En la comunidad de Magdalena Tlacotepec, los sismos de septiembre trajeron más agua a los veneros que alimentan el manantial de la comunidad. A diferencia de lo que pasó en Morelos y Chiapas, donde los terremotos secaron las fuentes naturales o desviaron el curso de ríos, en el Ojo de Agua de esta localidad del Istmo de Tehuantepec el líquido no para de brotar de la tierra, pero ni siquiera por eso han regresado los turistas, que antes de los terremotos impulsaban la economía local.

El Ojo de Agua de Tlacotepec es un balneario natural levantado alrededor de un manantial de agua dulce que está localizado cerca de la antigua fortaleza zapoteca de Guiengola. El agua de ese manantial nace en una oquedad ubicada al pie de árboles frondosos; luego, fluye transparente y a lo largo de su cauce se han acondicionado albercas y chapoteaderos. Ahora, el manantial está casi vacío de viajeros.

Inocencio Reyna Álvarez, suplente del consejo de vigilancia, dice que de alguna forma el terremoto fue salvación y castigo, pues antes de los temblores el nivel del agua había bajado. Luego del primer sismo, el mismo que dejó 78 muertos sólo en el Istmo de Tehuantepec, el agua comenzó a brotar con más fuerza.

Explica que en los días posteriores al terremoto, el nivel del líquido aumentó y el manantial comenzó a rebosar de agua.

A pesar de que los habitantes intuyen algún fenómeno geológico como origen de este incremento en la “nacida del agua”, Inocencio dice que no han sido orientados por especialistas, debido a que nadie ha acudido a revisar los veneros de donde brota el agua.

Más agua, pero menos turistas

Ni el crecimiento del manantial ha logrado atraer a los viajeros, las visitas se desplomaron un 80% desde que ocurrió el sismo del 7 de septiembre, y continúan a la baja a causa de todas las réplicas que hasta la fecha se sienten.

Inocencio dice que es el turismo local el que se extinguió, pues los lugareños de pueblos y comunidades cercanas que acudían a refrescarse a las aguas del manantial no han vuelto desde que “rugió” la tierra. Por ahora, quienes arriban a la zona son excursionistas procedentes de otras entidades.

“Mucha gente se quedó sin casa, principalmente en las comunidades vecinas como Ixtaltepec y Juchitán, municipios de donde llegaba el mayor número de visitantes, pero al quedarse sin casa ni dinero, el aspecto recreativo queda de lado”, lamenta Inocencio.

Antes de los terremotos, cada sábado el Ojo de Agua recibía ganancias hasta por 8 mil pesos, una suma importante si se considera que los comuneros que administran el lugar sólo cobran 10 pesos por persona. En estos días, las ganancias apenas alcanzan los mil pesos diarios.

A más de dos meses del sismo, los habitantes no saben nada de algún plan de recuperación para la zona, y el lugar no forma parte del presupuesto que, a través de la federación, se asignará para la reactivación de los sitios turísticos de la entidad.

“Ninguna autoridad ha venido a decirnos qué va a pasar”, expresa Reyna Álvarez.

El pasado 24 de octubre, el gobierno del estado informó que el Consejo de Promoción Turística destinó 7 millones de pesos para el impulso de algunos destinos turísticos de Oaxaca como Puerto Escondido y Huatulco, y otros 5 millones para la promoción de la capital del estado.

Sin embargo, hasta el momento, no hay planes de reactivación turística alguna para la región del Istmo de Tehuantepec.

En el municipio de Magdalena Tlacotepec también hay edificios con daños estructurales y algunas casas colapsaron. Pese a los daños, las casas derribadas no entraron en el censo de daños, por lo que la gente intenta levantar su patrimonio por sus propios medios.

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