Ahora resulta que los señores Enrique Horcasitas Manjarrez —ex director general del Proyecto Metro—, Moisés Guerrero Ponce —ex director de Construcción y Obras Civiles— y Sergio Aguirre Mendoza —ex subdirector de Obras de Apoyo Técnico— se mandaban solos, no reportaban a nadie y casi son los únicos responsables del desfalco y fracaso de la Línea 12 del Metro.

Resulta que en el autoritario gobierno de Marcelo Ebrard —en donde no se movía una hoja sin su aval—, nadie más metió la mano, nadie se enteró del cochinero y ningún otro funcionario o funcionaria se enriquecieron del desfalco más grande del siglo: la llamada Línea Dorada del Metro.

Más aún —y como si hablara un Ministerio Público o un juez—, el jefe de Gobierno capitalino se avienta la puntada de asegurar que no existe responsabilidad contra Marcelo Ebrard en el mayor fracaso en muchos años en México, la fallida L-12 del Metro.

Pareciera que las autoridades encargadas de impartir y procurar justicia creen que los ciudadanos viven en el siglo pasado y se pueden tragar la ridícula rueda de molino de crear “chivos expiatorios” para dejar a salvo la imagen de dos figuras que son clave en el fracaso y el despilfarro de la “magna obra” del gobierno anterior en la capital del país.

Nos referimos al entonces jefe del Ejecutivo del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, y al Poder Legislativo de la capital, representado por la Asamblea Legislativa. En esas instancias del Distrito Federal —en tanto poderes ejecutor y equilibrador, respectivamente—, recae la principal responsabilidad del fracaso de la L-12.

Sin embargo, la Procuraduría capitalina parece manejar el asunto con un criterio quirúrgico para ofrecer a la opinión pública la cabeza de los supuestos responsables, pero sin tocar las verdaderas cabezas del gobierno anterior y principales responsables; sea por omisión, colusión o simplemente por ignorancia.

Todo ello sin tomar en cuenta que —por ejemplo— son reveladoras las pruebas de que algunos de los hoy señalados como culpables le advirtieron directamente a Marcelo Ebrard el riesgo que significaba utilizar ruedas de riel en lugar de las neumáticas, que por casi medio siglo han sido ideales para el suelo del Distrito Federal.

Pero lo más curioso es que frente al intento del GDF por buscar y presentar “chivos expiatorios”, permanecen “calladitos” aquellos que gustan del linchamiento mediático contra todos los que no son de su claque.

¿Recuerdan cómo crucificaron a otro Horcasitas; a Juan, entonces director del IMSS y hoy fallecido? No tenía ni dos meses de llegar al IMSS cuando ocurrió el incendio en la guardería ABC, en Sonora. Aún así, los radicales del PRD —hoy de Morena y amigos de Marcelo—, acusaron a Molinar de “asesino” y lo culparon por la muerte de 49 niños de la guardería.

En otro caso, todos saben que la responsabilidad de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa fue de la policía de Iguala —del PRD—, y de un cártel del crimen organizado. Pues los radicales terminaron por culpar a Peña Nieto, porque en su lógica delirante se trató de un crimen de Estado y Peña Nieto es el jefe de las instituciones del Estado mexicano.

Está claro que no se trata de seguir en esa lógica delirante. Sin embargo, Miguel Mancera debe actuar como un verdadero hombre de Estado.

Es responsabilidad de su gobierno garantizar que se castigue a todos los culpables del desfalco y las fallas de la L-12. Y en esa encomienda no puede actuar como un gobernante timorato y bananero que tema al qué dirán. ¿Será un hombre de Estado? Al tiempo.

Twitter: @ricardoalemanmx

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