Entre los datos novedosos que aportó la investigación del grupo de expertos de la CIDH hay varios de ellos que, sin aparecer nunca en las investigaciones de la PGR, apuntan a que detrás de la planeación y ejecución del operativo que llevó al secuestro, tortura, asesinato y desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, hubo mucho más que la venganza de un grupo criminal. De hecho, a partir de los señalamientos, basados en testimonios y declaraciones de testigos y acusados, los expertos del GIEI hablan de una acción concertada entre los tres niveles de gobierno —Policía Federal, Ejército, Policía Estatal de Guerrero y Policía Municipal— para evitar “a toda costa” que los camiones que llevaban los jóvenes salieran de Iguala, en especial uno de ellos (el desaparecido “quinto autobús”) que al parecer transportaba droga.

Nada de eso informó nunca la PGR: ni la participación de la Policía Federal en algunos momentos de la detención de los camiones, ni la presencia vigilante de personal militar, señalada por testigos, ni el traslado de al menos uno de los choferes de los camiones a bordo de patrullas de la Policía Estatal de Guerrero. Pero además de ocultar o no investigar nunca las drogas (goma de opio o heroína) como principal móvil de la brutal agresión a los estudiantes, la Procuraduría General de la República tampoco investigó la participación de un misterioso personaje, descrito por uno de los choferes, como un “hombre de complexión atlética” que era quien daba las órdenes para la detención y secuestro de los normalistas desde una “casa de fachada blanca” ubicada en el centro de Iguala.

¿Quién era ese misterioso personaje y por qué coordinaba un operativo conjunto entre autoridades del Estado mexicano y sicarios del crimen organizado? Uno de los choferes de los autobuses Estrella de Oro narra en su testimonio que una vez que lo bajaron del camión y se llevaron a los estudiantes, a él lo trasladaron policías estatales de Guerrero hasta esa “casa blanca” en el centro y que al llegar ahí los policías le preguntaron al hombre de aspecto atlético, quien estaba al mando, qué hacían con él. “Hagan lo que ya saben”, les respondió el sujeto. Y cuando los policías se lo iban a llevar, supuso él para matarlo, ese mismo hombre volteó y les dio una contraorden: “Libérenlo”.

El presidente Enrique Peña Nieto aceptó ayer no sólo dialogar nuevamente con los padres de los normalistas, que pidieron un nuevo encuentro con él, sino también se dijo “abierto” a discutir y atender las conclusiones del grupo de expertos a pesar de que tienen “diferencias” con las que presentó la PGR en su informe. Y para ello ordenó que se realicen nuevos peritajes con “expertos reconocidos”. La pregunta es si al hablar de “nuevos peritajes” el presidente sólo está pensando en la quema de los cuerpos en el basurero de Cocula, que es hasta ahora el punto de mayor choque entre las dos versiones, la oficial y la de la CIDH, o si también Peña y la PGR aceptarán esclarecer la participación de policías federales, estatales y la vigilancia del Ejército en toda la agresión a los normalistas. De ser así una de las primeras preguntas que tendría que replantear el gobierno es no sólo el móvil por el que agredieron y mataron a los estudiantes, sino también quién dio las órdenes, por qué según los expertos internacionales, no fue el alcalde preso de Iguala, José Luis Abarca. ¿Quién es el sujeto atlético que mandaba lo mismo a policías que a sicarios? Y ¿qué sabe de todo esto el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero en cuyo círculo cercano siempre se habló del “quinto autobús” cargado de droga del que Murillo Karam nunca supo o no quiso saber?

NOTAS INDISCRETAS… Hasta antes del informe del grupo de expertos de la CIDH, en el Senado avanzaba la propuesta del ex procurador Jesús Murillo Karam para ser designado nuevo embajador en Portugal. Pero ahora que el presidente Peña Nieto ha aceptado las conclusiones del GIEI y que incluso ordenó a la PGR realizar nuevos peritajes sobre partes clave de la investigación, la pregunta es si los senadores aceptarán ratificar a Murillo para que se vaya al exilio diplomático en Lisboa. Por lo pronto ya el PRD en San Lázaro habla de solicitar “juicio político” contra el ex titular de la PGR, así que más que irse a la Ciudad de las Siete Colinas a falar en portugués, tal vez los mexicanos prefieran que don Jesús se quede en México y nos hable en castellano de las inconsistencias y omisiones en su investigación...Los dados repiten Serpiente. Mal racha.

sgarciasoto@hotmail.com

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