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La transmisión en vivo desde el Met de Nueva York, de la ópera La Flauta mágica, hasta la pantalla gigante del Auditorio Nacional, llevó al público asistente a la función a emocionarse igual que si lo estuviera disfrutando desde una butaca de ese gran escenario.

Así lo manifestaron algunos de los asistentes, entre estos el actor Roberto D’Amico, quien dijo no perderse de este tipo de espectáculos cuando tiene un tiempo para hacerlo, porque también como artista se aprende de estos grandes de la ópera.

El histrión hizo un llamado al público a no perderse esta temporada que inició este sábado y continuará en ese mismo día, una vez al mes hasta abril.

Esta ópera de Wolfgang Amadeus Mozart, la cual se presentó en alemán con subtitulos en español, entretuvo y emocionó de principio a fin al numeroso público en su mayoría adulto y uno que otro joven que rió y disfrutó de los momentos chuscos de la historia.

La coreografía de Mark Dendy fue tan ingeniosa que lo mismo utilizó grandes marionetas como un gran oso, una víbora gigante y hasta una gran ave que llevaba a tres pequeños volando por los aires, hasta aves de menor tamaño que por medio de sombras se veían más de las que eran.

La historia lleva a una tierra mítica entre el sol y la tierra, donde un príncipe de nombre Tamino, interpretado por el tenor Charles Castronovo, conocerá a más personas, para luego mostrar conforme avanza el drama los más altos ideales de la humanidad, entre estos la lealtad, la valentía y el honor.

“Estos ciclos son impresionantes porque en el mundo entero el Metropólitan quizás sea el teatro de ópera más importante, con muchos recursos económicos y que además contrata cantantes de primera línea. No hay parangón en el mundo entero, quizás por ahí la ópera de Berlín o la ópera de París, pero el Metropólitan en el mundo entero es lo mejor”, resaltó D’Amico.

“Desde el punto de vista artístico o técnico u organizativo, este Met es la máxima expresión del arte de la ópera. Se aprende mucho. Los que estamos en este negocio del espectáculo aprendemos muchísimo de estas puestas por el rigor con el que están hechas, por la precisión del vestuario, los cantantes de primera línea, etcétera. La ópera es un género muy difícil y si no está hecha a la perfección, con un poquitito se queda uno nervioso y deja de creer, pero estos ciclos del Metropólitan son los mejores del mundo”, agregó.

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