Un importante número de ciudades mexicanas están pasando por una crisis de violencia sin precedente. El fenómeno no es nuevo, pues desde hace varios años nuestras urbes se han colocado como las más violentas a nivel mundial. En 2015, por ejemplo, de las 50 ciudades con mayores tasas de homicidios en el mundo, cinco fueron mexicanas (Seguridad, Justicia y Paz, 2016). Bajo estas condiciones, la metrópoli más grande del país, la Ciudad de México, también ha sido afectada por esta situación, y a nivel alcaldía el problema se expresa de forma más crítico.

La violencia letal en México se caracteriza por ser un fenómeno eminentemente urbano. Díaz (2016) dice que el homicidio intencional se encuentra altamente concentrado en las urbes de tamaño medio y grande: en 2011, uno de los más violentos en las últimas décadas, 68% de todas las muertes premeditadas ocurrieron en 199 municipios con más de 100 mil habitantes. Por su parte, Echarri-Cánovas (2012) han encontrado que 5% de los homicidios en municipios grandes y medios son responsables del comportamiento al alza de los homicidios.

La Ciudad de México ha sido arrastrada por esta crisis de violencia. Desde hace más de una década, mientras a nivel nacional se han presentado altibajos de las tasas por cada 100 mil habitantes, en la capital del país hay una tendencia ascendente de los homicidios derivado de acciones intencionales. Por ejemplo, entre 2005 y 2015 la tasa de homicidios creció en 24.64% al pasar de 9.78 a 12.19 (INEGI, 2018). Sin dejar de mencionar que en los últimos años se han alcanzado niveles nunca vistos de violencia; de acuerdo con el Observatorio de la Ciudad de México, en 2017 se alcanzó el máximo nivel desde que se tiene registro (OCMX, 2017).

Pero en el espacio intraurbano podemos encontrar una situación más critica, además de que hay patrones distribución espacial del fenómeno homicida bastante definidos. En efecto, hay alcaldías que en los últimos años superan por mucho la intensidad de homicidios intencionales registrados a nivel nacional. Por ejemplo, Venustiano Carranza reportó una tasa de 30.95 muertes por cada 100 mil habitantes, en tanto que a nivel nacional se reportó una tasa de 17.16 casos, una diferencia de más de 80% (INEGI, 2018).

En el caso de los patrones de distribución de la violencia letal en la Ciudad de México encontramos datos interesantes. Por ejemplo, en 2005, en 2010 y en 2015, la alcaldía con mayor número de homicidios intencionales entre la población fue Venustiano Carranza con tasas de 16.1, 28.5 y 30.9, respectivamente. Por su parte, Miguel Hidalgo en el primer año ocupó el tercer lugar, en tanto que en los siguientes dos fue la alcaldía con la segunda mayor tasa de muertes provocadas por acciones intencionales (INEGI, 2018).

Al realizar un análisis por números absolutos también se distingue claramente esta distribución desigual de los homicidios. Desde hace varios años tres alcaldías aportan casi la mitad de los homicidios: en 2010, Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Venustiano Carranza aportaron, en conjunto, 47.31% del total de la Ciudad; para 2015, el patrón de distribución se mantuvo, pues las tres alcaldías con mayor número de casos homicidas fueron las mismas, pero con una aportación de 48.93% (INEGI, 2018).

Después de mostrar los datos anteriores podemos decir que ya no es posible continuar con las medidas contra violencia que le han dado forma parcial a la actual política de seguridad de la Ciudad de México. Estos datos, también, invitan a que las futuras autoridades de la capital del país apliquen medidas diferenciadas en las distintas alcaldías de la Ciudad de México, incluso fortalecer acciones que tienen un alcance a escala barrial.

Pero al mismo tiempo, las tendencias generales de la violencia en la capital nos invitan a que la investigación siga desarrollándose para explorar cuáles son las particularidades sociales, espaciales o económicas que promueven o inhiben las conductas homicidas. Sin embargo, para ello es central que las autoridades, en sus distintos niveles, desarrollen sistemas de información más desagregados y que estén al alcance de los distintos sectores sociales interesados en estudiar el fenómeno. De no hacer estos cambios, es casi seguro que el fenómeno homicida seguirá siendo poco comprendido y, con ello, la tendencia mantenga su comportamiento al alza.

José Ángel Fernández Hernández

Investigador del Observatorio Nacional Ciudadano

@DonJAngel

@ObsNalciudadano

Referencias:

  • Díaz, Mario (2016). El dilema eterno: ¿Pobreza o desigualdad en la explicación del homicidio? Hallazgos inesperados y propuesta para superar el dilema. En Acta Sociológica, 70, 197-221.
  • Echarri Cánovas, C. (2012). Panorama estadístico de la violencia en México.
  • INEGI (2018) Defunciones por homicidio. Disponible en: http://www.inegi.org.mx/sistemas/olap/proyectos/bd/continuas/mortalidad/defuncioneshom.asp?s=est
  • Observatorio de la Ciudad de México (2017) Reporte anual 2017. Incidencia de los delitos de alto impacto en México. En línea: http://ocmxseguridad.org.mx/a2017/
  • Seguridad, Justicia y Paz (2016) “Metodología del ranking (2015) de las 50 ciudades

más violentas del mundo”. En línea: .

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