El pasado mes de octubre fui víctima de un robo a transeúnte con violencia en la alcaldía Miguel Hidalgo, independientemente de las pérdidas materiales, el suceso sirve para ejemplificar la tortuosa experiencia que miles de capitalinos viven diariamente al ser víctimas de la delincuencia.

Daré un poco de contexto sobre la modalidad del robo, fue uno de los típicos asaltos que se han dado en las partes centrales de la Ciudad de México: un sujeto que aborda a la víctima por detrás y le aplica la denominada “llave china” con el objetivo de desmayarla y despojarla de sus pertenencias, esto de noche, fuera un metro con conocida incidencia delictiva, frente a testigos (aproximadamente cinco taxistas en un sitio que se encontraba a cinco metros). Una vez consumado el hecho comencé el proceso de denuncia, teniendo contacto con elementos de la policía y la Procuraduría, la experiencia la describo a continuación.

Policía de la Ciudad de México

Fue el primer contacto que tuve, acudí directamente a una de las estaciones de policía que se encuentran en los bajo puentes, la cual se encontraba a escasos 100 metros del lugar de los hechos. La primera oficial con la que hablé me recomendó primero cancelar mis tarjeras por lo que me retiré y regresé a los 15 minutos. Al regresar solicité el apoyo para regresar al lugar de los hechos y no me fue negado, no obstante, desde ese momento los oficiales comenzaron a querer desincentivar mi denuncia, el primer comentario al respecto fue “si no lo viste, no denuncies porque no lo van a atrapar”, hecho en el cual tenía razón en el sentido en que, ciertamente, era muy complicado atraparlo (aunque uno esperaría que mínimo analizaran si hay cámaras cercanas antes de hacer recomendaciones de ese tipo), sin embargo, le expliqué que las denuncias no sólo servían para atrapar a los delincuentes, que con ellas también se puede hacer inteligencia para evitar que sigan sucediendo delitos. Aprovechando el momento y su desafortunado comentario, le pregunté por qué si saben que afuera de ese metro asaltan, que es quincena, fin de semana y es de noche, no localizan elementos en esa zona. A lo que respondió que los elementos están localizados en zonas más importantes para prevenir crímenes más graves, respuesta a la que le hubiera dado el beneficio de la duda, si no hubiera estado viendo a aproximadamente cinco elementos platicar fuera de la estación.

Tras la infructuosa visita al lugar de los hechos, al comentar que me dirigía al Ministerio Público a denunciar el jefe de sector comentó “hoy hubo un homicidio, así que te vas a tardar como seis horas en denunciar” (posteriormente en el Ministerio Público me informaron que ese día no se había cometido ningún homicidio). A pesar de esto, continué con el proceso de denuncia, agradecí la ayuda policial, pero me quedé con la sensación de que, la calidad de la policía capitalina deja mucho que desear. Y esto no es un caso aislado, la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU, 2018) correspondiente al mes de setiembre, indica que el 67.8% de los habitantes de la zona poniente (compuesta por las alcaldías de Azcapotzalco, Álvaro Obregón, Cuajimalpa de Morelos, Cuauhtémoc y Miguel Hidalgo) opinan que la policía encargada de resguardar esa zona es poco efectiva o nada efectiva, del otro lado, sólo el 3.4% declaró que la policía de la zona era muy efectiva.

Cabe resaltar que la ENECAP 2017 muestra que, en la Ciudad de México, el 79.5% de los elementos de la policía realizó funciones principalmente operativas. De ellos, 90% llevaron a cabo tareas de prevención del delito. Ante esto queda preguntarnos si esos recursos se están utilizando de la forma más eficiente. Es decir, ¿se está utilizando la información con la que cuentan sobre modus operandi, días, horas y lugares de alto riesgo? Al menos en el sector donde ocurrió el incidente… no del todo.

Ministerio Público

Del Ministerio Público debo de destacar la atención, todos los funcionarios con los que tuve contacto fueron amables en todo momento y no trataron de desincentivar mi denuncia, de igual forma, el proceso completo duró aproximadamente dos horas, lo cual me pareció un lapso largo pero aceptable.

Sin embargo, la buena atención no exime las malas prácticas. Una vez tomada la denuncia preliminar (antes de pasar con la Ministerio Público), me dieron a firmar la hoja previa, la cual decía que el delito que se había cometido era “robo de celular con violencia”, ante esto aclaré que también me habían robado la cartera, dinero y tarjetas de crédito, me explicaron que era una hoja previa y que la denuncia formal se haría ante la Ministerio Público y ella lo clasificaría de forma correcta. No muy convencido, accedí a firmar. Al pasar con la Ministerio Público, declaré y todo quedó sentado en una denuncia que fue clasificada como “robo sólo de celular sin violencia”, obviamente increpé a la funcionaria, argumentando que, no sólo me habían quitado el celular, además que había sido con violencia y el médico legista lo había corroborado. La única respuesta que obtuve fue: “no te preocupes, esa clasificación es sólo para la estadística, además ya no la puedo cambiar”. En ese momento sólo pude pensar: “no tienen la más mínima idea de para qué sirve la estadística”.

No dudo que la Ministerio Público sea una funcionaria comprometida con su trabajo, pero simplemente no le interesa que los delitos se registren estadísticamente de forma correcta, por dos motivos, el primero es porque claramente no entiende la importancia del correcto registro, el segundo es porque probablemente algún mando superior, que obviamente tampoco entiende la función de la estadística delictiva, le solicitó que registrara los delitos de forma incorrecta ¿por qué? Porque piensan que, manipulando la estadística, los ciudadanos no van a tener una percepción negativa del funcionamiento del gobierno y sus instituciones, pero no hay afirmación más errónea, dado que, la percepción de inseguridad de los ciudadanos se construye con base en las experiencias cotidianas, personales y de gente cercana (entre otros factores), no con base en las estadísticas.

Ahondando en la manipulación de cifras, cabe recordar que el Observatorio de la Ciudad de México (OCMX) detectó que, en el último trimestre de 2017 el robo a transeúnte en la Ciudad de México comenzó a bajar abruptamente según las cifras oficiales (SESNSP), posteriormente se identificó que los delitos clasificados como “otros robos” habían subido en la misma magnitud. Al reportarlo ante medios de comunicación, la PGJ-CDMX respondió en agosto de 2018, que hace 10 meses había hecho una reclasificación del delito de “robo a celular”, el cual se había sacado de robo a transeúnte y se había metido en “otros robos” (delito que rara vez es monitoreado por Observatorios o medios de comunicación por lo heterogéneo que este puede ser, y porque en teoría, esta modalidad debería de estar compuesta por muchos subtipos de robo que, por su pequeña magnitud, no es necesario asignarles un espacio en la base de datos).

La PGJ-CDMX afirma que el robo a celular es aproximadamente un 25% del total de la categoría de otros robos, lo anterior se intentó corroborar mediante la solicitud de información con folio 0113000581418, la cual, obtuvo como respuesta, datos (escaneados para variar) hasta octubre de 2017 argumentando que:

“Con la clasificación requerida por el Secretariado Ejecutivo del SNSP, y la homologación con la norma nacional tecnica del INEGI, este delito no se desagrega a partir del mes de noviembre 2017. Por lo anterior este delito ya no se desagrega, de forma particular y se anexa en otros robos, a partir del mes de noviembre de 2017” (sic).

Esto es mentira, la Ciudad de México es la única entidad (que hasta el momento ha identificado el ONC) que clasifica el robo de celulares en otros robos, además que, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública es claro, en la página 28 del “Instrumento para el Registro, Clasificación y Reporte de los Delitos y las Víctimas CNSP/38/15 (Manual de llenado)” se menciona que, el “robo de teléfono, aparato electrónico o prenda” se deberá clasificar según el lugar donde se cometió, es decir, como robo a transeúnte en vía pública, robo a transeúnte en espacio abierto al público, robo en transporte público, etcétera, lo cual tiene bastante lógica, ya que si comenzamos a clasificar según el objeto robado, pronto tendríamos clasificaciones de “robo de sweater”, “robo de pulsera”, “robo de lentes”, “robo de bolsa”, etcétera, lo cual sería  ridículo. Por lo tanto, se exhorta a la Unidad de Transparencia de la PGJ-CDMX que deje de dar argumentos falsos a los ciudadanos, puesto que la decisión de clasificar el robo de celular en “otros robos” fue tomada discrecionalmente por parte de la PGJ-CDMX y ni el INEGI en su norma técnica, ni el SESNSP en su manual, la sustentan.

Respecto a los datos más recientes, actualmente se cuenta con cifras hasta octubre, en donde el robo a transeúnte con violencia del que fui víctima, ya se encuentra dentro de la categoría de “otros robos”, sin violencia, para variar. Por lo que la cifra oficial (SESNSP), entre malos registros de Ministerios Públicos y arbitrarios cambios metodológicos en la clasificación de los delitos, muestra una reducción del delito de robo a transeúnte de 29%, la cual sería aplaudible si no fuera ficticia. Por su parte, el delito de “otros robos” aumentó 15% en este mismo periodo.

Finalmente, cabe aclarar que, no dudo de la capacidad y vocación de servicio de los policías y miembros de la Procuraduría, dudo de la capacidad de los altos mandos que continúan con la idea de que pueden tapar el sol con un dedo y que la estadística es para evaluarlos. No, la estadística no es para evaluarlos, la estadística es para generar diagnósticos y con base en esos diagnósticos tomar decisiones de política pública y crear estrategias para combatir el delito. Por lo tanto, una estadística deficiente, provoca que se elaboren estrategias con información incompleta, lo que merma la posibilidad de éxito de estas.

Es vital que, tanto policías, como el personal de la Procuraduría comprendan la importancia de tener datos de calidad, en medida de esto, y apelando a la vocación y compromiso de los funcionarios, se reducirán malas prácticas como la disuasión de la denuncia o la mala clasificación del delito.

Igualmente, no está de más, reiterar el exhorto a la PGJ-CDMX para clasificar correctamente el robo a celular, dejar de agregarlo en “otros robos” y catalogar los delitos según el lugar de ocurrencia, como indica la norma.

Como dato anecdótico, el día en el que me encontraba escribiendo este artículo fui asaltado de nuevo, mismo metro, diferente entrada, con mayor grado de violencia. Aún no denuncio porque tenía que terminar el presente documento, pero es probable que cuando lo haga vuelva a decepcionarme de las autoridades, lamentablemente.

Javier Alejandro Corzo Tellez

Investigador del Observatorio de la Ciudad de México.

@corzo_t @ObsNalCiudadano @OCMXsegura

Fuentes

ENCAP (2017). Encuesta Nacional de Estándares y Capacitación Profesional Policial (Noviembre, 2018). Disponible en:

ENSU (2018). Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (Octubre, 2018). INEGI. Disponible en:

SESNSP (2018). Instrumento para el Registro, Clasificación y Reporte de los Delitos y las Víctimas CNSP/38/15 (Manual de llenado). (Enero, 2018). Disponible en:

Encuesta Nacional de Estándares y Capacitación Profesional Policial.

Comparando los primeros 10 meses de 2018 con los primeros 10 meses de 2017.

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