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¿Qué ha dejado ver el presidente de Estados Unidos al cumplir un mes en el poder? Megalomanía fuera de control, insufrible narcisismo y odio recalcitrante a quienes son diferentes a él y a los suyos, lo que, por ese simple hecho, son a su juicio, una grave amenaza para la seguridad y la prosperidad de su país.
¿Qué ha hecho en 30 días? Sacar a EU del acuerdo comercial transpacífico, anunciar que renegociará el TLCAN, firmar el decreto para iniciar la construcción del muro fronterizo, imponer un arancel de 20 por ciento a las manufacturas que exportan desde México empresas de su país o de otros, abrir la puerta a la deportación masiva de indocumentados, restringir el acceso a refugiados de países musulmanes, confrontarse con la Unión Europea, la OTAN y China, pelear con sus propias agencias de espionaje y acercar a las de Rusia a sus más cercanos colaboradores.
¿Qué ha dicho que hará en los próximos días? Desmantelar el programa de salud y seguridad social de su antecesor (Obamacare) y gravar las remesas de los indocumentados mexicanos si nuestro país no paga el muro.
Está en marcha el cumplimiento de sus promesas de campaña, lo que debe tener contentos a sus votantes, digamos que a la mitad de los estadounidenses. Pero también la rebelión de la otra mitad, la que no votó por él y que se ve francamente aterrorizada, junto con el mundo entero, por la impredecible conducta de un hombre que tiene en sus manos el poder de desatar una catástrofe nuclear.
Son muchos fierros en la lumbre y muy poderosos los intereses económicos y geopolíticos que golpea un día sí y otro también. Son muchos los frentes abiertos, sin que le importen los contrapesos que las instituciones democráticas de su país le imponen a un Presidente. Pero ya doblegó a dos: al Partido Republicano y al sistema electoral, que no lo pudieron frenar, como se preveía. Y ahora va por otras dos: los medios masivos de comunicación y la prensa.
En medio de este escenario de odio, división social y confrontación internacional, son cada vez más los que se preguntan si Trump podrá completar un año en el poder. Los analistas consultados por este reportero coinciden en tres posibles escenarios: lo sacan de la Presidencia, toma el control totalitario de ella o se la lleva, como hasta ahora, entre golpe y golpe.
El último de esos escenarios es el menos probable porque sería absolutamente disfuncional. El segundo vulneraría a una de las democracias más reconocidas del planeta, pues implicaría una especie de golpe de Estado que formalizaría en los hechos sus tendencias dictatoriales. El primero, por lo tanto, es el que tendría más posibilidades.
¿De qué manera podría ocurrir que lo sacaran de la Casa Blanca? Una es que se enferme o lo enfermen, pues hablamos de un hombre de 70 años sometido a fortísimas presiones, más aún con su política de confrontación. Otra, que lo destituyan mediante el impeachment o juicio político. Y una más, que muera víctima de un atentado, lo que no es deseable para quien esto escribe.
Pero en EU han sido asesinados cuatro de 45 presidentes, es decir, uno de cada diez. El caso más antiguo fue el de Abraham Lincoln (14 de abril de 1865) y el más reciente fue el de John F. Kennedy (22 de noviembre de 1963).
Otros ocho presidentes estadounidenses han sido víctimas de atentados: el primero fue el cometido contra Andrew Jackson (1835) y el último el de Ronald Reagan (30 de marzo de 1981).
El impeachment es un proceso de destitución de altos cargos públicos garantizado en EU por el artículo primero de su Constitución. El escándalo por el espionaje ruso (que podría tipificar en traición a la patria) podría aplicar, si avanza, en el caso de Trump. Otros motivos podrían ser el que siga haciendo negocios particulares como Presidente, el haber metido a familiares a su gobierno o el poner en entredicho el prestigio y los intereses de EU a nivel mundial.
A ese juicio solamente han sido sometidos dos presidentes estadounidenses que finalmente resultaron absueltos: Andrew Jackson (acusado de cargos criminales en 1868) y Bill Clinton (acusado de perjurio y obstrucción de la justicia en medo del escándalo sexual con Mónica Lewinsky en 1999). Otro presidente, Richard Nixon, lo evitó al dimitir tras el escándalo de espionaje al Partido Demócrata conocido como Watergate.
¿Cumplirá el año Trump? Ahí le dejo hechos y datos.
INSTANTÁNEAS. 1. NON GRATO. Sin justificar las políticas del castrismo, cabría preguntar: ¿por qué tendría que autorizar Raúl Castro la entrada a Cuba de Felipe Calderón, un hombre que fue hostil a ese país y que, con su antecesor panista, llevó las relaciones al punto de la ruptura diplomática?
2. ESTABILIDAD. ¿Qué tanta estabilidad podría generar el que Agustín Carstens se vaya del Banco de México hasta noviembre, en lugar de julio? Francamente ninguna. Más bien cabría preguntar ¿qué tan grave estará la cosa que lo quieren ahí cuatro meses más?
3. BRONCAS. Ayer le renunció al Bronco Jaime Rodríguez su amigo el procurador Roberto Flores Treviño. De inmediato fue sustituido por el subprocurador y ex candidato presidencial por el Verde, Bernardo González Garza. Trae detrás un buen trabajo de limpieza de la institución y la bendición del Grupo de los Diez, los empresarios más importantes de Monterrey.