2 de julio de 2018, Ciudad de México.

El candidato del PRI, Aurelio Nuño Mayer, será el próximo presidente de México tras alcanzar el 35.2% de los votos en la elección celebrada ayer, domingo 1 de julio. Por tercer ciclo electoral consecutivo, el segundo lugar correspondió a Andrés Manuel López Obrador, con el 32.8%.

“Sabremos escuchar la voz de la gente, como siempre lo hemos hecho”, declaró Nuño Mayer en la sede nacional del PRI al conocerse los resultados de la votación. Acompañado de su esposa, Nuño prometió trabajar “sobre todo por los niños de México”. “Como secretario de Educación aprendí que no hay nada más importante que nuestra niñez. Es hora de enseñarles que, desde la honestidad, se puede construir un mejor país. ¡Vamos por un México limpio!”, dijo el presidente electo, haciendo eco de su eslogan de campaña.

A pesar de arrastrar el desprestigio del presidente en funciones —el índice de aprobación de Peña Nieto en la víspera de la elección rondaba el 17%— y una larga lista de escándalos de corrupción y conflictos de interés entre figuras relevantes de su partido en diversas entidades de México y en la propia estructura del gobierno peñanietista, Nuño Mayer logró presentarse como representante de la que calificó como una “nueva generación” de priístas alejada de lo que el candidato llamó “el lodazal de otros tiempos”. Hombre cercano a Peña Nieto, Nuño Mayer concentró reiteradamente su mensaje de campaña no en su proyecto de gobierno, sino en la imagen pública de López Obrador, su oponente, al que calificó de “populista peligroso”.

El presidente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, celebró el triunfo del candidato de su partido. “Hace apenas algunos meses nos decían que el PRI estaba muerto”, declaró tras confirmarse el resultado de la elección. “Hoy demostramos una vez más que el pueblo de México sabe distinguir entre nuestra capacidad para gobernar con limpieza ética, fuerza y decisión y las opciones populistas que querían descarrilar al país. Es hora del nuevo PRI”, dijo.

La escena en el PRI contrastaba, la madrugada del lunes, con el silencio en las oficinas de campaña de Morena, el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Juan Pérez, asesor del candidato presidencial de izquierda lamentaba lo que llamó “la terquedad” de López Obrador. “Le dijimos muchas veces a Andrés que no bastaba con asegurar que iba a ganarle a la mafia del poder”, dijo Pérez. “Pensó que los ataques del PRI no iban a tener efecto y por eso decidió no responder. Se equivocó”. Pérez lamentó también que López Obrador se aislara y rechazara cualquier alianza con su antiguo partido, el PRD. Durante los meses previos a la elección, López Obrador concentró sus anuncios de campaña en denunciar lo que llamó “el despeñadero”, utilizando imágenes de los escándalos de corrupción ocurridos durante el gobierno de Peña Nieto. Eso le permitió consolidar una ligera ventaja en los primeros meses de campaña, margen que dejaría escapar durante el primer debate presidencial, cuando, exasperado, llamó “Aurelio Niño” al candidato del PRI, que insistía en acusarlo de “peligroso populista”. Juan Pérez aceptó que el tono condescendiente y áspero, que incluyó distintos desencuentros con periodistas a los que López Obrador calificó de “deshonestos y vendidos”, restó fuerza a la candidatura lopezobradorista. “Apostamos el todo por el todo al hartazgo pero no supimos ligar al candidato del PRI con todos los abusos de su partido. Se nos fue vivo”, dijo. Por su parte, el propio López Obrador lamentó lo que llamó el “cochinero” del proceso electoral y acusó al PRI de compra generalizada de votos. Por último, lamentó el desempeño de Margarita Zavala, candidata de la incómoda alianza entre el Partido Acción Nacional y el PRD: “Me echaron montón para quedarse con todo. Se ayudan como siempre se han ayudado.”

Zavala, quien había logrado aprovechar sus altos índices de reconocimiento y aprobación para acercarse a solo dos puntos de López Obrador en las primeras semanas de la campaña presidencial, terminó en tercer lugar de la contienda con 23% de los votos. La candidatura de la ex primera dama de México registró una notable caída en las preferencias electorales después del primer encuentro entre los aspirantes en el que, ante las preguntas del moderador Javier Solórzano, prefirió defender las políticas de seguridad del gobierno del ex presidente Felipe Calderón antes que explicar su propio plan de gobierno. Eso, y el acartonado uso de frases prefabricadas para atacar a Nuño y López Obrador, le restaron respaldo a Zavala, que cayó al tercer sitio en las encuestas preelectorales en los días posteriores al debate. Un desempeño más suelto y espontáneo en el segundo debate volvió a darle esperanzas, pero Zavala terminó de hundir sus posibilidades cuando se lió en una ríspida discusión con la estudiante Claudia Hernández, en la Universidad Panamericana, sobre el aborto y la legalización de la mariguana. El video de la discusión entre la candidata y la joven de 20 años de edad fue visto más de 2 millones de veces en redes sociales.

Unos minutos después de anunciado su triunfo, el presidente electo Nuño dio a conocer los primeros nombramientos del nuevo gobierno. “No hay tiempo que perder para consolidar lo que comenzamos a construir en años pasados”, dijo Nuño. El presidente electo anunció la llegada a la Secretaría de Desarrollo Social del ex gobernador del Estado de México Eruviel Ávila, además de la incorporación de Enrique Ochoa Reza como responsable de la Secretaría de Gobernación. Por último, Nuño dio a conocer el regreso de dos figuras polémicas del sexenio que termina: Luis Videgaray Caso, a la Secretaría de Educación Pública, y Emilio Lozoya a la Secretaría de Hacienda. “Ambos son hombres de sobrada honestidad. Ambos tienen toda mi confianza”, dijo el presidente electo, exultante.

*Este ejercicio de distopía fue creado con fines puramente especulativos y en apego estricto a los cánones del futurismo electoral, deporte nacional mexicano: toda semejanza con la realidad es mera provocación.

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