San José.—Desarraigados, sin empleo y en zozobra por la prolongada crisis política sin desenlace en Venezuela, más de tres mil venezolanos deambulan sin rumbo por los mercados informales de la ciudad de Quito, Ecuador, en busca de cualquier opción para ganar algo de dinero, en una competencia con unos 27 mil ecuatorianos atrapados en la economía subterránea. En un deterioro humano imparable, decenas de venezolanas se prostituyen en antros de Bogotá y centenares de miles de sus compatriotas viven sin ruta determinada en suelo colombiano.

Brasil se añade a los agudos conflictos en Ecuador y en Colombia por la masiva e incontenible migración venezolana alentada por múltiples factores: hiperinflación, violencia política, desabasto de medicinas, alimentos y artículos básicos, además de inestabilidad financiera e ingobernabilidad.

Mientras prosigue el incesante flujo de venezolanos a esas tres naciones, además de Panamá, Perú, Chile o Costa Rica, su situación en comunidades brasileñas se asemeja a la que padecen en tierras ecuatorianas o colombianas.

Un juzgado de Brasil ordenó el 5 de agosto anterior cerrar fronteras para contener el ingreso de venezolanos por el norteño estado de Roraima hasta que haya condiciones humanitarias para atender el flujo, que ya repercute en los servicios sociales.

El paso limítrofe fue cerrado el lunes 6, pero un tribunal exigió reabrirlo el martes 7. Registros oficiales revelaron que unos 500 venezolanos entran al día a Brasil desde Venezuela.

“El éxodo de venezolanos es uno de los movimientos de población masivos más grandes de América Latina en la historia”, advirtió el Alto Comisionado de la Organización de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en una declaración que envió a EL UNIVERSAL.

Numerosos venezolanos se movilizan “a pie en una odisea de días e incluso semanas en condiciones precarias. Muchos se quedan sin recursos para continuar su viaje y se ven obligados a vivir en condiciones difíciles en los parques públicos, recurriendo a la mendicidad y otros mecanismos perjudiciales para hacer frente a sus necesidades diarias”, señala el organismo.

Este constante flujo de personas ya detonó una crisis migratoria y humanitaria en Brasil, Colombia y Ecuador. El gobierno del presidente colombiano Iván Duque, quien cumplirá hoy una semana en el poder, anunció que pedirá a la ONU designar a un enviado especial que atienda la situación.

Colombia, que comparte una frontera de 2 mil 219 kilómetros de longitud con Venezuela, recibió más de un millón de migrantes en los últimos 12 meses, según datos oficiales. El 2 de agosto, y al final de su gobierno, el entonces presidente, Juan Manuel Santos, regularizó la permanencia en Colombia de unos 820 mil venezolanos con beneficios sociales, sanitarios, educativos y laborales, entre otros.

ACNUR precisó que unos 547 mil venezolanos —entre 2 mil 700 y 3 mil diarios— entraron desde inicios de 2018 a Ecuador por la frontera con Colombia.

La afluencia aumentó y, en la primera semana de agosto, ingresaron cerca de 30 mil venezolanos, más de 4 mil por día, alertó.

El gobierno de Ecuador, que ubicó el número en 4 mil 200 diarios, decretó el pasado 8 de agosto una emergencia migratoria.

Pero la crisis prosigue y en la economía informal de tabaco, dulces, jugos, frutas, caramelos, pan, cargadores de celulares y otros bienes, los venezolanos compiten con los ecuatorianos en las calles de Quito, sin certidumbre sobre sus ingresos en un mercado volátil y en dudas de su futuro y el de Venezuela.

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