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El 70% de los panteones en la Ciudad de México no cuenta con personal de seguridad, como vigilantes o veladores que resguarden los recintos.

A la semana se registran en promedio entre tres o cuatro robos de objetos de aluminio, placas y cruces de bronce, principalmente.

Los panteones de Dolores, en la alcaldía de Miguel Hidalgo, y La Noria, en Xochimilco, son los dos recintos más vulnerables a robos, debido a la falta de personal en cada uno, así lo denunció Alejandro Marín Rangel, secretario general de la Sección 7 del área de Panteones del Sindicato de Trabajadores de la CDMX.

Tan sólo en el de Dolores, considerado el panteón más grande de América Latina, ocurren hasta cinco hurtos semanales, tanto a tumbas como a visitantes, comentó el trabajador.

Indicó que un camposanto de este tipo necesitaría al menos 40 vigilantes; sin embargo, actualmente sólo cuenta con 15 personas que custodian en tres turnos todo el sitio: por la mañana, tarde y noche sólo hay cinco personas que realizan rondines a lo largo de 240 hectáreas que componen este cementerio.

En el caso de La Noria también se han registrado robo de metales. Este lugar es considerado un panteón de pueblo, ya que su administración está a cargo de los propios habitantes.

Uno de los lugares que carecen de vigilancia es el cementerio Guadalupe Hidalgo, ubicado en la alcaldía Gustavo A. Madero. A lo largo de sus tres hectáreas, no hay ningún vigilante que resguarde el área, por lo que en las noches se queda solo.

“En este caso lo que ayuda mucho es la comunidad, los vecinos que viven cerca, ellos de alguna manera están pendientes del lugar.

“En otros, como en el panteón Dolores, desgraciadamente los malhechores escuchan el ruido de la moto, de la camioneta, lo que los alerta de que ahí van los vigilantes y se agachan, los dejan pasar, luego continúan haciendo sus fechorías, pues saben que van a tardar en dar otro rondín. Es muy lamentable”, comenta .

Además de la inseguridad, los panteones de la ciudad carecen de herramientas de trabajo como palas, picos, guadañas y hasta bandas para bajar los ataúdes a las fosas.

Sacrificios en cementerios

Alejandro Marín Rangel comentó que los trabajadores de los panteones no sólo se enfrentan al problema de los hurtos, sino también a la entrada de personas que se dedican a la santería, quienes buscan un espacio entre los sepulcros para matar animales como gallinas negras o cerdos.

“Mis compañeros no dejan entrar a este tipo de personas que quieren hacer sus hechicerías, brujerías, ritos; incluso, hay momentos en que los santeros les quieren pegar y les han puesto una pistola en la cabeza.

“En su momento sí se han levantado denuncias pero les dan carpetazo, no hay seguimiento, no hay seguridad. En una sola noche puede haber hasta tres denuncias por causa de los santeros”, declaró.

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