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Juchitán, Oaxaca

Las camisas de colores fuertes que abrazaban su enorme cuerpo no eran lo más llamativo en él. Tampoco que estuvieran saturadas de un jardín exuberante de flores bordadas, ni que las grandes joyas de oro y fantasía que colgaban de su cuello terminaran por opacar todo en su pecho, sino el orgullo que proyectaba sentado, parado, caminando o bailando, Óscar Cazorla López era la matriarca de las muxes de Juchitán, ese tercer sexo que vive entre un falso paraíso y la tolerancia de un pueblo zapoteca.

Tenía 68 años cuando fue torturado y asesinado en su domicilio, el pasado 9 de febrero, lo que fue catalogado por la sociedad zapotecas y por la comunidad muxe como un crimen de odio.

Nació un 24 de julio de 1950 en Juchitán, en el seno de una familia de comerciantes formada por Óscar Cazorla y Aurea López. Lo recuerdan sus amigos, familia y colaboradores como un muxe en exceso: en la comida, en la vestimenta, en las fiestas, en su casa y en su trato.

En 1986, después de una breve temporada en la Ciudad de México y donde fue testigo de la incipiente lucha por los derechos LGBT, regresó a Juchitán a seguir con la tradición familiar del comercio.

Fue en esa época que, junto con un grupo de amigos muxes, decidió hacer una fiesta privada en San Pedro Comitancillo, lejos de la persecución policiaca que los homosexuales sufrían en Juchitán.

En una entrevista vertida en el libro “Las otras hijas de San Vicente”, de Elí Bartolo, Óscar mencionó que en ese entonces comenzaron a adquirir el sobrenombre de Intrépidas Buscadoras del Peligro.

Un par de años después, la fiesta privada se trasladó a un patio de la casa de Óscar, en Juchitán; para entonces era ya un próspero comerciante que creó el primer salón de fiesta en la ciudad y se convirtió en fuerte promotor del voto a favor del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

En su salón se realizó la primera Vela de las Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro, fiesta que empezó a crecer y a dar visibilidad a la comunidad muxe.

La sola presencia de Óscar le dio validez y aceptación a la fiesta, por ser un empresario con poder económico y político.

En 1994 el Consejo Estatal para la Prevención y Control del Sida (Coesida) se instaló en Oaxaca, en esa época la enfermedad estaba focalizada en varones homosexuales y la institución temía que en el Istmo hubiera un brote sin control, por lo que se creó la organización Gunaxhi Guendanabani (ama la vida) para sensibilizar a la población sobre el VIH, así que por su influencia buscaron a Óscar como primer aliado.

Yudhit López Saynes, una de las fundadoras, recuerda que para que los muxes asistieran al primer taller que se hizo en el salón de Óscar, él amenazó a las socias de la Vela con que no les daría cerveza si no asistían; esa sola amenaza llenó el salón de muxes, mujeres y hombres. A partir de esa reunión de sensibilización se sentaron las bases para la prevención en el sur del estado, después surgieron nuevos liderazgos en la lucha que Óscar comenzó.

Felina Santiago, socia de la Vela de las Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro, lo recuerda como un activista que apoyó con su presencia la creación de todas las velas de muxes en casi todos los municipios del Istmo y de la capital del estado.

El cuerpo de Óscar, tal como en vida, se fue envuelto en un jardín de flores bordadas y con la bandera LGTB. EL UNIVERSAL Oaxaca

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