La inseguridad y delincuencia son los problemas que más preocupan a la sociedad mexicana. Sin embargo, el experimento social1 ¿qué debes hacer si ves esto?, demuestra lo contrario. Es un video elaborado por Mensajeros Urbanos y Alto al Secuestro, en donde se observa un secuestro en Eje Central y Avenida Juárez de la Ciudad de México y, por un momento, los transeúntes quedan impactados ante tal escena, no saben qué hacer, pero deciden retomar su rutina.

Al ser sólo espectadores, nos volvemos cómplices de dicho acto y se fortalece la delincuencia porque no hay consecuencias para los delincuentes que continuarán quebrantando la ley. Pero ser espectador no es una elección aleatoria, es conducida por el miedo que paraliza a los que forman parte de la escena. Todos buscan sobrevivir “porque alguien los espera en casa”; es por ello que muchos casos no son denunciados debido al miedo a las represalias, la desconfianza en las autoridades por actos de corrupción, la tardanza de los procesos de investigación y las trabas en las denuncias o por su actitud hostil, entonces ¿valdrá la pena exponerse cuando se sabe que hay deficiencias? Aunque todo apunte al silencio, esto no ayudará a cambiar la situación en el país.

Un primer paso es reconocer que hay un problema, como el incremento en los delitos de alto impacto; no servirá de nada negarlo, al contrario, empeorará y será como una bola de nieve en descenso, crecerá y crecerá hasta tener consecuencias irreversibles. Además, se deberá asumir responsabilidades si las instituciones de seguridad pública son ineficientes, entonces se requerirá capacitar al personal, no sólo para agilizar los trámites sino también para mejorar la atención a la víctima y evitar la revictimización. Recordemos el caso de Lesby: su cuerpo sin vida fue hallado en Ciudad Universitaria y a través de twitter la Procuraduría General de Justicia (PGJ), reveló datos de la vida privada de la víctima que no eran relevantes para el caso, lo que causó protestas por parte de los twiteros.

Las redes sociales permiten que la autoridad y la ciudadanía establezcan un diálogo, aunque la mayoría de las veces es desfavorable para las autoridades ya que evidencian su ineficacia. Además, nos permiten solidarizarnos con las historias que ocurren a diario, compartir alertas de personas desaparecidas, escribir nuestro repudio ante injusticias y exigir el esclarecimiento de los delitos, pero ¿cuántos casos han sido resueltos de forma satisfactoria? La justicia pocas veces llega.

Desafortunadamente, hay muchos ejemplos que evidencian la impunidad y uno de ellos es el caso Ayotzinapa, próximo a cumplir tres años. En redes sociales se muestra el apoyo convocando a marchas, algunas encabezadas por los padres de los estudiantes. Se publican notas sobre el avance del caso. La finalidad es conocer la verdad sobre lo ocurrido ya que nadie está conforme con la “verdad histórica” que mantienen las autoridades. Las redes han permitido que especialistas hablen sobre las contradicciones que hay en el caso, una de ellas es sobre los cuerpos calcinados.

El panorama aún es turbio, se continúa hablando del tema, pero se enfrenta con el resto de los acontecimientos que a diario escandalizan y también con la apatía de la gente, que al ser una “nota fresca” es tema de conversación que, velozmente, pasa al olvido porque lo importante es continuar con las actividades cotidianas. El estado de la sociedad puede resumirse en esta frase “siempre y cuando no me afecte ¡que el mundo siga girando!”, pero ese pensamiento provoca la desvalorización de cada individuo en la sociedad, es no darse cuenta que nuestros actos afectan a los demás.

Es paralizante vivir con miedo, intimidados, no poder transitar con seguridad sin importar el horario, tratar de “no provocar” a los delincuentes para que no seamos seleccionados como su presa. Nos encontramos en un estado de alerta donde se toman diversas medidas como no llevar objetos llamativos, mantener las ventanas del vehículo cerradas durante un recorrido, entre otras acciones. Acaso ¿no es esto vivir con miedo, vivir a la expectativa, sospechando de los que te rodean?

No basta con el deseo de generar un cambio, es necesario pasar a la acción. Para ello es fundamental estar informado, conocer nuestros derechos y obligaciones, cumplirlas porque traen un beneficio posterior. Si queremos hacer un cambio, habrá que realizar acciones que sean coherentes al modo de vida que queremos. Nadie quiere ser víctima de robo, pero adquieren productos de dudosa procedencia por lo barato que son. Si alguien encuentra un objeto es casi seguro que se lo quede, pocas personas buscan al dueño para devolverlo. Simplemente no es coherente.

El ritmo de vida actual hace que vivamos a prisa, por lo que se buscan soluciones “rápidas” y “efectivas” cuando, por ejemplo, cuando alguien estaciona su vehículo en un sitio no permitido, un policía lo infracciona y la solución más sencilla es ofrecer “una mordida”. En ese momento no se evalúan las consecuencias de la corrupción, sólo se pretende llegar a una solución rápida con tal de retirarnos del lugar. Otro ejemplo común donde no está presente la coherencia, ocurre cuando se protesta por los escándalos que involucran a autoridades en actos de corrupción, pero en las vidas cotidianas, la fomentamos.

El cambio vendrá con pequeños actos que serán replicados, ya que tendrán su impacto a largo plazo. La información es una herramienta de gran peso para tomar decisiones y, es por ello, que los ciudadanos tenemos que crear un nuevo estilo de vida donde sean coherentes nuestras demandas.

Citlaly Andrade Paredes

Investigadora del Observatorio Nacional Ciudadano

@ObsNalCiudadano @Cit_par

Mensajeros Urbanos, (17 de julio, 2017), Así reaccionó la gente ante un secuestro en la ciuduad de Mexico// experimento social Recuperado de

Villalobos, Areli, (5 de mayo, 2017) Con hashtag #SiMeMatan repudian a la PGJ por revictimizar a la joven hallada muerta en CU. Proceso. Recuperado de

Google News

Noticias según tus intereses