Señor Director:

Me dirijo a usted con un solo propósito que consiste en formularle una serie de argumentos reales y serios en relación con la publicación de la columna de Salvador García Soto, publicada el pasado jueves 23 de enero, con el título “Vienen dos escándalos de corrupción en las aduanas”.

El columnista se ha ganado un prestigio como proveedor de información, el cual reconozco y por ello es importante que también conozca mi desmentido a ese artículo.

No hay nada, absolutamente nada, en mi actuación dentro del servicio público que me avergüence o que me quite el sueño, soy un hombre con la conciencia tranquila.

Mi desarrollo y mi conducta como titular de la Aduana de Puerto Progreso, Yucatán, está debidamente documentado y soportado, existen evidencias y estadísticas que desacreditan en su totalidad cualquier dicho que pretenda demostrar lo contrario. Informes, oficios y demás instrumentos institucionales dan cuenta de manera histórica y paso por paso que mi desempeño es óptimo, eficiente y honorable.

Le puedo decir que el narcotráfico es un delito muy grave, lo sé porque soy abogado y jamás, por ningún motivo, ni en ninguna circunstancia, apoyaría ni facilitaría ni formaría parte de ello; es sin duda un delito que me lastima y me ofende tanto como a la sociedad entera.

La información difundida en la columna hace como una realidad una supuesta permisividad y participación de mi persona en delitos graves, cuando no lo es y eso lesiona por mucho mi honor, mi imagen, mi trayectoria profesional y mi reputación intachabel. El artículo me causa un descrédito personal y un daño moral, al puntualizar presunciones falsas de manera categórica que no corresponden desde la línea periodística hacerlo; puedo decir, sin lugar a duda, con la frente en alto, que es falso y no es profesional expresarlo de esa manera.

Manifiesto categórica y contundentemente que no he recibido ningún otro ingreso distinto al que tenga derecho como funcionario. No tengo ningún trato ni relación alguna con personas extrañas a la actividad legal de mi administración en la aduana, extranjeras o nacionales; no realizo ni formalizo negoaciones o acuerdos con delincuente alguno; estoy alejado, muy alejado de cualquier actividad que pueda resultar una responsabilidad indecorosa, y sabe ¿por qué?, porque están por encima de cualquier cosa mi honorabilidad y reputación como servidor público; porque me debo a mí, a mi familia y a quien sirvo en este momento, que es la sociedad.

Desde mi llegada como administrador en Puerto Progreso se acabó con la permisividad y para ser mayormente eficaz, incrementé en todas las operaciones las revisiones aduaneras los instrumentos tecnológicos de seguridad como rayos X, gamma y demás sistemas de videovigilancia; incluyendo los equipos caninos para la detección de mercancía sensible de carácter restrictivo como son aquellas que constituyen un delito.

Para su conocimiento, en la Aduana de Puerto Progreso no hay lugar para movimientos sospechosos, ni cargamentos ilegales; trato continuamente, sin descanso, escalar hacia la Aduana más segura del país; lo que sí hay son procedimientos administrativos y denuncias formales por contrabando de materiales indebidos; así como separación de funcionarios por actos de corrupción y son esas causas, junto con otros intereses de grupos, la razón que ha impulsado la dolosa filtración.

Puntual y oportunamente informo, a quien debo de hacerlo, de los logros alcanzados en mi gestión y de las consecuencias provocadas al combatir la corrupción que existía en Puerto Progreso, por ello los ataques mediáticos y filtraciones a los que he sido expuesto, porque hemos trastocado intereses que sobreviven solo por el suspiro del pasado y que no prosperan ante la determinación institucional de no dejar pasar y no dejar hacer, determinación que comparto y correspondo con mis actos íntegramente.

Estoy a sus órdenes para confrontar mis argumentos ante los señalamientos y documentar que quien le llevó información al columnista respecto a mí, lo engañó.

Guillermo C. Calderón León

Director de la Aduana de Puerto

Progreso, Yucatán

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