Una de las reglas no escritas en la cultura del viejo régimen, que entró en desuso desde la histórica sucesión del año 2000 con la alternancia democrática, ha quedado hecha añicos quince años después. La antigua regla del tapadismo que prohibía a aquellos que aspiran a la Presidencia de la República hacer públicas sus aspiraciones y les exigía evitar cualquier pronunciamiento o declaración fuera de los tiempos y rituales del “destape” para evitar la ira presidencial, ha sido sustituida, en los hechos, por una “fiebre de destapes” con miras a la sucesión del 2018 en la que decir abiertamente que existe un interés y reconocerse aspirante, es visto ahora como “signo de democracia y apertura”.

Casi podría decirse que en contra de la vieja máxima fidelista de que “el que se mueve no sale en la foto”, cuya violación les costó a varios políticos del viejo régimen ser defenestrados y corridos por el Presidente en turno por mostrar sus aspiraciones, en este 2015 ocurre exactamente el fenómeno inverso: los que se están moviendo no sólo salen en la foto y en los medios, sino que además —como ya ocurrió en 2000 con Vicente Fox y en 2006 con Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón— toman una ventaja que llega a ser importante pues su nivel de conocimiento y eventualmente su popularidad, aumentan con campañas veladas que ni siquiera están prohibidas por la ley.

Así, tenemos en estos momentos, tres años antes de que arranque formalmente el proceso electoral de 2018, al menos tres aspirantes o “suspirantes” declarados a la Presidencia. En estricto orden de antigüedad, el primer destapado, que va por su tercer intento, es Andrés Manuel López Obrador, quizá el único que, si su salud no dice otra cosa, ya puede considerarse como el candidato presidencial de su partido Morena. Luego, con diferencia de días, esta semana Margarita Zavala agitó las aguas del PAN con su “videodestape” y obligó a que otros panistas apuntaran al gobernador Rafael Moreno Valle; mientras, en la izquierda Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno del DF, declaró abiertamente su interés por estar en la boleta de la sucesión presidencial, aunque aún no especificó si lo haría por el PRD, y dijo que analiza una candidatura independiente.

¿Y los priístas, amarrados por su vieja cultura? La efervescencia que generó el “destapadero” rumbo a 2018 en otros partidos llegó hasta el PRI donde, fieles al viejo estilo, pretendieron mesurarse y no contagiarse de la fiebre. El primero en salir a evitar el contagio fue el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, quien, en su calidad de “tapado priísta”, marcó la línea previamente acordada en Los Pinos, y lo hizo con toda la solemnidad característica del viejo partido: “Ningún funcionario del gobierno federal debe pronunciarse sobre sus aspiraciones a 2018. Lo hago con mucha responsabilidad, falta mucho tiempo, y las y los mexicanos merecen que se vea para su bienestar, su desarrollo, para servirles de la mejor manera... creo que tenemos, que debemos de seguir trabajando y entregar buenos resultados”.

Pero ni toda la solemnidad priísta evitó que comenzaran las especulaciones. El miércoles el presidente Enrique Peña Nieto se reunió con la poderosa comunidad libanesa en México y ahí, con el empresario Carlos Slim a un lado suyo y al otro lado su polémico secretario de Hacienda, Luis Videgaray, presumió que el triunfo del PRI en las pasadas elecciones, en las que ganó mayoría de diputados junto con sus aliados, fue gracias a que “la sociedad está entendiendo los avances que hay en el desarrollo de nuestra economía”, entre los que mencionó la generación de un millón 300 mil empleos, el crecimiento de la inversión extranjera de 75 mil millones en dos años y medio, y el crecimiento del consumo y de la economía del país en los primeros meses del año.

La declaración del Presidente se interpretó de inmediato como un “espaldarazo” al cuestionado trabajo de Luis Videgaray en el manejo de la economía y las finanzas públicas. Hubo periodistas oficiosos que de inmediato interpretaron en sus espacios : “Peña destapó a Vidagaray”, y resaltaron que al elogiar el buen manejo de la economía como motor del triunfo electoral priísta, Peña no sólo rechazaba las duras críticas y cuestionamientos de los empresarios, contribuyentes y hasta del propio PRI a su secretario de Hacienda, sino que además lo perfilaba ya como el primer aspirante priísta a la Presidencia.

El propio Videgaray salió a los medios y dijo en entrevistas, retomando la línea marcada por Osorio: “Ya lo dijo el secretario de Gobernación, no son tiempos para destapes sino para seguir trabajando”. En Los Pinos, voceros del Presidente trataron de explicar que la declaración de Peña Nieto no llevaba la intención de “destapar” a Videgaray sino que, además del respaldo ante los empresarios, más bien era un mensaje al interior del PRI en donde, varios priístas de la cúpula, cuestionaban la política económica y decían que esa iba a ser la causa de un retroceso del priísmo en las pasadas elecciones.

Pero, por más que en el gabinete se quieran ver institucionales, es un hecho que a los dos “hombres fuertes” de Peña Nieto se suman otros priístas que en este momento se perfilan hacia el 2018. El más visible es Manlio Fabio Beltrones, que después de su triunfo en Sonora y de su inminente arribo al PRI nacional se coloca también como uno de los prospectos viables del priísmo en la sucesión presidencial. Es obvio que la de Beltrones no sería una candidatura impulsada por el Presidente, pero el liderazgo que ha ganado el sonorense al interior del viejo partido es en estos momentos incuestionable y, aún con el recelo con el que lo ven algunos del grupo gobernante, el reposicionamiento de Manlio lo coloca de lleno en la línea de la sucesión.

Fuera de esos tres priístas (Osorio, Videgaray y Beltrones) que son los más fuertes aspirantes, algunos oficiosos ven al joven jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño, con posibilidades por la enorme influencia y cercanía que ha ganado con Peña Nieto, y hay otros que, casi como si fuera una mala broma, ven al gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila, como suspirante, más por la fuerza del estado que gobierna que por el pobre desempeño del mandatario mexiquense.

Por ahora ningún priísta se moverá ni asomará la cabeza, al menos abiertamente, porque esa ha sido la orden estricta de Los Pinos. No se sabe hasta cuándo el presidente Peña Nieto, que será el único que tome la decisión en el PRI, igual que en los viejos tiempos, comenzará a soltar a sus precandidatos y dejará que éstos se empiecen a perfilar más abiertamente. Pensar en que eso ocurrirá en los mismos tiempos de la vieja cultura del tapadismo priísta, hasta noviembre de 2017 puede suponer una franca desventaja para los aspirantes del viejo partido que tienen las manos amarradas mientras otros que aspiran ya recorren el país en abierta precampaña.

Una primera señal de salida para los priístas que podría enviar el Presidente son los cambios que en Los Pinos prevén para el gabinete a mediados de agosto, antes de que arranque la próxima legislatura. Quién va a qué posición y qué movimientos en algunas dependencias estratégicas decide el Presidente podría perfilar o no a algunos de los aspirantes, aunque por ahora la lógica en la casa presidencial afirma que de todos los ajustes y cambios que se puedan dar sólo hay tres que no se mueven de sus posiciones actuales: Miguel Osorio Chong, Luis Videgaray Caso y Aurelio Nuño Mayer. ¿La euforia de su triunfo en las pasadas intermedias le hará creer al presidente Peña que la bonanza económica que espera por sus reformas le dará para que su secretario de Hacienda sea candidato? ¿O pensará que desde la Secretaría de Gobernación, con todos sus riesgos, problemas de seguridad y violencia, Osorio Chong podrá construirse una candidatura?

El “estilo Peña” que tanto defienden sus cercanos, escondió hasta el último momento quién sería su “elegido” para sucederlo en el Estado de México en 2011 y cuando todos, incluso sus más cercanos colaboradores como David López ya anunciaban que el candidato sería Alfredo del Mazo, el entonces gobernador sorprendió al inclinarse por Eruviel Ávila. ¿Pensará repetir el esquema Peña Nieto en su sucesión presidencial? Nada más que, ya se ha dicho hasta el cansancio, Toluca no es México.

NOTAS INDISCRETAS… Apenas el presidente de Morena, Martí Batres, pisó el Zócalo con sus protestas por un supuesto fraude en la delegación Álvaro Obregón, y alguien comenzó a sacarle sus trapitos sucios al ex perredista. Desde el Monumento a la Madre un grupo de unas 100 mujeres de una asociación autodenominada “Vida Diga para la Mujer”, protestaron para exigirle a Batres que cumpla con el pago de pensión alimenticia a sus hijos. Se referían las señoras, que decían también oponerse “a la violencia contra las mujeres”, al litigio legal que Martí sostiene con la diputada electa del PRD, Cristina Ismene Gaytán, su ex esposa, aunque ésta se deslindó de la marcha y dijo que su pleito es “un tema privado”. Lo cierto es que hasta el fantasma de la leche Bety revivió con todo el escándalo de aquel lácteo contaminado que repartían perredistas como Batres en colonias populares. Alguien le está mandando mensajes a Martí… Se lanzan los dados. Escalera doble. Buena semana.

sgarciasoto@hotmail.com

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