Señor Gerardo Lozano Dubernard, escribo estas líneas porque quiero reclamar públicamente su miserable mezquindad. Igual que usted, soy uno de los diecisiete ciudadanos seleccionados para formar parte del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA), que no llegó a la recta final.

Pero a diferencia suya, no me atrevería a argumentar que tal ausencia resta valor o importancia a este comité. Por personalidades protagónicas como la suya en mi país perdemos todos los días oportunidad para resolver problemas serios. Profetas que se suponen indispensables, cerebros infantiles que desprecian toda fiesta a la que no fueron invitados.

Abundan en esta época los de su especie: los imprescindibles. Sujetos a quienes les habría caído bien que a edad temprana un adulto les hubiera mostrado un espejo grande para reflejar el hueco de sus pretensiones arbitrarias.

Con argumentos insostenibles dice usted que quienes sí llegaron a formar parte del comité de participación ciudadana del SNA no cubren con el perfil y, todavía más grave, que fueron elegidos por razones caprichosas —“cuotas y cuates”— y no por sus méritos profesionales.

Como participante de ese proceso rebato sus desatinos y temo, también, que no solo sea la mezquindad lo que le mueve, sino propósitos políticos cuestionables.

Afirma que se incluyó a MariClaire Acosta como integrante del comité por un asunto de cuotas. El reportero Alberto Morales (EL UNIVERSAL 30/06/17) le preguntó si se refería a las cuotas de género y usted respondió: “No. Fue pago a una cuota.”

Supongo que su cultura misógina le impidió comprender el cuestionamiento fino del periodista. Abundó después que: “Se trató de imponer a las tres únicas mujeres que estaban participando.”

Lamento su incapacidad para considerar la equidad de género como criterio relevante en la selección de cargos públicos. ¿Cuál es la diferencia entre buscar el equilibrio entre varones y mujeres e imponer una cuota de género?

Contra el nombramiento de MariClaire Acosta advirtió también: “Hay una destacadísima defensora de derechos humanos … pero no tiene la capacidad para combatir la corrupción, no tiene la experiencia, ni la preparación. En derechos humanos sí haría un espléndido papel.”

Creerá que solo los tenedores de libros —como en el siglo diecinueve se llamaba a los contadores— pueden luchar contra la corrupción. Hay abundantes pruebas, en México y en el mundo, de que uno de los antídotos más poderosos para enfrentar la corrupción del Estado de Derecho es justamente defender los derechos humanos. Así que le propongo celebrar, en vez de criticar, que una persona destacada en este ámbito forme parte del comité ciudadano.

También para descalificar a MariClaire Acosta —y las demás personas integrantes del comité— argumentó que: “Hubo conflicto de interés … se mostraron afectos y cercanías.”

En su currículum dice que, durante casi treinta años, ha sido auditor de dependencias de gobierno y también presume que con este oficio amasó un patrimonio sólido. Apelando a su trayectoria me atrevo a cuestionar los indicadores que usó para formular esta otra crítica: ¿Cómo midió el afecto o la cercanía? ¿Usó el parentesco? ¿Vínculos comerciales o de negocio? ¿La pertenencia al mismo club deportivo? ¿El gusto por la lectura?

Puras afirmaciones sin sustento. Mayor conflicto de interés habría representado su presencia en este comité que la de cualquiera de las cinco personas seleccionadas.

De todo lo que expresó la peor parte es esta: “No voy a impugnar, no tiene caso … Como todos los aspirantes (solo) deseo que cambien las cosas.”

¡¿Cómo?! Usted tiene pruebas contundentes de que hubo cuotas indeseables, que los afectos y las cercanías se impusieron sobre el mérito y las capacidades y, sobre todo, tiene pruebas de que usted habría sido imprescindible dentro del comité, y sin embargo no va a proceder con la impugnación.

¡Buena cosa que haya quedado fuera de la fiesta! Son peligrosos los imitadores de campesino que cortan y queman la yerba, porque su impericia lleva a provocar grandes incendios en la pradera.ZOOM: Gerardo Lozano Dubernard es la mano que mece la cuna para desprestigiar al Comité de Participación Ciudadana del SNA y la ha tomado contra MariClaire Acosta porque sabe que durante el próximo año —electoralmente radioactivo— ella será la cabeza de ese órgano fundamental en la lucha contra la corrupción. Queda por averiguar quién, detrás de su mezquindad, mueve el brazo, el hombro y todo el cuerpo para descarrilar el esfuerzo. www.ricardoraphael.com@ricardomraphael

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