Siete es su número cabalístico, pero no para su buena suerte. Siete balazos recibió en el cuerpo en 2014 al tratar de impedir el robo de un teléfono celular y siete operaciones quirúrgicas le han practicado desde entonces.

Édgar Arturo Can Román, policía de Nezahualcóyotl, casi acababa su turno el 30 de enero de 2014 y recibió el reporte de un asalto a una vecina en la colonia Benito Juárez; su espíritu de servicio lo llevó al lugar, el agresor portaba una pistola calibre 9 milímetros que accionó 14 veces en su contra.

Cuatro de los balazos entraron: en la pierna derecha, espalda, en la mano derecha y en la cara provocándole fracturas; le colocaron una placa de titanio, pero los dolores de cabeza, mareos y vómitos siguen.

“Sigo con medicina controlada yo creo que de por vida porque sigo con dolores, lejos de mejorar, empeoro”, lamentó.

La placa le provocó diversas afectaciones como un virus inmune a la penicilina. “Me dijeron que no hay medicina para este virus”, dijo; además tiene problemas en el lagrimal izquierdo, ve luces, le duele y tiene comezón todo el tiempo, su visibilidad se deteriora.

Le dijeron que en octubre le pondrán un implante en el lagrimal para recuperar la visión, pero piensa que será hasta 2018.

Aunque sufre de depresión y ansiedad, quiere regresar a patrullar, piensa que la mejor rehabilitación es seguir ayudando, porque dice que “para eso nació”.

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