Washington.— Estados Unidos impuso ayer nuevas sanciones contra Rusia, las más importantes anunciadas hasta ahora por la injerencia en las elecciones presidenciales de 2016. El castigo a Moscú es un aviso que debería servir de acción disuasoria para que frenen cualquier intento de volver a inmiscuirse en comicios en EU, especialmente las legislativas previstas para el próximo noviembre.

En esta última acción del Departamento del Tesoro de EU, en total fueron 19 personas y cinco entidades las sancionadas, entre ellas los 13 individuos y tres empresas acusadas formalmente ante la justicia por fraude al pueblo estadounidense por el fiscal especial que investiga la trama rusa, Robert Mueller.

En medio de la tensión de los aliados occidentales contra Rusia por el envenenamiento de un ex espía en Londres, las sanciones llegadas desde EU —y que no serán las últimas, según fuentes de la Casa Blanca— son una advertencia severa de que si Moscú no cambia sus acciones, la presión y aislamiento seguirán con todas las acciones necesarias.

Las sanciones llegan mes y medio más tarde de lo previsto, lo que volvió a sembrar dudas sobre la relación entre los líderes de Washington y Moscú y su consecuencia a nivel geopolítico. Sin embargo, el mes pasado Trump pareció asumir que la trama rusa era real y su posición se ha movido para alejarse de Vladimir Putin.

Entre los afectados está la Agencia de Búsqueda de Internet, considera da la “granja de trols” que se dedicaba a esparcir fake news (noticias falsas) para crear división en la sociedad estadounidense y apoyar a Trump en su carrera presidencial, y varios oligarcas que verán cómo sus activos en Estados Unidos son congelados.

También se sancionó a las dos principales agencias de espionaje ruso, la doméstica FSB y la militar GRU, dos oficinas para las que las medidas de represalia estadounidense son más simbólicas que efectivas.

“La administración enfrenta y contrarresta la actividad cibernética maligna de Rusia, incluyendo su intento de interferencia en las elecciones estadounidenses, los ciberataques destructivos y las intrusiones dirigidas a la infraestructura crítica”, aseguró en un comunicado el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin.

Y es que las sanciones no son sólo por la injerencia electoral, también es una represalia por los continuos ciberataques detectados por el espionaje estadounidense. El más grave, el conocido como NotPetya, surgido en Ucrania hace casi un año y considerado el más destructivo y costoso de la historia y que perturbó la distribución de medicamentos a nivel mundial.

Los ciberataques rusos no sólo son los intentos de inmiscuirse en las elecciones o poner trabas a la distribución de medicamentos. Ayer, funcionarios del gobierno de EU dijeron por primera vez que tienen pruebas del intento de piratas informáticos rusos de sabotear la red eléctrica, las plantas de agua, los sistemas de transporte aéreo y otras infraestructuras clave del país, incluyendo centrales nucleares.

Según los oficiales, que se mantuvieron en el anonimato, la actividad de Moscú en ese ámbito se remonta a marzo de 2016 y “sigue en curso”.

Avances en pesquisas. Donde también hay novedades es en la investigación de la trama rusa. Medios estadounidenses pudieron confirmar que el fiscal especial ha solicitado a la Trump Organization todos los documentos en su poder sobre negocios con Rusia “y otros asuntos”, acechando todavía más al entotno cercano del presidente en su investigación.

Hace unos meses, el mandatario aseguraba que indagar en el entramado empresarial o algún miembro de la familia significaría cruzar una línea roja, lo que se entendió como una amenaza de despido. Por el momento, la citación de documentos ya se produjo y la Casa Blanca ha declinado comentar, más allá de reafirmar su interés en colaborar con las pesquisas del Rusiagate.

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