En la danza de números, cifras, datos y proyecciones que presentó ayer el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, a la Cámara de Diputados en el Paquete Económico 2016, están los recortes al gasto programable del gobierno federal, que con el argumento de “mantener la estabilidad y proteger la economía de las familias mexicanas”, afectarán varios rubros del presupuesto público. La baja presupuestal de 221 mil millones de pesos, equivalentes a 1.15% del PIB, aunque será mayor en el gasto corriente del gobierno, como pagos de salarios y operación burocrática (-4.7%), hay rubros sociales que no escapan al recorte y en Salud, Educación Pública y Ciencia y Tecnología, la disminución conjunta es de 1.3 por ciento en términos reales.

A reserva de conocer a detalle estos ajustes, el presupuesto que, según Videgaray, “fortalece los programas sociales” y “reduce el costo de la gestión del gobierno”, anticipa un gasto el próximo año para el sector Salud (IMSS, ISSSTE y Secretaría de Salud) de 524.6 mil millones de pesos, además de 75 mil millones para el Seguro Popular que atiende 57.7 millones de población no asegurada. La pregunta es si ese presupuesto será suficiente para paliar la crisis de la seguridad social y la salud pública en México, cada vez más evidente e inocultable.

A las constantes denuncias de usuarios del IMSS por la mala calidad del servicio, la atención médica y la falta de medicamentos e insumos básicos en clínicas y hospitales del Seguro Social —donde la nueva política parece ser “si no se está muriendo no podemos atenderlo”—, se suma ahora la crisis que se asomó en el ISSSTE, donde un video difundido por EL UNIVERSAL evidenció cómo en uno de los principales hospitales nacionales de ese instituto, el “Adolfo López Mateos” del DF, no contaban con los aparatos, ni el personal ni los protocolos de emergencia para salvar a su director general, Sebastián Lerdo de Tejada, que murió en mayo pasado al llegar infartado y no recibir la atención de emergencia necesaria, entre otras cosas, porque se descompuso la camilla en que era transportado.

El caso denunciado en el video, que ya ameritó una investigación interna por negligencia ordenada por el nuevo titular del ISSSTE, José Reyes Baeza, confirma la gravedad de la crisis y la enfermedad del sistema de salud pública en México. ¿Qué se pueden esperar los usuarios comunes de una institución cuando ni siquiera su director general recibió una atención adecuada y eso pudo haberle costado la vida?, ¿qué le garantiza a la población derechohabiente que paga sus cuotas puntualmente que su seguridad social, en la tendencia de deterioro médico y financiero en que se encuentra, hoy es garante de su salud, bienestar y, en muchos casos, su vida?

Todas esas preguntas a las que los políticos y gobernantes no tienen que enfrentarse porque ellos gozan de los beneficios de la salud privada, gracias a los seguros de gastos médicos millonarios que les pagamos los contribuyentes y a que jamás se atenderían en un hospital público —tal vez ese fue el error que le costó la vida a Lerdo de Tejada— no tienen hoy una respuesta clara y cierta.

Quizás apenas un atisbo de respuesta se asome en el Presupuesto 2016 que ayer presentó Videgaray: en el sector salud se contemplan “cinco proyectos de Asociación Público-Privada” que no son otra cosa que abrir la participación del capital privado para atender la crisis y las necesidades de salud pública que ya no puede atender el gobierno. ¿Sería eso un ensayo para iniciar la privatización de ese monstruo ineficiente y costoso que se llama salud y seguridad social? Es pregunta.

NOTAS INDISCRETAS… El día que tomó posesión como secretario de Desarrollo Social, José Antonio Meade se llevó dos sorpresas. La primera, que al llegar al edificio de Reforma su antecesora, Rosario Robles, no tuvo la cortesía de estar ahí para hacerle entrega formal de la dependencia, como él sí la tuvo con Claudia Ruiz Massieu, en la Cancillería; y la segunda sorpresa fue cuando Meade abrió por primera vez la puerta de su nuevo despacho y se encontró una desagradable imagen: la oficina estaba casi vacía y no había muebles, apenas unos libreros vacíos. Contrariado, el secretario preguntó: “¿qué pasó aquí, por qué no hay muebles?”. Y la respuesta del personal de apoyo lo irritó aún más: “La secretaria se llevó varios muebles. Dijo que eran de ella y que ella los había comprado”. Ni duda de que la pobreza creció en la gestión de Rosario, tanto que ni para mobiliario del secretario alcanzaba… Batimos los dados. Por fin una Escalera.

sgarciasoto@hotmail.com

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