Hay quien tiene miedo a las marcas de la vida, a las marcas de la historia. A quedar “marcado” por algo que se percibe como una tragedia. Así piensa Enrique Peña Nieto, leo. Lo dijo el miércoles en Iguala, donde además aterrizó nada menos que en las instalaciones del 27 Batallón de Infantería (todo un símbolo, por cierto).

Si tan sólo dos meses y medio después del 26 y 27 de septiembre de 2014 dijo que había que superar Ayotzinapa, ahora, luego de casi 17 meses, hace una declaración que es un poco su prima hermana:

—Iguala es un municipio emblemático en nuestra historia nacional. No puede quedar marcado por estos trágicos acontecimientos. Su gente merece ser conocida por sus fortalezas, por su calidez y su firme carácter para alcanzar logros a favor de su comunidad.

Sí… y no.

Claro que la gente de Iguala, y de todo Guerrero, merece ser reconocida. Sin duda los guerrerenses son cálidos, tienen carácter, han sufrido mucho y desde hace muchos años… lo que quiera y mande. En lo que disiento es en que Ayotzinapa no los marque y nos marque a todos los mexicanos. Nos marca. Y podría ser para bien.

Creo que a la primera persona a la que se lo escuché fue a Cecilia Soto. Para esta generación, la que vivimos en México hoy, Ayotzinapa es nuestro 68. ¿A alguien se le ocurriría decir en la Plaza de las Tres Culturas que hay que olvidar lo sucedido ahí?

Cómo no quedar marcados si según un informe que la PGR entregó a los senadores a principios de este mes, en México han sido localizadas 201 fosas clandestinas, de las cuales, sólo en Guerrero se ubicaron 104. Cómo no quedar marcados si en torno a Iguala se detalla que entre octubre de 2014 y junio pasado se encontraron 63 fosas con 132 cuerpos. De ellos, sólo habían sido identificados 16.

Cómo no hacerlo cuando según la misma PGR hay 989 expedientes abiertos sobre personas desaparecidas en México. De éstos, 247 corresponden únicamente a Guerrero y, de este total, 177 están registrados en Iguala, es decir, el 71.6 por ciento de todos los de Guerrero.

Cómo no quedar marcados si la organización civil Los otros desaparecidos, informó a finales de 2015 que tenían un registro de 450 personas desaparecidas sólo en Iguala, además de los 43 normalistas.

Cómo no quedar marcados si de acuerdo con cifras de la delegación de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y Alimentos Condimentados de agosto pasado, 15 por ciento de estos comercios cerraron debido a la ola de violencia que afecta a Iguala. En junio pasado, la Canaco-Servytur daba a conocer que debido a la inseguridad, Coca-Cola Femsa y Volkswagen cerraban sus oficinas en esa localidad guerrerense.

La desaparición de los 43 normalistas, si bien sólo uno de un sinnúmero (y en serio lo digo: no sabemos bien a bien cuántas desapariciones forzadas hay en el país, cientos, quizá más de mil) de casos, es emblemático y merece serlo.

Apela a no olvidar, a la memoria. Para así apostar, demandar la no repetición.

Es un síntoma clarísimo de la falla del Estado (sí, el Estado con mayúscula) que, en lugar de protegernos, a veces nos ataca y así nos traiciona. De la dificultad de acceder a la justicia. De la vulnerabilidad de los más pobres. De la falta de oportunidades para los jóvenes. De la soberbia de los partidos políticos y de algunos gobernantes. De muchas cosas.

No se trata de ser masoquista y regodearse en el dolor, en la tragedia. No. Se trata de marcarnos para, al ver la cicatriz, no olvidar. Y miren que digo cicatriz cuando sigue siendo herida abierta. Para exigir verdades —si bien dialogadas— incontrovertibles; políticas públicas, gobernantes sensibles, para —también y en eso nos falla a los ciudadanos— tener mexicanos más comprometidos con exigir lo que nos corresponde: seguridad y verdad, para comenzar.

No, Presidente. Que Ayotzinapa, que Iguala sí nos marquen. De manera indeleble.

El otro día entrevisté al nuevo secretario de Sagarpa, José Calzada Rovirosa. Acaba de hacer, por transparencia, un aporte interesante al publicar —como se debe— la base del padrón de los programas de Proagro, Progan y Procafé.

Le pregunté si creía en la transparencia y dijo que sí. Bueno, claro que me esperaba esa respuesta. Entonces le pregunté que por qué no había publicado su #3de3 (declaración patrimonial, de intereses y fiscal). Me sorprendió al decirme —está grabado— que sí lo había presentado.

Su declaración patrimonial sí está ( tiene sólo un local, un coche Honda Sedan, caballos, borregos, joyas, cuadros, esculturas y muebles). También reporta dos cuentas, en pesos, por 450 mil pesos y 155 mil, sin deudas… y fíjese: no tiene intereses. De nada. Ni él ni su cónyuge, ni dependientes económicos. Bien raro (creo que es legítimo que todos tengamos intereses).

Pero la fiscal no está. Y bueno, tampoco se declara nada de su esposa, Sandra, o dependientes económicos (que tiene tres hijos).

Por lo tanto no ha presentado su #3de3. Ningún integrante del gabinete de Enrique Peña Nieto lo ha hecho.

Que alguien le explique de qué va.

Ayer, en el vuelo 762 de Volaris --asiento 17F ventanilla, rumbo a Hermosillo-- iba un secretario de Estado: Virgilio Andrade. ¿Poniendo el ejemplo en austeridad? ¿O ya se acabaron los viáticos de la secretaria?

El próximo domingo se realizará la 88a Entrega del Óscar a lo mejor del cine mundial. Desde esta columna, me adelanto un poco y presento la versión nacional de esta ceremonia.

Mejor Película: La habitación (adaptación de La Celda) desde la que se fugó Joaquín El Chapo Guzmán; Misión Rescate (a Humberto Moreira en España) y Puente de Espías (relata la forma en que se cablearon las comunicaciones entre Joaquín El Chapo Guzmán y Kate del Castillo)

Mejor actor de reparto (de culpas): Norberto Rivera, por su participación en Primera Plana o Spotlight (película que relata la historia de abuso sexual cometidos por sacerdotes y el encubrimiento que hubo... en Estados Unidos). La versión nacional tiene el plus de un regaño papal. Afortunadamente, como Rivera, él no iba en el avión donde el jerarca católico envió el mensaje, y literalmente, hizo que la Virgen le hablaba.

Mejor guión original: Letras Explícitas. Relata los vaivenes que realiza un grupo de expertos internacionales para realizar informes y documentos, en torno a una investigación sobre un grupo de jóvenes desaparecidos, y los descalificativos que reciben.

Mejor guión adaptado: El bolero de Nemer. Protagonizada por el subsecretario Ernesto Nemer y su amigo Angelito, al que tanto conocía (si ajá) pero del que paradójicamente desconocía las carencias en las que vivía en San Cristóbal de las Casas. Una fotografía lo cambio todo.

Mejor revelación masculina: Silvano Aureoles, gobernador de Michoacán por su participación en la nueva versión de Ando volando bajo.

Mejores banda sonora: Sicario(s), casi como una sinfonía, contiene los martillazos y cincelazos, que nadie oyó, para construir el túnel en el penal del Altiplano y “hoyo en la regadera” por el que se fugó Joaquín El Chapo Guzmán.

Mejor Comedia del sexenio: Hay un hoyo en la regadera.

Mejor actriz: Arely Gómez, por su excelente debut en Puente de Espías (sino me cree, pregúntele a Kate del Castillo)

Mejor actriz de reparto: Kate del Castillo, por su participación en Puente de Espías.

Mejor edición: La Habitación. Al equipo de técnicos de la PGR que realizó el video donde se equivoca... perdón donde relató paso a paso la fuga de El Chapo.

Mejor Vestuario: Al staff de la Oficina de la Presidencia, por los modelitos que ha usado la Primera Dama (remember viaje a Londres) y por negarse a entregar al INAI la información relevante a vestuario, staff, maquillistas que ocupa.

Mejor revelación masculina: Escoja entre Agustín Basave, ex priísta y hoy líder nacional del PRD, y el ex priísta y hoy gobernador independiente de Nuevo León, Jaime El Bronco Rodríguez.

Mejores efectos visuales: Virgilio Andrade por su participación en Casa Blanca (película no nominada pero que sigue en la mente de la población). Se rumora que se hará una segunda parte de cómo se vive en la Función Pública las comidas con caviar y champán.

Él lo dijo:

--Aquí huele a obrero y es que yo soy uno de ellos: el nuevo, jovenazo, dirigente de la CTIM, Carlos Aceves del Olmo. Sólo tiene 75 años.

katia.katinka@gmail.com

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