Handia, una ficción sobre el coloso de Alzo, un hombre que sufría de gigantismo y fue exhibido en teatros y cortes europeas en el siglo XIX, emocionó en el Festival de San Sebastián, que este domingo celebró la trayectoria de la singular realizadora francesa Agnès Varda.

De los directores vascos Jon Garaño y Aitor Arregi, el drama sobre el hombre de 2.5 metros inspirado en hechos reales recibió una larga ovación al ser presentado en la tercera jornada del festival donostiarra (País Vasco, norte de España).

Filmada en euskera y con impactante fotografía, la película se centra en la complicada relación entre Joaquín y Martín, cuando este último vuelve a casa tras la guerra y encuentra a su hermano convertido en el hombre más alto del mundo.

Los hermanos se ven obligados a salir a recorrer Europa para mostrar a Joaquín a cambio de dinero, pero la enfermedad comenzará a provocar su declive físico.

“El concepto principal (...) en esta historia de los hermanos es cómo se complementan, cómo siendo tan diferentes están fusionándose y alimentándose el uno al otro”, dijo Arregi en rueda de prensa.

Muy real en la pantalla, el gigante escapa a la caricatura. “Ese era mi reto, que no se convirtiera en un monstruo, sino que la gente empatizara con ese personaje”, dijo el actor que le da vida, Eneko Sagardoy.

La película de Arregi y Garaño, este último director de Floreak (Flores, el primer filme en vasco que buscó entrar en la categoría de mejor película extranjera en los Oscar, sin éxito), se introdujo en la competencia por la Concha de Oro, el máximo galardón del festival donostiarra.

Se enfrenta a otros 17 largometrajes, dos de los cuales también fueron presentados este domingo: la comedia sobre una boda Le sens de la Fête, de los franceses Olivier Nakache y Éric Toledano y el documental franco-belga Ni juge, ni soumise, de Jean Libon e Yves Hinant, sobre una poco convencional juez que va tras las pistas del asesinato de dos prostitutas en Bruselas.

En el festival considerado el de mayor peso del mundo hispano, dos de las películas compitiendo este año en la sección oficial son argentinas, Alanis, de Anahí Berneri, y Una especie de familia, de Diego Lerman, y una tercera es una coproducción hispano-mexicana, El autor, de Manuel Martín Cuenca.

A sus 89 años y aún activa, la realizadora francesa Agnès Varda aceptó ayer “con placer” el premio honorífico Donostia a su dilatada carrera cinematográfica iniciada en 1954, en buena parte dedicada al cine social o políticamente comprometido.

“No sé si es la primera vez que se entrega el premio a una persona marginal, que trabaja en el cine honestamente, pero que no hace dinero”, señaló la directora autodidacta y única representante femenina de la Nouvelle Vague, quien se prepara a recibir en noviembre un Óscar honorífico.

En San Sebastián, Varda presentó su último documental, Visages, Villages, codirigido con el artista JR y ganador del premio al mejor filme documental en Cannes.

Otros dos premios Donostia serán entregados en esta 65 edición del festival, al actor argentino Ricardo Darín y a la italiana Monica Bellucci.

En la categoría Horizontes Latinos, específicamente dedicada al cine de América Latina, se estrenó este domingo Las hijas de Abril, sobre la tirante relación de una madre (la española Emma Suárez) y su hija adolescente embarazada, del mexicano Michel Franco.

La cinta compite por el lauro a la mejor película latinoamericana frente a otros 11 largometrajes.

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