En medio de la crítica por el festejo excesivo del Presidente y su gabinete de seguridad tras la recaptura del Chapo, lo innegable es que, aunque no resuelve el grave problema del narcotráfico, la violencia y la inseguridad en México, la reaprehensión de Joaquín Guzmán Loera sí fue un gran golpe político y mediático que ayudó al gobierno de Enrique Peña Nieto —de forma por demás oportuna— a recuperar parte de la credibilidad perdida y también a paliar un delicado y turbulento inicio de año en materia económica y financiera.

Poner al capo más buscado de nuevo tras las rejas, más que la grandilocuente “Misión Cumplida”, fue una acción política con beneficios y beneficiarios específicos. En lo general, sirvió para lavar la vergüenza nacional e internacional que significó la fuga seis meses atrás, y en lo particular benefició directamente a dos figuras del gabinete: Luis Videgaray Caso y Miguel Osorio Chong.

A Videgaray la chapología desatada le sirve como distractor mientras la turbulencia extranjera amenaza con agudizar la depreciación del peso que podría llegar hasta los 20 pesos por dólar (casi 40% en un año), mientras la crisis petrolera profundiza la caída de ingresos del gobierno con un barril que se acerca a los 20 dólares. El impacto de esos dos fenómenos mezclados en la economía nacional, según el periodista y consultor financiero Samuel García, sería de “inflación, deterioro salarial y problemas en las finanzas públicas, entre otras consecuencias negativas”.

Pero el principal beneficiado con la recaptura del Chapo es, sin duda, el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong. Si la fuga del narcotraficante el 11 de julio de 2015 fue un golpe letal que desahució políticamente a Osorio, su reaprehensión significa casi una resurrección del hidalguense que aspira a la Presidencia en 2018. Bastaba oír ayer al secretario, en varias entrevistas de radio y televisión, para saber que está de vuelta en la pelea y que, así como se tragó críticas y ataques por la vergonzosa fuga bajo su responsabilidad, hoy busca capitalizar la imagen de un Joaquín Guzmán puesto de nuevo en una celda.

Osorio sabe bien que es su regreso y en el road show informativo que le organizaron cinco días después de la captura, se le oía de lo más suelto y articulado, dando datos y detalles del operativo, mientras repetía frases conocidas para los mexicanos. “Por supuesto sería imperdonable que se escapara otra vez y por supuesto que no va a salir una vez más. Se han tomado todas las medidas para evitarlo”, dijo un secretario de Gobernación que reconocía que se negaba a “personalizar” el éxito como suyo porque “la afrenta fue al Estado”. Y cuando le preguntaron si esto lo metía de nuevo en la carrera por la sucesión, se limitó a responder: “Falta mucho tiempo todavía. Tenemos que seguir trabajando”.

Más allá de la falsa modestia o fingida cautela, es claro que el secretario de Gobernación, (el primero en conocer de la reaprehensión y quien le informó al Presidente) se convirtió en los últimos cinco días, como el Lázaro de los textos bíblicos, en un político resucitado y en el aspirante más fuerte que tiene en estos momentos el PRI y Peña Nieto rumbo a 2018.

NOTAS INDISCRETAS… De las piedras que aún se le pueden atravesar al resucitado Osorio, la más grande es Guerrero. No es gratuito que el presidente Peña Nieto haya ido el martes a Acapulco para reconocer que el estado sureño “es uno de los mayores retos” en materia de seguridad en el país. La declaración presidencial fue vista en Guerrero como un nuevo respaldo federal al gobierno de Héctor Astudillo, quien recibió el estado en medio de una fuerte crisis de seguridad que no se va a resolver sin el apoyo federal. Por eso el gobernador festejó la firma del “Acuerdo Guerrero Incluyente y Próspero” con el que el Presidente se comprometió a que cada mes el gabinete de seguridad federal se traslade al estado para revisar las acciones y estrategias en materia de seguridad y reconstrucción del tejido social guerrerense… La baraja de aspirantes del PRI en Sinaloa estuvo ayer en el CEN de su partido para firmar el “Acuerdo de Unidad por el Futuro” que les pidió Manlio Fabio Beltrones. A la firma asistieron Gerardo Vargas Landeros, Aarón Irízar, Alfredo Villegas, Óscar Lara, Diva Gastélum, David López, Heriberto Galindo y Sergio Torres. Todos se comprometieron a apoyar el registro de un solo candidato, el que decida el CEN, una vez que emita la convocatoria. Tras la firma vino la consabida “foto de unidad”. Por delante todos sonríen y se abrazan; por atrás algunos guardan puñales… Batimos los dados. Serpiente.

sgarciasoto@hotmail.com

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