE), 2017, boletín de prensa número 417/17, 26 de septiembre de 2017, p. 2/2.

Casique, Irene, “Vulnerabilidad a la violencia doméstica. Una propuesta para su medición”, en Realidad, datos y espacio revista internacional de estadística y geografía, México, año 2012, mayo-agosto 2012, número 2, volumen 3, p.53.

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