Ansiosa, jubilosa y entusiasmada, Colombia entró hoy en la madrugada en la cuenta regresiva final para recibir en horas de la tarde al Papa Francisco .

El vuelo AZA 4000 de Alitalia del avión Airbus 330 Pastor 1 despegó a las 04:12 horas en Colombia (03:12 en el centro de México) desde Roma con destino a Bogotá con el Santo Padre a bordo y con un séquito de cerca de un centenar de personas, entre autoridades religiosas de Colombia y de la Santa Sede, periodistas y personal logístico.

Francisco llegará hoy a las 16:30 horas, según el programa oficial de la visita apostólica a cuatro ciudades colombianas, aunque el vuelo podría adelantarse.

La aeronave deberá hacer una maniobra para evitar toparse en el mar Caribe con la influencia del huracán Irma, un fenómeno meteorológico ya con categoría 5 que, de acuerdo con el Centro Nacional de Huracanes, de Estados Unidos, es potencialmente catastrófico y es el más potente jamás formado en el Océano Atlántico.

El aparato entrará al norte de América del Sur por territorio venezolano rumbo a Colombia, por lo que tras salir de Roma, el Papa hizo alusión a Venezuela y, sin mencionar su profunda crisis política, socioeconómica e institucional, abogó por restablecer el diálogo para solucionar los graves conflictos que sacuden a ese país.

El Sumo Pontífice será recibido en el sector militar del aeropuerto internacional El Dorado, de esta capital, por el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y su esposa, María Clemencia Rodríguez.

Francisco subirá luego al papamóvil y a las 16:50, según el programa, emprenderá un recorrido de aproximadamente 15 kilómetros del aeropuerto a la Nunciatura Apostólica, en esta ciudad, sobre la calle 26, una de las más importantes de Bogotá y que comunica con la terminal. El gobierno colombiano prevé que solo sobre esa arteria capitalina se congregarán entre 280 mil y 350 mil personas para observar el paso del papamóvil.

El jesuita Jorge Bergoglio, que se convirtió en el primer papa americano al ser elegido el 13 de marzo de 2013 luego de que el Papa Benedicto XVI renunció el 28 de febrero de ese año al solio, es el tercer Obispo de Roma que visitará Colombia. El primero fue Paulo VI, del 22 al 24 de agosto de 1968, y el segundo fue Juan Pablo II, del 1 al 7 de julio de 1986.

Bergoglio estará hoy y mañana en Bogotá. El viernes se trasladará a Villavicencio, capital del central departamento del Meta, y por la noche retornará a esta ciudad. El sábado irá a Medellín, capital del noroccidental departamento de Antioquia, y regresará de noche a Bogotá. El domingo se despedirá de esta capital, porque viajará a Cartagena de Indias, capital del norteño departamento de Bolívar, sobre el mar Caribe, para concluir la visita e iniciar el retorno a Roma.

En una intensa labor en su primera visita papal a este país, en la que siempre dormirá en Bogotá, Bergoglio entrará en contacto con numerosos protagonistas de múltiples escenarios de la vida nacional, como víctimas de la violencia—ex guerrilleros, militares, policías y civiles—y discapacitados, ancianos, niños, indígenas, afrocolombianos y empresarios o jóvenes expuestas a la prostitución y rememorará épocas de la esclavitud en este país.

Un factor que estará en el corazón del periplo será la pacificación de Colombia. Las ahora ex insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno colombiano firmaron en noviembre de 2016 un acuerdo de paz que, tras una fase de negociaciones ejecutada desde noviembre de 2012 en Cuba, puso fin a más de 52 años de conflicto bélico entre ambos bandos pero que polarizó a la sociedad de este país que rechaza o acepta los términos que llevaron al fin de la guerra.

En ejecución en 2017, el pacto permitió desmovilizar y desarmar a la guerrilla, convertirla en partido político legal y reinsertar progresivamente a sus más de 7 mil combatientes, con otros conflictivos procesos paralelos judiciales y socioeconómicos en desarrollo. Francisco expresó reiteradamente su respaldo al proceso de paz y Colombia está involucrada ahora en la etapa del post—conflicto y pendiente de pactar la pacificación con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Los más de 52 años de enfrentamiento bélico, según cifras oficiales, dejaron 8 millones 68 mil 272 víctimas, más de 225 mil muertos, unos 45 mil desaparecidos, más de 6,4 millones de desplazados a la fuerza y un abultado saldo por terrorismo, secuestro, torturas, delitos contra la libertad e integridad sexual, pérdida de propiedades y abandono o expulsión de tierras.

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