El viernes 13 de abril publiqué un análisis previo a los bombardeos tripartitas EU-Francia-RU, llevados a cabo como represalia a raíz del ataque químico que, de acuerdo con los reportes de inteligencia que esas tres potencias afirman tener, cometió el presidente sirio Assad. Debido a que este es un texto de seguimiento, sugiero, antes de leer el presente texto, lea mi análisis del viernes: “Ataque químico en Siria: responsabilidad, atribución y represalias” en este link: . El blog de hoy revisa varios temas relacionados.

Más acerca de la responsabilidad

Recupero un extracto de lo que escribí el viernes al respecto:

En este momento es imposible determinar con precisión quién perpetró el ataque químico del sábado. Para hacerlo se requiere de investigaciones que normalmente toman varias semanas o meses.

Ya sabemos que tanto Assad como Rusia niegan que hubiese ocurrido un ataque químico o que éste hubiese sido perpetrado por el gobierno sirio. Eso no es nuevo. Algo similar ocurrió hace un año, y lo mismo ha ocurrido cada vez que un ataque químico tiene lugar en Siria.

Sabemos también que diversos grupos rebeldes han empleado armas químicas varias veces en ese conflicto. Sin embargo, hay que considerar tres factores: (1) Tras las investigaciones pertinentes por parte organizaciones como la ONU o la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (entre otras cosas, la responsable de verificar que Damasco se hubiese deshecho de todo su arsenal químico), la mayor parte de ataques químicos del pasado, incluido el de abril del 2017, han sido atribuidos al ejército sirio .

Asumiendo que las nuevas investigaciones volviesen a confirmar su responsabilidad, Assad podría estar buscando enviar, una vez más, un mensaje de autoconfianza y de fuerza a grupos rebeldes varios, a fin de recordarles el poder que ha logrado recuperar y el destino que les espera si se mantienen luchando.

Mucho más cuando la reacción internacional ante el uso de este tipo de armamento no le ha disuadido de seguirlo empleando. Otra posibilidad, algo que también ha ocurrido antes, es que la orden del uso de armas químicas no haya procedido directamente de Assad, sino de algún mando del ejército sirio ; (2) Cuando grupos rebeldes u organizaciones terroristas como ISIS han empleado armas químicas, el monto de muertos y heridos es normalmente menor que cuando lo ha hecho el gobierno. Eso no les quita responsabilidad alguna; simplemente habla de sus inferiores capacidades ; y (3) Al margen de las investigaciones que tomarán su tiempo, lo más importante para efectos del análisis es que, partiendo de los datos de sus agencias de inteligencia, EU y varios de sus aliados, una vez más, atribuyen el ataque a Assad. La atribución es importante porque nuevamente confronta al presidente estadounidense con evidencia (así sea evidencia propia) que le impone cumplir con su palabra.

A partir de la discusión que al respecto se ha suscitado en medios y en redes sociales desde el viernes, he decidido añadir algunos elementos para contribuir a ese debate:

1. Como lo explico en mi texto “Intentando desarmar el rompecabezas de Medio Oriente” (Ver ), en esa región del planeta, al menos, dos más dos no siempre son cuatro. El enemigo de mi enemigo no es necesariamente mi amigo, ni el enemigo de mi amigo es necesariamente también mi enemigo, Un panorama tan complejo requiere pensarlo así, complejamente. El pensamiento binario no funciona, al menos, repito, ante este tipo de escenarios. Bajo estas circunstancias, es posible, al mismo tiempo, ser críticos de Trump, de Assad, de Putin, de grupos rebeldes, de organizaciones terroristas, o de otras potencias que han intervenido en mayor o menor grado en esta guerra. Todos los actores, tanto a nivel interno como externo, tienen una parte de responsabilidad en haber incendiado y sobre todo en haber prolongado este conflicto hasta llevarlo al punto que se encuentra.


2. Los estados no toman decisiones a partir de consideraciones morales. Ni Rusia interviene en Siria, ni Trump atacó a Assad, a raíz de principios relacionados con la ética del bien y el mal, lo correcto o lo incorrecto, sino a partir de intereses, metas y agendas nacionales o políticas. Tanto en Siria como en muchas otras partes del mundo, se han cometido crímenes de igual o superior magnitud en otros momentos de la historia reciente y lejana sin que ello detone represalias como la que vimos el viernes. Más aún, si en otro momento, no hay condiciones o éstas cambian, las represalias pueden variar o incluso ser inexistentes, aún ante la sostenida comisión de crímenes como el uso de armas químicas.

3. En ese sentido, esta última decisión de Trump fue el producto de haber privilegiado uno de dos principios que le mueven, los cuales en este momento parecían estar contraponiéndose:

a. De un lado, a partir de su America First, el presidente considera de manera auténtica que Washington no tiene nada que hacer peleando guerras ajenas y lejanas de las que normalmente no saca nada. Apenas unos días antes, Trump había afirmado que las escasas 2000 tropas desplegadas en Siria para combatir a ISIS debían regresar a casa. Solo como ejemplo, usted puede volver a ver el debate de los candidatos a vicepresidente en EU en 2016. En ese debate, cuando fue cuestionado por Kaine, Mike Pence (el actual VP de EU) afirmó que, en el tema de Siria, él no concordaba con Trump, ya que mientras Trump pensaba que EU debía dejar a Assad en paz y debía evitar cualquier clase de intervención en Siria, Pence consideraba que una mayor intervención militar era necesaria.

b. Sin embargo, otro de los grandes principios que mueven a Trump, parecía contraponerse con lo anterior. Para el magnate, es fundamental presentarse como un presidente que cumple. Y, específicamente en el caso sirio, él había prometido distinguirse de antecesor, Obama, pues él sí defendería la “línea roja” acerca del uso de armamentos químicos. Si hubiese optado por no ejercer una represalia, se hubiese colocado en el mismo punto en el que Obama se encontró durante años, proyectando lo que, en su visión, fue una posición de debilidad.

c. La decisión de Trump, por tanto, debe entenderse a partir de las consideraciones políticas, tanto a nivel externo—proyectarse como una potencia que sí cumple con sus amenazas—como a nivel individual—un presidente cuya palabra sí vale. (Otras discusiones acerca de motivaciones relativas a la política interna en EU, como lo son el desviar la atención acerca de los escándalos con el FBI entre otros temas, importan, pero solo de manera marginal. Hace un año, por ejemplo, cuando Trump también bombardeó a Assad, las circunstancias eran otras y, sin embargo, el privilegiar el cumplimiento de las amenazas fue lo que prevaleció).
 

El debate acerca del tipo de represalia y mensaje

1. La cuestión entonces no era ya acerca de si iba o no iba a haber represalia, sino acerca de qué tipo de represalia era la mejor. A lo largo de los últimos días hubo un intenso debate en Washington al respecto.

2. De un lado, estaba la postura dura que decía que la represalia limitada llevada a cabo por EU hace un año fue absolutamente ineficaz para disuadir a Assad de seguir llevando a cabo ataques químicos, y que, por tanto, era indispensable elaborar una ofensiva prolongada sosteniendo una serie de ataques a lo largo de un mayor lapso de tiempo.

3. Del otro lado se encontraba la posición del Secretario de Defensa Mattis, quien estuvo varios días advirtiendo a Trump acerca de los riesgos de una ofensiva sostenida. Rusia, como ya lo hemos visto, es el principal aliado de Assad. Para Moscú, Siria no solo es su esfera de influencia, sino su única salida al Mediterráneo y su puerta de entrada a Medio Oriente. Moscú es el mayor proveedor de armas de los Assad desde tiempos de la Guerra Fría. Hoy, el Kremlin tiene en Siria una base naval, una base aérea y una gran cantidad de personal militar. Rusia, junto con Irán, son los factores principales por los que Assad ha sobrevivido y por los que mantiene la ventaja en la guerra, Por lo tanto, una intervención de mayor envergadura en Siria, decía Mattis, conllevaba un número de riesgos incalculables, incluida la posibilidad de uno o más incidentes que pudieran colocar a EU frente a frente con Rusia.

4. La alternativa que prevaleció fue la de optar por una sola ofensiva, intensa y bien dirigida, que fuese de mayor alcance que la del año pasado, pero que no elevara los riesgos que el Pentágono advertía.

5. El objetivo fue enviar un mensaje a todos los actores involucrados con múltiples componentes. Por un lado, se busca disuadir a Assad de seguir cometiendo ataques químicos y se pretende comunicar a Rusia que las acciones de su protegido van a seguir acarreando consecuencias, dado que Washington y sus aliados sí están dispuestos a cumplir con su palabra cada vez que se necesite. Más aún, el haber formado un frente unificado entre Francia, Reino Unido y EU, busca transmitir a Putin un mensaje de unidad ante lo que cada vez más se aprecia como un enfrentamiento Moscú-Occidente.

6. Al mismo tiempo, sin embargo, parte de la intención de una represalia limitada busca comunicar a Rusia que el objetivo de Occidente no es, en lo esencial, contraponerse a los intereses rusos en la región. Se intentó una y otra vez transmitir la idea de que el objetivo de los bombardeos fue muy limitado: las instalaciones para producir armamento químico y que, el derrocar a Assad o alterar la correlación de fuerzas en la guerra siria, no se encuentra entre las metas de la coalición atacante.
 

Evaluar la eficacia del mensaje y los eventos que siguen

En fin, hay mucho más que decir. Dejamos el blog de hoy en este punto, pero seguiremos escribiendo sobre el tema.

1. Lo que sigue, por consecuencia, es valorar la posible efectividad del mensaje transmitido. Para ello, va a ser indispensable sacudirse del ruido de las declaraciones y discursos, y evaluar con mucho cuidado las acciones de los distintos actores en Siria (y fuera de Siria) durante las próximas semanas y meses.

2. Una posibilidad es que tanto Damasco como Moscú decidan absorber el golpe y proseguir con la guerra en Siria tal y como lo tenían proyectado. Esto les aporta distintas ventajas. Hay todavía una importante cantidad de territorio controlado por grupos rebeldes. Hay otros conflictos que atender como el de los kurdos. Está también la cuestión de Israel y su cada vez más mayor asertividad en cuanto a bombardear a Irán o sus aliados en territorio sirio. Concentrarse en esa serie de circunstancias otorga a Putin y a Assad la ventaja de no tener que distraerse, proseguir con sus planes, y buscar sus metas de largo plazo: la recuperación del dominio del territorio sirio, un arreglo político con lo que queda de la rebelión, y el inicio de una estabilidad bajo sus términos de forma que Moscú pueda ya también pensar en un repliegue relativo de la zona. Si esto se lee de ese modo y todas las partes entienden este otro mensaje, entonces la guerra siria seguirá su curso como lo hemos estado atestiguando hasta ahora. Sí, con miles de muertos, desplazados y refugiados más. Pero con toda probabilidad, si se cuida el empleo de armas químicas por parte de Assad o de algún mando del ejército, esos miles de muertos no atraerán una intervención occidental.

3. Otra posibilidad, sin embargo, es que Putin y sus aliados decidan escalar las tensiones, hacer pagar un costo a Occidente por sus acciones, ridiculizar a Trump y a sus aliados y proyectar un nuevo mensaje de fuerza por parte del eje Moscú-Teherán-Damasco. Para lograrlo, no estamos hablando de un ataque directo contra EU o sus aliados, pero hay muchas vías. Estas vías van desde incrementar los despliegues de fuerza en Siria, incluidos bombardeos indiscriminados como los vimos en Aleppo en 2016 o incluso en Goutha hace unas semanas, hasta nuevos ataques con armas químicas a partir de la capacidad que Assad conserva (mostrando su autoconfianza y su indisposición a ser disuadido). También se puede hacer pagar un costo mayor a Israel, uno de los grandes aliados de Trump, cortando la cooperación y coordinación que hasta ahora existía entre el Kremlin y Netanyahu, y complicarle sus cada vez más intensos bombardeos en Siria o permitir a Irán adquirir más y mejores posiciones en ese territorio. Se puede también hacer la vida más difícil para las 2,000 tropas estadounidenses que permanecen en la zona (no mediante ataques directos por parte de Moscú, pero sí mediante ataques de las milicias que apoyan a Assad). O bien, entre muchas otras cosas, se puede trasladar el costo de estas acciones hacia otras esferas, desde ciberataques dirigidos como represalias, hasta reincentivar la rebelión ucraniana, o incluso generando problemas en las próximas negociaciones con Corea del Norte. Y claro, ahí está la sombra del famoso expediente que se ha llegado a rumorar que Moscú tiene acerca de Trump. No nos sorprenda un incremento en las filtraciones al respecto en estos días.

4. La cuestión entonces será, dependiendo el tipo de respuesta que Rusia y/o sus aliados decidan implementar, revisar cómo ahora deciden reaccionar Washington y sus aliados. Y así sucesivamente.

Twitter: @maurimm

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