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Si fuera por la jerarquía católica, Graco Ramírez es el mismísimo demonio… y merece pudrirse en el infierno.
Solo así se entiende la carta firmada por el cardenal Norberto Rivera Carrera y otros diez obispos, vicarios y sacerdotes, quienes de manera “abierta y absoluta” comulgan en respaldo al titular de la diócesis de Cuernavaca, monseñor Ramón Castro y Castro, calumniado, atacado, difamado y perseguido por el gobernador de Morelos.
Hace unos días, Castro y Castro convocó a una reunión con la banda de enemigos de Graco para formar un frente común ante lo que ellos llaman el “estado de impunidad” que priva en la entidad; asistieron el alcalde de Cuernavaca, Cuauhtémoc Blanco, el senador ex perredista Rabindranath Salazar y el rector de la Universidad Autónoma de Morelos, Alejandro Vera; la misión: tumbar al gobernador, o al menos hacerle la vida imposible de tiempo completo… y cuanto sea necesario.
Al grupo de inconformes, sume al poeta rebelde, Javier Sicilia, quien acusa a Graco de ser el Javier Duarte de Morelos por no haber frenado la inseguridad y convertido a su gobierno en un cártel de poder delictivo, al mando de su delfín Rodrigo Gayosso.
Graco Ramírez ha sembrado odio y ahora cosecha venganza. Sus pleitos con los poderes fácticos de Morelos lo tienen contra la pared.
El golpeteo al Cuau, alcalde de Cuernavaca, derivado en el proceso de destitución en su contra; el agarrón por malos manejos de recursos públicos del rector Vera; la afrenta al obispo Castro y Castro, al retenerle los 50 millones de pesos destinados a la conservación del patrimonio histórico, manejados por la Iglesia Católica morelense, son agravios suficientes para desatar la ira y convocar a la santa inquisición morelense; sin contar las revelaciones del suntuoso nivel de vida que lleva el prelado, quien dicen los que saben, cobra hasta el agua bendita.
Según Graco, cada confrontación está justificada en la aplicación de la ley y el orden. Según detractores, se trata de un intento compulsivo por mantener el control del estado, echando mano del abuso y el autoritarismo.
Como sea, el gobernador de Morelos nunca pensó que tantos frentes abiertos pudieran articularse en un movimiento que por un lado amenaza la gobernabilidad del estado y por otro, su gestión y futuro político.
Con el ambiente nacional enrarecido, con un PRD resquebrajado por sus propios escándalos y urgencias, Graco Ramírez parece estar solo, ocupado y preocupado por quemar su pólvora en tantos infiernitos, cuya lumbre le llega a los aparejos, ahora que ha hecho públicas sus aspiraciones presidenciales.
EL MONJE RADIOFÓNICO: Algo apesta cuando un funcionario público interviene en una licitación multimillonaria. Carlos Lara Sumano, director del Instituto Mexicano de la Radio (IMER) tiene mucho que explicar sobre su papel como socio de la empresa Tecnoradio, de la cual fue tesorero hasta septiembre del año pasado. Tecnoradio busca ganar la licitación de 37 frecuencias radiofónicas. Lara, siendo funcionario público, habría de explicar el origen de los recursos económicos que le permitieron participar en una compra que involucra casi 270 millones de pesos. El caso tiene tufo de tráfico de influencias y/o conflicto de interés. Otro socio de Tecnoradio es Cenobio Alfonso Amilpas Godínez, quien ha sido representante legal de grupo Audiorama, propiedad de Javier Pérez de Anda, el cual posee 250 emisoras de radio. ¿Amilpas y Lara son prestanombres? ¿Ambos cosechan frutos de sus cargos pasados en la SCT, donde tuvieron acceso a información privilegiada? Esta papa caliente quema al Instituto Federal de Telecomunicaciones que debería recular. ¿Ifetel dejará que le metan un golazo? Rueda el balón en la cancha de la suspicacia, mientras la tribuna exige transparencia.
@JoseCardenas1
josecardenas@mac.com
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