“Al menos en el campo de internamiento, cuando sólo tenía cinco años, no fui separado de mis padres”, dijo el actor estadounidense George Takei , en referencia a la experiencia que vivió junto con su familia en un campo de recolocación en Estados Unidos por su ascendencia japonesa, a principios de 1942.

Takei describe su experiencia en un artículo publicado recientemente en la prestigiada revista Foreign Policy , con motivo de la crisis humanitaria desatada por el gobierno de Donald Trump, tras ordenar la separación de familias de inmigrantes indocumentados .

El autor, activista por los derechos de los migrantes y de la comunidad LGBTTTIQ , asegura que la presencia de sus padres lo mantenía seguro, porque al menos lo protegían y “se colocaban entre el horror al que se enfrentaban y su comprensión infantil de las circunstancias”. De ésta manera las cicatrices de la injusta detención “no llegaron a un lugar tan profundo de su alma”.

“No podría, ni por un momento, imaginar cómo hubiera sido mi infancia si hubiera sido enviado al campo sin mis padres. Lo que sucede en nuestros días me llena de rabia y dolor: rabia contra los líderes políticos que han fallado en demostrar la humanidad más básica; y profundo dolor al ver a las familias afectadas”, escribió.

La columna refiere a los actos “caprichosos” de los gobiernos “que actúan especialmente contra los grupos indefensos”. Los migrantes se ven atrapados, pues “las únicas personas con el poder suficiente para ayudarlos apuntan sus armas y sus perros” contra ellos. Es así como terminan “sin sus derechos, encerrados sin un juicio y sin cargo”.

La deshumanización de las personas de ciertos sectores desde años o meses previos da pie a que los abusos no parezcan tan graves. “Una mentira que es repetida las veces necesarias, con la convicción necesaria, se mantiene en el país”.

Se dice que son “asesinos, ladrones, animales y de ésta manera no se puede diferenciar lo bueno de lo malo” y todas las acciones se justifican “en nombre de la seguridad nacional”.

En su texto, Takei invita a los lectores a imaginar un gran grupo de personas, conformado principalmente por familias con hijos pequeños, “que fueron etiquetadas por el gobierno como una amenaza para la nación, y utilizadas como herramientas políticas por parlamentarios oportunistas”. Quienes han sido “atrapados en un área gris, en la que sus derechos como ciudadanos y como humanos fueron eliminados por una presunta culpa universal”.

En este panorama no sólo habla de los migrantes latinos, que en la frontera con Estados Unidos ven violados sus derechos, también se refiere al oscuro episodio de la historia de los migrantes en EU cuando el gobierno señaló a Japón como un enemigo más, tras el bombardeo de la Bahía de Pearl Harbor.

Actor de Star Trek condena separación de familias ordenada por Donald Trump
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Durante la Segunda Guerra Mundial, ciudadanos japoneses en EU y sus familias fueron llevados a zonas militares  FOTO: ARCHIVO

El presidente Franklin D. Roosevelt declaró a los ciudadanos japoneses y a sus hijos nacidos en EU como personas non gratas y las capturó en áreas militares delimitadas en los estados de California, Utah, Arizona, Idaho, Arkansas y Wyoming .

Takei invita a los lectores a asegurarse de que “la historia no se repita”, que demuestren “que han aprendido del pasado y que se mantengan firmes contra las peores acciones”. Los campos se crearon “por el miedo y el odio, pero también por las fallas de los líderes políticos. En 1941 hubo pocos políticos que se atrevieron a levantarse contra las órdenes de detención".

Por ello espera que “hoy haya más personas que alcen la voz, entre los líderes, y entre el público, y en el futuro se escribirá la historia de la resistencia (...) y no de nuevo la de la complicidad”.

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