El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reveló ayer el esperado plan de reforma fiscal que, según lo prometido por el magnate, tendría que ayudar a la clase media, pero que en realidad, al menos por el momento, sólo tiene un gran ganador: las empresas.

La reducción del impuesto de sociedades de 35% al 20% es la medida más destacada de un plan que debe “reducir la carga impositiva para las familias” estadounidenses, pero que sigue bajo escrutinio porque, de acuerdo con sus opositores, solamente beneficia a los ricos.

Tras la derrota con la reforma de salud —abandonada de forma definitiva, aunque ayer Trump aseguró que los republicanos “tienen los votos”—, el código fiscal es el nuevo objetivo de la Casa Blanca para conseguir de una vez por todas un triunfo en el Congreso, que se le ha negado.

La reducción de siete a tres de los tramos impositivos, hacer que los primeros 12 mil dólares no estén cargados con tasas, la desaparición del impuesto de sucesiones y la elevación de las deducciones para familias con hijos son, a grandes rasgos, los elementos que quiere incluir en la ley, aunque todavía faltan muchos detalles por definir.

Sin embargo, es la rebaja de los impuestos a las empresas el elemento central de la propuesta.

“Es un cambio revolucionario, y los que más van a ganar serán los trabajadores de clase media porque los empleos volverán a nuestro país, las compañías empezarán a competir por los trabajadores estadounidenses, y los salarios seguirán creciendo”, aseguró el presidente en un discurso que pronunció ayer en Indiana.

Otro de los factores con los que Trump quiere vender su propuesta es la “simplificación” de la declaración de la renta, que —aseguró— se hará “en una sola hoja de papel”. Los contrarios a la medida no ven claro el plan, acusando que se eleve de 10% a 12% la tasa para las rentas más bajas y apuntando que los más ricos pasarán de 39.5% a 35%.

Para Chuck Schumer, el líder demócrata en el Senado, esta propuesta es un ejemplo claro de que personas como Trump serán las más beneficiadas por una propuesta que, en su opinión, es un “alivio para los ricos”.

Ante las críticas el magnate respondió: “Esta reforma fiscal protegerá a las familias de ingresos medios y bajos, no a los ricos. Pueden llamarme lo que quieran, pero no va a servir de nada, porque estoy haciendo lo correcto”.

No será fácil conseguir que su “marco unificado para arreglar nuestro fallido código fiscal” supere el escollo del Congreso sin modificaciones, ante un reto que no se consigue desde hace más de tres décadas.

Los republicanos se posicionaron de forma unitaria a favor de la propuesta de la Casa Blanca, alabando un plan “más simple y más justo” que va a crear “más empleos, impuestos más justos y mayores nóminas” para todos los estadounidenses.

El gobierno de Donald Trump espera que los incentivos fiscales y la simplificación harán crecer la economía del país sirviendo de impulso que compensará la falta de ingresos a través de los impuestos.

Sin embargo, un estudio de una organización independiente, el Comité para un presupuesto federal responsable, calcula que la propuesta costará 2.2 billones de dólares a las arcas del gobierno estadounidense en los próximos 10 años.

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