Tan saludable está la democracia electoral mexicana que hasta un candidato independiente será gobernador.

Tan sana es la cultura democrática —de buena parte del electorado—, que dejó fuera de la contienda a los partidos políticos en la primera oportunidad para los llamados candidatos independientes.

Y tan vigente está la cultura democrática de amplios sectores sociales que la participación ciudadana en las urnas —en gran parte del país—, resultó ejemplar. ¿Por qué ejemplar? Porque derrotó a los escépticos, a los preocupados, a los temerarios y, sobre todo, a quienes apostaron por la anulación y el boicot.

Y es que a pesar de los partidos políticos tramposos —como el PVEM—, a pesar de los grupos violentos —como la CNTE—, la mexicana es una democracia electoral saludable que goza no sólo de credibilidad, sino que cumple con eficacia su espíritu fundacional; garantizar la voluntad popular, además de castigar y/o aplaudir a malos o buenos gobernantes.

Y el mejor ejemplo —en un resultado increíble incluso para el ganador— es la victoria aplastante del primer candidato independiente que será gobernador: Jaime Rodríguez, alias El Bronco, quien en pocos meses y gracias al hartazgo contra el cuestionado sistema de partidos, es gobernador de Nuevo León.

Pero los votos, la participación ciudadana y la confianza de los votantes en el sistema electoral —y en el nuevo árbitro que aprobó la primera prueba—, también derrotaron a todos aquellos que apostaron por la violencia y el terror contra las elecciones; a los que propusieron boicotear la elección, a los que asustaron a los electores con la amenaza de violencia.

Pero lo más importante es que los votos derrotaron los argumentos “chabacanos” de anular el voto como instrumento para castigar a los malos políticos y a los partidos corruptos. Quedó demostrado que votó casi 50% de los electores y que los votantes castigaron a partidos, a políticos y a malos gobernantes.

Hoy, con los primeros resultados a la vista —y a reserva del recuento oficial—, se puede decir que el sufragio en México es efectivo, que es la mejor herramienta para echar del poder a los malos gobernantes e incluso quitar la posibilidad de gobernar a los partidos políticos; el sufragio abrió el espacio a los independientes y mandó el mensaje fundamental de que los partidos o cambian o serán desplazados.

Y es que fenómenos como el de El Bronco —con los asegunes que significa el apoyo abierto de grupos empresariales—, deja claro que la democracia mexicana tiene la madurez suficiente para abrir espacio a los llamados independientes. Pero lo que no han entendido los partidos y los políticos es que un gobierno independiente no son feudos patrimoniales sin control.

Y es que los ejemplos de supuestos candidatos independientes —o apoyados por todos contra el PRI—, están en la memoria de todos. Se llaman Vicente Fox, Gabino Cué, Rafael Moreno Valle. El nuevo gobernador de Nuevo León será una copia de esos gobiernos. ¿Por qué? Porque no tiene partido y porque tiene una vieja cultura priísta y antidemocrática.

Y si aún así existen dudas sobre la victoria plural de la democracia mexicana, basta ver el resultado de la elección para renovar la Cámara de Diputados; resultado que —para bien o para mal—, favoreció al PRI, que con sus aliados históricos hará mayoría.

EN EL CAMINO. Por cierto, uno de los grandes derrotados es el sistema de encuestas. Pocos, si no es que nadie, acertó en toda la elección.


Twitter: @ricardoalemanmx

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