En los últimos meses el discurso opositor de Andrés Manuel López Obrador en contra del presidente Enrique Peña Nieto y su grupo se ha moderado de manera notable. El principal líder opositor del país, cuya figura creció este sexenio en las encuestas precisamente por sus duras críticas y señalamientos de corrupción e ineficiencia al Presidente y al grupo gobernante, ya no menciona en su discurso político directamente a Peña ni lo ataca como antes; mucho menos habla de castigar al que antes calificaba de “gobierno corrupto”; si acaso, el dirigente de Morena y declarado aspirante presidencial, habla ahora de “la mafia del poder”, del “PRI-AN” y de “un necesario cambio de régimen”, como su propuesta para “acabar con la corrupción” en las presidenciales de 2018.

Las menciones directas y ataques a Peña Nieto desaparecieron del discurso lopezobradorista a partir del ofrecimiento de una “amnistía anticipada” que el político tabasqueño hizo el pasado 11 de agosto durante una reunión con empresarios en el puerto de Acapulco: “Les vamos a ganar en buena lid. Otorgamos desde ahora amnistía anticipada, no odiamos a nadie”, dijo en el Hotel Princess. “Olvido no, perdón sí… Les decimos a los integrantes del grupo en el poder (léase Peña Nieto y colaboradores) que, a pesar del gran daño que han causado al pueblo y a la nación, no les guardamos ningún rencor y les aseguramos que, ante su posible derrota, no habrá represalias ni persecución para nadie”.

El aspirante presidencial fue más directo cuando unos días después, los reporteros le preguntaron a Andrés Manuel si su oferta de “amnistía anticipada” incluía al presidente Peña Nieto, a lo que respondió que no sólo al Presidente sino también a sus colaboradores. “Va a haber una amnistía porque lo que necesitamos es sacar adelante al país, sin odios ni rencores… No es mi fuerte la venganza. Queremos que las cosas realmente cambien en el país, que se acabe la corrupción, y estamos a favor del perdón”.

A partir de ahí AMLO evita el ataque directo a Peña Nieto o entrar en polémicas que involucren al Presidente. Por ejemplo, cuando se criticaba duramente a Peña por invitar a Donald Trump, López Obrador, en gira por Coahuila, sólo dijo: “No nos gusta que vengan a imponer agendas desde el extranjero. Nosotros no nos inmiscuimos en los asuntos de otros países, pues no queremos que otros gobiernos se inmiscuyan en asuntos que sólo competen a México”. O cuando se publicó el reportaje de Aristegui Noticias sobre el plagio en la tesis de licenciatura del Presidente, se limitó a comentar: “Es una cortina de humo” y se centró en criticar el proyecto del nuevo aeropuerto en el Lago de Texcoco donde habló de “corrupción con contratistas” pero sólo la atribuyó “al PRI-AN”

Incluso cuando se refirió a la entrevista que le realizó el periodista Carlos Marín al presidente Peña Nieto, después de la visita de Trump, AMLO criticó duramente al periodista pero defendió al Presidente al que consideró ahora un “chivo expiatorio” y una víctima. “Los de la mafia del poder se burlan de Enrique Peña, ya lo convirtieron como el payaso de las cachetadas. Hasta los que le hacían la barba, periodistas que hace seis años lo alababan, le quemaban incienso, ahora ningunean a Peña. Ya lo convirtieron en chivo expiatorio”. ¿Es decir que el Presidente ya no es el principal culpable y responsable de la corrupción, sino ahora es sólo víctima inocente de la “mafia del poder”?

Detrás del giro de 360 grados en el discurso opositor de López Obrador hay dos versiones: la de su equipo, que habla de una estrategia para “matizar” sus mensajes y “alejarlo de una imagen radical que asuste a los mercados y a los grupos de poder”, como ya le pasó en 2006, cuando su radicalización lo dejó a menos de medio punto de ganar la Presidencia; y la otra versión que circula en los corrillos políticos y que habla de un “pacto político” al más alto nivel entre el dirigente de Morena y el grupo gobernante de Los Pinos.

Esa versión afirma que a principios de agosto hubo contactos entre Luis Videgaray Caso, entonces aún poderoso secretario del gabinete, y enviados de Andrés Manuel entre los que estaban el delegado en Cuauhtémoc, Ricardo Monreal, y la ex lideresa del PT en Zacatecas, Genoveva Bañuelos, actual integrante de la Comisión Ejecutiva nacional de ese partido. Los encuentros fueron parte de una “operación política” de Videgaray para garantizar que no habría ataques ni maniobras desde Los Pinos para afectar la campaña de López Obrador si a cambio éste matizaba su discurso contra el Presidente. Eso ha trascendido de aquellos encuentros, pero lo que es un hecho es que el Andrés Manuel crítico y aguerrido contra Peña Nieto y su grupo hoy sólo habla de “amnistía” y “perdón”.

sgarciasoto@hotmail.com

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