La Habana. Después de 59 años, tres meses y 19 días de revolución cubana, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez se convirtió en el quinto cubano que, sin ostentar el apellido Castro, asumió la jefatura de Estado de Cuba.

Pese a que, luego de la victoria revolucionaria de 1959, la presidencia de Cuba fue ejercida por los cubanos Manuel Urrutia Lleó, del 2 de enero al 17 de julio de ese año, y Osvaldo Dorticós Torrado, del 17 de julio de 1959 al 2 de diciembre de 1976, el poder real siempre quedó depositado en los hermanos Castro Ruz.

Por un lado, dominó Fidel, comandante en jefe de la revolución y fallecido el 25 de noviembre de 2016 con 90 años, y por el otro, controló Raúl, general de ejército y al mando del país primero temporalmente desde el 31 de julio de 2006 por problemas de salud de su predecesor y luego en forma definitiva a partir del 24 de febrero de 2008.

Nacido en 1908, Urrutia rompió con Fidel en julio de 1959 por un conflicto sobre su exigencia de convocar a elecciones generales, se refugió en la embajada de Venezuela en La Habana y se exilió en Estados Unidos, donde murió en 1981.

Dorticós, nacido en 1919, se mantuvo leal a la revolución y se suicidó en 1983.

Como líder cubano indiscutible y con el timón del poder sobre Urrutia y Dorticós, Fidel fue primer ministro del 16 de febrero de 1959 al 2 de diciembre de 1976 y ocupó, del 3 de octubre de 1965 al 19 de abril de 2011, el verdadero mando: primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC).

A diferencia de la cúpula germen de la revolución, Díaz-Canel nació después de 1959 —cumplió 58 años este 20 de abril— y nunca fue parte de la generación de los barbudos que, victoriosos tras una guerra de guerrillas desde 1956 que registró sus etapas bélicas cruciales en el oriente y en el centro de Cuba, irrumpieron triunfantes en La Habana en enero de 1959 al mando del comandante.

A ese bloque inicial pertenecieron guerrilleros famosos y ya fallecidos, como el argentino-cubano Ernesto Che Guevara de la Serna (1928-1967) y los cubanos Camilo Cienfuegos Gorriarán (1932-1959) y Juan Almeida Bosque (1927-2009). También son parte los comandantes de la revolución sobrevivientes, como Ramiro Valdés Menéndez, vicepresidente de los dos consejos (cumplirá 86 el 28 de este mes), y Guillermo García Frías, de 89.

De 1959 a 2018, y por conspirar en cuarteles, traicionar en secreto o intrigar a espaldas del liderazgo histórico, que siempre repitió que “dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada”, numerosos dirigentes quedaron rezagados, encarcelados, olvidados, marginados o fuera de juego.

Entre esos nombres están los del comandante Hubert Matos (1917-2014), protagonista en octubre de 1959 de la primera gran rebelión militar en contra del todavía primer ministro y encarcelado por 20 años. También figuran los ex cancilleres Roberto Robaina —defenestrado en 1999 por tratos irregulares con extranjeros— y Felipe Pérez Roque, caído en desgracia en 2009 con el ex vicepresidente Carlos Lage Dávila al descubrirse sus burlas sobre Raúl.

“La miel del poder por la cual no conocieron sacrificio alguno despertó ambiciones que los condujeron a un papel indigno”, acusó Fidel, en un artículo en el que describió el comportamiento de ambos. “El enemigo se llenó de ilusiones con ellos”, contó.

Robaina, Pérez Roque y Lage apenas son hoy capítulos políticos del olvido interno.

Así, y tras sortear múltiples obstáculos y trampas, Díaz-Canel entró en 2013, y al amparo de la fidelidad a los dos Castro, en la recta final hacia el poder. Los 605 miembros de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento nacional unicameral), electos en comicios generales el pasado 11 de marzo, se instalaron el pasado 18 de abril en la novena legislatura desde 1976 —funcionará hasta 2023— y votaron ese día para designar al presidente de los consejos. El resultado de la votación fue anunciado el 19 de este mes.

La Constitución de Cuba (emitida en 1976) determinó que la Asamblea, “órgano supremo del poder del Estado”, elegirá de entre sus diputados al Consejo de Estado, integrado por un presidente, un primer vicepresidente, cinco vicepresidentes, un secretario y 23 miembros más. El presidente del Consejo es “jefe de Estado y jefe de Gobierno”, estableció.

Todo se enlaza en la rueda del poder en Cuba.

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