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Santiago de Chile.— ¿Qué pasaría si el príncipe Sigfrido se enamorara de un hombre y no de la princesa Odette?

Las notas de El lago de los cisnes de Tchaikovsky suenan y un grupo de hombres con tutú entra al escenario para interpretar la adaptación de la sudafricana Dada Masilo, un montaje que busca romper estereotipos.

“Cuando empecé con la idea de hacerlo la gente me miró y dijo: ‘está loca, cómo una bailarina contemporánea va a hacer eso’, pensaron que yo lo abordaría desde una actitud arrogante o una falta de respeto pero para mí la curiosidad fue el punto de partida de juntar estos mundos: Rusia y África”, comentó Masilo, quien ofreció una entrevista como parte del programa Lab Escénico dentro de las actividades del Festival Internacional Santiago a Mil.

Dentro del encuentro —que concluyó este domingo en Santiago de Chile— la bailarina presentó su montaje Swan lake, en el que mezcla danza clásica, contemporánea y africana y retrata temas como la homosexualidad.

“Existe la idea de que todo aquel hombre que baila en el ballet es gay y entonces pensé: ‘eso ocurre con el ballet entonces qué pasa si el príncipe es gay, ¿qué va a cambiar?’”, señaló.

Con 12 artistas en escena (todos sudafricanos), la artista interpreta no sólo a Tchaikovsky sino a compositores como Arvo Pärt y Camille Saint-Saëns, el espectador

“Mi inspiración para Swan lake fue tratar de juntar el ballet clásico con la danza africana porque yo sentí que había una separación. Tomé la música de Tchaikovsky y la mezclé con danza africana”.

Dada Masilo explicó que al preparar el montaje buscaba hacer algo más pasional que el ballet tradicional, de ahí que además de danza optó por integrar cantos típicos de su cultura además de permitirle a sus bailarines una mayor apertura a experimentar.

“No quería solamente tener cuerpos en el escenario que bailan fantásticamente, sino que quería trabajar con personalidades diferentes y en el ballet clásico se supone que todos tienen que verse iguales y eso es imposible. Yo aliento a mis bailarines a no solamente contar con su técnica, sino también sus personalidades.

“Creo que es importante como bailarines que se desafíen a aprender la máxima cantidad posible de diferentes estilos de danza, con eso cuando uno crea una obra nueva uno tiene una caja de herramientas de la cual puede escojer lo que va a utilizar y no está limitado a una sola cosa”.

La edición número 26 del Festival reunió propuestas escénicas de países como Francia, Corea del Sur y México.

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