Puebla es el ejemplo más acabado de lo que puede pasar en México cuando la negligencia de la autoridad, la corrupción y la pobreza se combinan para transformar un delito insignificante y anecdótico en una amenaza a la seguridad nacional. No siempre fue este estado, como hoy, escenario de choques sangrientos entre soldados y ladrones de combustible que llevan años sacando millones de pesos de la ordeña clandestina de los ductos por los que Pemex bombea sus combustibles.