San José.— Enfadado e incómodo, Carlos Alvarado Quesada, presidente electo de Costa Rica, interrumpió momentáneamente una entrevista con EL UNIVERSAL cuando se le preguntó sobre las denunciadas violaciones a los derechos humanos por las políticas antiinmigratorias del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El costarricense amenazó con terminar la conversación periodística y alegó que no pondría en riesgo sus futuras relaciones con Washington por el lío de los migrantes irregulares.

La entrevista comenzó el martes 3 de abril por la tarde dentro del vehículo del próximo mandatario, luego de asistir a entrevistas en una estación radiofónica y con la prensa local  en el noroeste de San José.

Alvarado aceptó la presencia de este diario en su automóvil para conceder una entrevista exclusiva durante su traslado al este de la capital costarricense.

Sin embargo, la conversación duró menos de 10 minutos y acabó a 300 metros de iniciado el recorrido porque Alvarado se mostró molesto y reacio a opinar de la crisis migratoria entre Estados Unidos y México, a lo que respondió con frases lacónicas sobre asuntos como la crisis política en Venezuela y la guerra contra el narcotráfico.

Luego de que la política internacional quedó fuera de los debates de la primera vuelta electoral, efectuada el 4 de febrero anterior, y de la segunda, el pasado domingo, EL UNIVERSAL buscó en Alvarado sus criterios acerca de asuntos interamericanos.

Tras opinar en forma lacónica, sin referirse específicamente, sobre el plan de Trump de construir un muro en la frontera con México, se le pidió de inmediato una opinión directa y volvió a exponer cuestiones generales sobre derechos humanos. Luego se le preguntó sobre la crisis con los migrantes irregulares en EU con las deportaciones y los denunciados abusos con violaciones a sus derechos humanos.

Fue en ese instante cuando Alvarado, sin esconder su incomodidad, colocó su mano sobre la grabadora y preguntó: “¿Podemos parar un momentito?”.

La grabadora fue detenida y Alvarado adujo que sólo tenía dos días como presidente electo, con una agenda concentrada en la política interna. Además alertó que suspendería la entrevista si se le seguían presentando ese tipo de preguntas. También argumentó que tampoco estaría dispuesto a arriesgar sus relaciones con Estados Unidos por el problema de los migrantes irregulares.

Al replicársele acerca de la importancia de conocer sus criterios en asuntos internacionales al ser presidente electo de Costa Rica, Alvarado persistió en su negativa a contestar más preguntas. De nuevo se le insistió que la obligación de un periodista es preguntar sobre todo tipo de materias.

“Yo también soy periodista”, replicó varias veces.

Luego aceptó abordar otros asuntos de política exterior pero, a partir de ese momento, sin poder ocultar su fastidio, sus respuestas fueron escuetas, casi telegráficas.

Con respuestas parcas, se refirió a la crisis en Venezuela, a la situación política de Cuba, a las relaciones de Costa Rica con el foro comercial de la Alianza del Pacífico formado por México, Chile, Colombia y Perú y a la lucha contra el narcotráfico.

La entrevista concluyó cuando habló de trabajar en equipo en el combate contra las mafias de las drogas. Apagada la grabadora, se le volvió a recordar que un periodista tiene la obligación de preguntar aunque provoque incomodidad al entrevistado. “Yo también soy periodista”, insistió. Tras una despedida respetuosa, EL UNIVERSAL optó por salir del automóvil. Todo acabó en ese momento.

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