Washington.— El segundo round de debates de precandidatos demócratas a la presidencia de Estados Unidos fue mucho más tenso que el del día anterior, fruto en parte de que entre los 10 participantes estaban los mayores pesos pesados de este inicio de la contienda.

El envite más brutal fue el que enfrentó al exvicepresidente Joe Biden y a la senadora Kamala Harris, quien lo encaró aprovechando un escándalo reciente del exvicepresidente en el que no se arrepentía de haber trabajado codo con codo con senadores segregacionistas cuando estaba en el Congreso. “Fue doloroso escucharlo hablar de la reputación de esos senadores”, espetó la senadora, criticando el que él no se opusiera en su momento a la segregación racial en las escuelas.

Harris fue, sin duda, la gran triunfadora de la segunda noche de debates, la que unía a los que se intuyen candidatos con más posibilidades. Fue ella también la que comandó el debate en el terreno migratorio, asegurando que en su primer día en el Despacho Oval firmaría órdenes ejecutivas para reinstaurar DACA y ampliarlo a padres y veteranos, además de que sacaría a niños de jaulas en los centros de detención de la frontera y apostaría por un cambio significativo de las leyes de asilo.

“Donald Trump no representa nuestros valores. Y eso debe terminar”, sentenció.

Biden fue cuestionado por la política de deportación del presidente Barack Obama, con quien fue vicepresidente. El demócrata contestó que es “casi inmoral” compararla con la que aplica hoy Trump.

También destacó, por su serenidad y claridad de exposición, el alcalde de South Bend (Indiana), Pete Buttigieg, el jovencísimo aspirante que representa el cambio generacional en el partido. Esa necesidad de regeneración estuvo presente durante la noche, especialmente cuando el congresista Eric Swalwell exigió a Biden apartarse del camino y “ceder la antorcha”.

En su línea, el veterano senador Bernie Sanders recurrió a sus grandes éxitos para establecerse como un candidato fuerte e insistente con sus ideas de una “revolución política” para cambiar EU.

Si la primera noche el debate fue civilizado, en la segunda hubo más gritos, más interrupciones y más ganas de tener cuota de pantalla. Salud fue uno de los temas que dominó la contienda. También se multiplicaron los ataques y referencias a Trump: por ejemplo, Sanders lo calificó de “mentiroso compulsivo” y Biden lo acusó de poner al país en “una situación horrible”.

Igual que la primera noche, Trump estuvo pendiente del debate y mientras hablaban de migración, tuiteó: “Todos los demócratas acaban de alzar la mano a favor de dar a millones de extranjeros indocumentados atención médica ilimitada. ¿Y si atendemos primero a los estadounidenses?”.

El próximo envite, donde se volverán a ver estos 20 candidatos (y probablemente alguno más, si es que cumplen con los requisitos establecidos), será a finales de julio en Detroit.

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