No solamente la moneda de los británicos está devaluada por el Brexit, lo está también el ánimo de algunos de sus habitantes más destacados. Europeos que se sentían como en casa, decidieron irse. Un ejemplo es el alemán Martin Roth, hasta hace poco director del Museo Victoria y Alberto de Londres. Este hombre salió de lo convencional, atrajo a los visitantes con exposiciones como David Bowie is show y llenó de vida al lugar. El que Gran Bretaña deje la Unión Europea lo llevó a renunciar a la dirección del museo. Antes de irse, advirtió que la xenofobia y los crímenes de odio aumentarían en el país. El tipo sabe de lo que habla. Su investigación doctoral fue sobre fascismo alemán.

El Brexit ganó en parte por el rechazo a los inmigrantes. El terrorismo islámico lo impulsó. Los votantes no tomaron en cuenta que detrás de buena parte de los ataques recientes están jóvenes nacidos en Gran Bretaña. Pertenecen a minorías marginadas, pero matan con pasaporte inglés.

Ann Marie Waters es una activista anti-islam. Ha definido a esta religión como una “máquina de matar”. Cuando le piden que no ofenda a los musulmanes, responde que ellos ofenden más con sus “violaciones masivas”. Esta mujer que sugiere dejar de importar asesinos y violadores, podría convertirse en líder del UKIP (United Kingdom Independence Party). Varios miembros del partido se oponen. Aún a los ultraderechistas antieuropeos les parece muy extrema.

Ann Marie se refiere en sus discursos al Islam como diabólico porque promueve el matrimonio infantil y la mutilación genital de las mujeres. Muchos no saben que en el Corán no hay ninguna referencia que justifique la ablación. Es esa ignorancia la que Waters aprovecha para abrirle paso al círculo del miedo-odio.

Personas como ella sí se quedan en el Reino Unido. Se quedan también sus ideas y su rencor. El éxodo de los que creen en la pluralidad y la inclusión despeja el camino a los promotores de la discriminación y la violencia. Los detractores del Brexit son muchos, pero varios de ellos no salieron a votar. Ahora quieren revertirlo. No parece sencillo. Su oposición tardía genera aún más incertidumbre. Su activismo no les alcanzó para informarse a tiempo y llegar hasta las urnas. El resultado del referéndum se les estampó en la cara.

HUERFANITO. El PRI ya no tiene aliados incondicionales. El PVEM y el PES quieren ir solos en 2018. En Encuentro Social, el plan es buscar a un candidato externo con la suficiente popularidad como para asegurar el registro. Claro, ese plan puede cambiar. Si les gusta el candidato priísta, se pondrán interesantes las negociaciones para sumarse a su proyecto. Me cuentan que a Meade no lo ven con malos ojos.

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