Tras anunciar la cuarentena de la embarcación Diamond Princess, que llegó el pasado 3 de febrero a aguas japonesas por sospechas de posible presencia del virus, las autoridades han confirmado al menos 135 contagios. Uno de los infectados, de nacionalidad argentina, es el primer contagiado latinoamericano en registrarse.

Al menos ocho argentinos más se encuentran a bordo, en compañía de chilenos y dos mexicanos. En redes sociales, algunos pasajeros han publicado fotos de alimentos, mensajes de actualizaciones que pueden escuchar por medio de bocinas e incluso actividades físicas y de ocio que mantienen dentro de las habitaciones para distraerse.

Los pasajeros a bordo permanecen en constante atención bajo las precauciones de la tripulación, que les exigen notificar si presentan síntomas relacionados con el virus.

Yolanda Rocha, mexicana a bordo de la embarcación, explicó a Caracol Radio que “en cuanto a comida, estamos bien, nos están suministrando el desayuno, comida y cena. Salimos un ratito a tomar el sol con guantes, escafandra, bien abrigados”. Añadió que les permiten tomar aire en ciertos lapsos.

“Estamos completamente encerrados, nada más el capitán da un anuncio de que algunas cabinas pueden salir a caminar unos 30 minutos”, contó. Autoridades prevén que a mediados de mes llegue a su fin la cuarentena, pero adelantó que dejaría abandonar el crucero a los pasajeros de mayor edad y los que sufran enfermedades crónicas. “Con la salida de los infectados de hoy probablemente podamos salir el día 19 de febrero, si no hay más brotes (...) No hay nada seguro, algunos perdimos nuestros boletos de avión, otros noches de hotel”, dijo.

Yardley Wong, otra pasajera, ha estado tuiteando constantemente. Agradeció las muestras de apoyo que, dijo, le dan fuerza en su aislamiento. En su más reciente tuit expresó su preocupación por la salud de su madre. “No está bien. Tiene un derrame en el ojo”, contó. También difundió un audio en el que el capitán del barco anuncia que se dará prioridad a quienes están en habitaciones sin ventanas para salir a tomar aire y sol.

David Abel, un británico que decidió viajar en el crucero para celebrar su 50 aniversario de bodas, ha estado transmitiendo en facebook. En uno de sus videos afirmó que la embarcación se convirtió en una “prisión flotante”.

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